En lo corrido de 2022 he tenido la buena fortuna de poder leer 46 libros. Una cifra que por casi logra doblar mi mejor registro hasta la fecha, el de aquel prolífico año 2016 donde, gracias a la complicidad de varias madrugadas, alcancé a bordear los 27. ¿Que cómo lo conseguí? De la única forma posible: haciendo trampa abierta y descaradamente, pues no todos ellos los “leí” en el sentido canónico del verbo (y aquí es donde se descubre el fraude y cae la mentira), sino que prácticamente la mitad de ellos, 21 para ser riguroso, fueron audiolibros que iba consumiendo a cuentagotas en los trayectos muertos a la oficina. Los demás también tienen truco, ya que solo 18 los cargué físicamente conmigo y los 7 restantes fueron ejemplares electrónicos cuyas páginas se deslizaban con comodidad en la pantalla de mi celular.
Entiendo que para algunos el implementar todas las formas de lucha para ganar la carrera por la eficiencia pueda ser una práctica bastante cuestionable. Aun así, soy un firme convencido de que en la batalla por leer lo que más podamos, mientras podamos, los medios de los que echemos mano para conseguirlo son lo de menos, pues qué más da que pongamos a trabajar a nuestros oídos y le demos la semana libre a nuestros ojos siempre que consigamos disfrutar de la historia que el autor de turno ha preparado con tanto esmero para sus lectores. A pesar de ello, sigo siendo un romántico de la tinta con un principio inamovible: los ganadores del Premio Nobel se leen en papel y sin prisa por puro respeto a la civilización occidental, que no somos ningunos salvajes.
Entre tantos títulos es inevitable que se cuelen algunos malos tragos. En este ranking de la vergüenza, y con todo el dolor del alma, tengo que ubicar a “El Rey Recibe”, la primera entrega de la saga “Las Tres Leyes del Movimiento” de Eduardo Mendoza; “Recuerdos del Futuro” de Siri Hustvedt y “A Corazón Abierto” de Elvira Lindo, libros que están bien escritos, pero con los que simplemente nunca conseguí conectar y que se transformaron en tostones que no veía la hora de soltar definitivamente.
Una mención honorífica (?) merece “Poco se Habla de Esto” de Patricia Lockwood, uno de los mejores libros de 2021 según The New York Times y con el que tenía altísimas expectativas, ninguna de las cuales se vio satisfecha. No fue ella, segurísimo que fui yo, sencillamente no lo entendí.
Finalmente, el top. “La Sociedad del Cansancio” de Byung-Chul Han, un texto tan corto como brutal que te abre en canal con inquietantes preguntas sobre la explotación laboral a la que te sometes tú mismo; “Armas de Destrucción Matemática” de Cathy O’Neil, un ensayo premonitorio sobre los peligros cotidianos del uso indiscriminado de algoritmos; y “La Anomalía” de Hervé Le Tellier (Premio Goncourt 2020), un divertidísimo thriller distópico sobre un avión clonado en el que sus pasajeros deben lidiar con la duplicidad de su propio ser. Todas lecturas recomendadas que han dejado muy alto el listón para 2023.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion