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Crónicas a Salvador
Quiero expresarte que muchos colombianos de este milenio soñamos con una Colombia en verdadera paz, pero no está ni cerca.
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Sábado, 30 de Diciembre de 2023

Amado hijo Salvador, como es costumbre, cada año te escribo esta carta para materializar todo lo que hemos aprendido y reflexionado en el caminar de tus primeros pasos de existencia. Hoy ya cumplimos ochenta columnas; ochenta fines de semana en las que, junto con nuestra amada ciudad y departamento, opinamos sobre lo que a diario acontece.

Mañana termina el 2023, ya eres mucho más grande en tu infancia. Naciste en medio de la crisis de salud más grave de los últimos cien años, aunque sea negada por el ministro de turno, y has vivido un cambio sin precedentes en la humanidad, además de la guerra de Ucrania y Rusia que se invisibilizó por los intereses de quienes encubren la verdad.

Ahora retrocedimos al siglo XX con los combates y actos terroristas de Hamas contra el pueblo de Israel; nuestro país retrocedió más de 30 años en su historia; y las victorias que como sociedad habíamos logrado, ya no están.     Todo premeditado, al parecer, para que reine el caos y olvidemos la idea de que existe esperanza y futuro.

Amado hijo, esta Navidad y fin de año son de mucha reflexión. Seguimos soñando en cada uno de ustedes, los niños, que son los verdaderos dueños del presente de este país en crisis. Cada acto que hacemos es para que se sientan orgullos y no sientan vergüenza de la incapacidad que tuvimos al querer darles un mundo libre, válido, con respeto por la familia y sociedad, y lleno de valores.

Cada día, a pesar de tu edad, te bombardean con imágenes e ideas que socavan lo que como familia y en oración sostenemos: fe, esperanza, amor y sobre todo, justicia y respeto hacia el otro y por los otros.

Quiero expresarte que muchos colombianos de este milenio soñamos con una Colombia en verdadera paz, pero no está ni cerca. No hay voluntades y mancillan este hermoso valor como arma de guerra estratégica que no deja que avance la nación. Muchos niños como tú siguen muriendo de hambre, siguen siendo maltratados, y peor aún, sin poder acceder a la educación.

Ya te diste cuenta amado hijo que el problema no es la ideología que gobierna, sino el cáncer de la maldad y la corrupción, el interés particular sobre el general, el egoísmo y la envidia. El que sea más ‘vivo’ en contra del otro es quien triunfa, pero el mal debe ser derrotado.

Amado hijo, una vez más doy gracias por compartir contigo este año y sugiero que te sigas preparando en el seno de tu hogar con valores; formándote en las más altas cualidades académicas, porque el mundo está cambiando y ustedes son los transformadores del presente y del mañana. Por ese amor, amado Salvador, seguimos trabajando, amando nuestro hermoso Norte de Santander y la mejor capital de todas, tu ciudad natal, la Perla del Norte: Cúcuta.

Quiero finalizar esta columna deseándoles a cada uno de mis lectores un feliz año, y darle las gracias a la Universidad Simón Bolívar en el marco del proyecto Hombre Culto, que cumple ya seis años en marcha. Que todos los sueños y proyectos se hagan realidad en los 365 días que inician, que luchemos juntos por construir nuevas realidades; no olviden que nos debemos a la sociedad en general. Les deseo a los nuevos gobernantes que tengan sabiduría y pulcritud en sus decisiones, y a todos en general, amor y salud. Feliz año 2024. Te amamos, Salvador. 


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