Por estos días estamos leyendo la novela póstuma de García Márquez “Nos vemos en agosto”, la mujer que todos los años en agosto visitaba la tumba de un familiar, y con el tiempo esa visita se convierte en un encuentro amoroso con alguien que vivía cerca, y ahora con lo que está sucediendo en el país, me recuerda otro cuento del escritor de Aracataca: “Algo grave va a pasar en este pueblo”. La historia de una madre que tiene dos hijos, y desayunando les dice que se levantó con un presentimiento de a que algo grave iba a suceder ese día en el pueblo. Los hijos se burlan, y creen que apenas son cosas de la vejez. El hijo sale, y en su vida de lo poco que había aprendido era a jugar billar; entra a jugar con un amigo y tenía que hacer una carambola sencilla, y no la hizo. En ese momento otra mujer entra a la carnicería a comprar un kilo de carne, y el carnicero le aconseja comprar dos kilos, porque algo grave va a suceder ese día en el pueblo.
Algo grave va a pasar en Colombia con la irascibilidad y la confrontación política que día a día sube en el país, en estos días con el anuncio de la convocatoria a una asamblea constituyente porque no le aprueban las reformas en el congreso al gobierno, u aquella otra expresión de que los medios de comunicación nos tienen “embrutecidos” en Colombia. Hasta algo de cierto puede ser, y por ello en mi caso personal en el día a día no soporto escuchar más de 40 minutos de noticias, y en otros días prefiero escuchar jazz, y no escucho ninguna noticia. ¿Es posible la convocatoria a una asamblea nacional constituyente por parte de este gobierno que se acerca a la mitad de su gobierno? Ahí aparece la respuesta de la cual depende el futuro de Colombia: si se hace a través de los medios constitucionales y de ley hoy vigentes, en mi opinión, es poco menos que imposible porque la convocatoria de la misma requiere la aprobación de una ley por parte del congreso que a su vez necesita del voto de las mayorías del congreso, y con la confrontación política que hoy en día existe en el país entre gobierno y congreso, no es posible. Peor aún, más grave como lo dijo el presidente en Cali, que “toda la institucionalidad del país estaba en su contra que no le permiten hacer las reformas”, un tono y mensaje peligroso, como le alcancé a escuchar, que hasta el Consejo de Estado estaba atentando contra su mandato porque le había “tumbado” el cónsul de Méjico, que hasta donde entiendo el juez administrativo lo hizo porque no cumplía con requisitos de ley, y de paso hasta por loco, hacer una reunión en la embajada sobre asuntos de política de Méjico.
Y la otra gran pregunta: ¿ Qué intentará hacer el presidente con el congreso si no le aprueban la ley para la asamblea constituyente? ¿Se sale del orden constitucional? ¿ Llegaría a cerrar el congreso? La historia de Colombia nos muestra, esa expresión algo desgastada que dice que el que no conoce la historia está condenado a repetirla, pero nuestra historia muestra que en 1949 el presidente Mariano Ospina Pérez cerró el congreso porque el partido liberal le quería hacer un juicio político por lo que había ocurrido el 9 de abril y por ello decidió cerrarlo. De Ahí en adelante Colombia estuvo gobernada bajo una falsa fachada de democracia, porque se implementó en la constitución la figura del Estado de Sitio permanente.
Tendremos dos años de incertidumbre, inestabilidad, confrontación, mientras más del 50 % de la población sigue en la informalidad. Algo grave va a suceder en este pueblo. En mi caso trataré de escuchar más medios de comunicación para estar más informado aún a riesgo de “embrutecerme”.
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