La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Buscando el centro político
Lo que realmente buscan quienes consideran la “tibieza” como antídoto a la crispación, es el centro político.
Authored by
Lunes, 14 de Enero de 2019

Como suele suceder desde que el empleo de redes sociales, como Twitter, se ha impuesto prevalentemente en el debate público, en días pasados se suscitó un intercambio de posturas alrededor de la necesidad de la “tibieza” en política, como antídoto a la polarización. Pero como también sucede frecuentemente, el debate fue inconducente porque arrancó desde un término con significado ambiguo, lo cual fue aprovechado por las personas ubicadas en los extremos para aferrarse al significado de falta de carácter. Pero muchos confunden la no falta de carácter con las posturas que irrespetan al que piensa distinto, quizás sin caer en la cuenta de que lo que agrava la polarización no son los debates de ideas, sino la incapacidad para tratar con respeto al discrepante. 

Es este el paradójico efecto al que aboca la polarización de cuño relativista. Por un lado, el relativismo convierte en sagradas todas las opiniones, al proclamar que no hay criterios objetivos para discernir si unas son más valiosas que otras. Pero, por otro, se tolera mal el desacuerdo y a los rivales se les juzga con más dureza. 

En fin, lo que está mostrando el ámbito político es que tenemos menos debates de ideas, pero más descalificaciones. Y el grueso de la opinión pública está llegando al punto del hastío con la polarización. De la misma que ha derivado en un déficit de debates públicos de altura. De aquellos en los que se asumen posturas, de izquierda o de derecha, sustentadas en argumentos que contribuyan a la solución de los problemas y en últimas a la convivencia civilizada. 

Lo que realmente buscan quienes consideran la “tibieza” como antídoto a la crispación, es el centro político cuyas posturas e ideas son las que pueden servir de bálsamo para ir curando las heridas que ha dejado la polarización. Y esto es así porque las posturas de centro se asumen respetando al discrepante así no se acojan, en todo o en parte, sus planteamientos. 

Ahora bien, el centro político va más allá de las actitudes respetuosas y se ancla en unas ideas fuerza. Se funda en una visión del ser humano que trasciende al individuo aislado en su autonomía y al ciudadano reducido a su condición pública. El verdadero centro propende por restituir el papel que como personas nos corresponde al convivir en diversas comunidades: la familia, la empresa, el conjunto, el barrio, el club, el partido, el municipio, la nación. De esta manera el centro propende porque primen las relaciones yo – tú y no las yo-cosas. 

El centro reconoce la razón de ser del Estado y del mercado, pero también la de las comunidades, sin darle prevalencia a ninguno de los tres pilares sobre los que se levantan las sociedades. No pretende ni un Estado garante ni uno interventor. Un Estado reformado desde el centro es fundamentalmente subsidiario, más que de los individuos principalmente de las comunidades, y arbitra con sensatez la economía estimulando la democratización de los agentes del mercado. 

@CarlosAlfonsoVR

Temas del Día