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Brexit, Trump y Theresa May
La primera ministra británica, Theresa May, en su primera visita a Washington ocultó con aspectos triviales la realidad de esta dependencia.
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Martes, 21 de Febrero de 2017

Amables lectores: El Brexit o decisión de abandonar la Unión Europea, aumentará la dependencia del Reino Unido de los Estados Unidos justo en el momento en que este país ha elegido a un presidente inestable que se opone a las propuestas de política exterior británica. Para los partidarios del Brexit, la elección de Trump fue una mezcla de reivindicación y tabla de salvación. Para Trump es una excelente idea que el Reino Unido abandone la Unión Europea y está dispuesto a ofrecer soluciones a los británicos. Según Trump, Londres podrá escapar al duro control de la Unión Europea y girar económicamente en el mundo anglosajón. Abandonando la Unión Europea aumenta la dependencia del Reino Unido de los Estados Unidos.

La primera ministra británica, Theresa May, en su primera visita a Washington ocultó con aspectos triviales la realidad de esta dependencia. La decisión de Trump de devolver el busto de Wiston Churchill al despacho oval fue acogida en forma excelente entre los partidarios del Brexit. Adicionalmente la administración Trump, dejó clara su intención de obtener un acuerdo comercial con Reino Unido en el instante de producirse el divorcio entre Londres y la Unión Europea. Pero en cuanto May abandonó Washington Trump anunció la prohibición de entrada a los Estados Unidos de inmigrantes de siete países musulmanes amigos comerciales de Londres. May quiso responder con evasivas esta decisión antimigratoria de Trump y al no lograrlo, se vio obligada a distanciarse de su nuevo mejor amigo de la Casa Blanca. Está demostrado que los dos líderes, May y Trump, tienen del mundo visiones totalmente expuesta. May quiere que el Reino Unido sea el campeón del libre comercio y Trump es el presidente de los Estados Unidos más prot
eccionista desde la década de los treinta.

Las administraciones de May y Trump también son diferentes en cuestiones fundamentales sobre el futuro de la Unión Europea y Rusia. Trump menosprecia la Unión Europea y habla en su círculo de la posible desintegración de esta organización mientras que May explica que su posición es trabajar con una Unión Europea unida. En lo relativo a Rusia, el gobierno británico trabajó muy de cerca con la administración Obama para imponer sanciones económicas a ese país tras la anexión de Crimea. Trump ha dado a entender su disposición al levantar estas sanciones. A pesar de todas las sonrisas forzadas que ambos líderes lucieron en la oficina oval, el gobierno de May es consciente que Trump tiene una visión del mundo contraria a la británica.

Theresa May ha empezado en el punto que terminaron sus antecesores. Desconfía totalmente de su equipo de funcionarios. Las autoridades son apartadas del proceso de toma de decisiones; no obstante, se esté viviendo el mayor cambio político y económico desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Nadie puede dudar del costo económico y geopolítico de la ruptura con la Unión Europea. Decenas de tratados comerciales con terceros países quedarán invalidados. May debe haber entendido esta situación y de ahí su intención de cortejar al presidente Trump. Antes de las elecciones en los Estados Unidos, ella compartió la opinión del establecimiento diciendo “Trump es un ricachón peligroso”, pero hoy se ha dado la orden de no hacer declaración alguna que contradiga las relaciones Reino Unido y los Estados Unidos.

Aunque Trump no proyecta la imagen de socio confiable, a los líderes británicos históricamente les ha preocupado tener una buena relación con los inquilinos de la Casa Blanca. Trump ha prometido un acuerdo comercial y, por lo tanto, un poco de galantería no sobra y seguramente la reina Isabel se verá obligada a dar una recepción a Trump en el Palacio de Buckingham.

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