La escultura “Mujer de Pies Descalzos” de Botero, conocida como la ‘Gorda de Botero’, ha sido pintada e intervenida repetidamente en Bucaramanga. ¿Por qué las obras de arte público son blanco de protestas.
La escultura de Fernando Botero ‘Mujer de Pie Desnuda’, popularmente conocida como ‘La Gorda de Botero’, fue instalada en el parque San Pío de Bucaramanga en 2010 y desde entonces ha sido noticia por los diferentes hechos asociados a agresiones y daños. Recientemente, sucedió una situación similar, precisamente durante las movilizaciones del 8 de marzo de este 2025.
Un grupo de manifestantes derribó las vallas de protección que resguardaban la obra y la intervino con pinturas y grafitis, lo que desató una ola de indignación por parte de los ciudadanos que no están de acuerdo con este tipo de actos. Pero la famosa ‘Gorda’ no solo ha sido pintada en esta ocasión, pues se convirtió en blanco de los manifestantes en otras protestas y plantones desde que llegó a este famoso parque.
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En 2011, por ejemplo, una “papa bomba” que fue utilizada durante una protesta, causó daños significativos, a los que luego se sumaron pintadas que cubrieron su superficie con pintura amarilla. Y así se han acumulado eventos en las que esta obra se ha visto involucrada.
¿Por qué las personas intervienen las obras, según sociólogos?
Las manifestaciones sociales son definidas globalmente como expresiones colectivas que buscan visibilizar demandas, reivindicaciones o descontentos frente a situaciones políticas, económicas o sociales.
En Bucaramanga, como sucede en otros países, se da un fenómeno de conducta social en la que la ciudadanía, en un momento de febrilidad y llevada por un contagio colectivo, siente que el objeto es una representación de un poder hegemónico, explica la socióloga Paloma Bahamón.
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“Ese objeto es un símbolo que representa la autoridad, y agredir esa autoridad es como tener al frente al sujeto que le encarna, es el poder desahogar en ese objeto, en ese signo sustituto el malestar emocional que genera el Gobierno o la autoridad en sí misma”.
La socióloga agrega que se trata de una manera de desahogar lo que está reprimido. Además, puede representarse como una capa protectora para quien cometa la acción. “Como es algo masivo y todos estamos en lo mismo, ese accionar me protege a mí como sujeto y entonces yo lo hago porque me siento tapado por esa capa que es la acción colectiva”, explica.
La agresión al objeto cultural, al objeto semiótico que puede ser una pared, una estatua, una pintura está está encarnando en aquello frente a lo cual se expresa una represión, un malestar, un mal colectivo, resume Bahamón.
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La socióloga explica también, desde un concepto semiótico, lo que estas obras pueden significar para las personas que ven en ellas una necesidad de intervenirlas.
“Félix Bodica, junto con el filósofo Rowan Garden, hablaban de la concretización, un concepto que definían como la manera en que un lector completa un texto. Este concepto no se limita solo a la lectura, sino que también puede aplicarse a la interacción con una obra de arte, como un monumento. Un monumento, al ser una imagen tridimensional y dinámica, invita a una experiencia más profunda y personal.
Cuando una persona interactúa con una obra, por ejemplo, escribiendo un mensaje sobre ella, está complementando la obra de alguna manera. Está añadiendo algo a la percepción de la pieza, ya que esa percepción está vinculada a conexiones semánticas que la obra evoca en el espectador y que lo llevan a reaccionar frente a ella. No se trata de juzgar si esa interacción es buena o mala, sino de entender que, en el arte, hay obras que permiten o incluso invitan a la intervención del público”, puntualiza.
Por su parte, el sociólogo Antonio Acevedo da su punto de vista y dice que “es un fenómeno inevitable, pues las obras expuestas al aire libre están más vulnerables a agresiones por parte de grupos que, desde una ideología malinterpretada, recurren a la violencia”.
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A esto agrega que, “es fundamental que los gobiernos implementen una mejor vigilancia para proteger el arte en espacios públicos. Existen formas de movilización simbólica, como el performance y otras expresiones artísticas, que pueden transmitir un mensaje”.
¿Qué dicen los artistas de Bucaramanga?
Esta situación, si bien se debe a hechos en el marco de una movilización, artistas y agentes culturales de la ciudad han manifestado su desacuerdo con los actos cometidos contra la icónica escultura.
La maestra Clemencia Hernández, artista y curadora del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, señala que “un monumento de arte es algo que los artistas ofrecemos precisamente para brindar calma a la humanidad dentro del mundo convulsionado en el que vivimos”.
La también artista plástica indica que el problema no radica en las obras de arte que ocupan los espacios públicos, sino en las personas que habitan esos espacios.
“Ese es el verdadero sentido de esto. Los artistas trabajamos para satisfacer al público, y las obras expuestas en espacios públicos están ahí para ser apreciadas. Eso es lo que supone la institución cultural y lo que supone el artista”, agrega.
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“Nosotros como agentes culturales no podemos defender que se vandalicen las obras de arte de la ciudad como sentido de “represión” o lo que sea. No se debe hacer eso, el arte se debe respetar y proteger. No debe suceder que en cada marcha se ataque la escultura y el municipio pague”, dice Melissa García, artista y gestora cultural.
Esta situación trae sobre la mesa un dilema sobre proteger, encerrar o incluso guardar las obras expuestas en espacio público, pues, para los artistas, las autoridades y la ciudadanía son quienes tienen esa responsabilidad.
“¿Por qué las autoridades no están presentes en esos momentos? Porque no se supone que debamos custodiar las obras para evitar que alguien las destruya. Es un riesgo exponerlas públicamente, pero se supone que la ciudadanía debe estar preparada para entender que esas obras son un regalo del arte y de las instituciones culturales”, dice la maestra Hernández.
Se debe intervenir la obra para restaurarla
Las autoridades han enfrentado múltiples desafíos en la restauración de la escultura “Mujer de pies descalzos”. En 2017, el Museo de Antioquia realizó un proceso de restauración que costó alrededor de 22 millones de pesos, mientras que en 2023 la Alcaldía destinó cerca de 182 millones para una nueva intervención. A pesar de haber sido entregada en noviembre de 2022 completamente restaurada, en menos de cinco meses fue vandalizada nuevamente.
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La escultura, adquirida en 2010 por 500 millones de pesos para conmemorar el aniversario 388 de Bucaramanga, ha requerido grandes inversiones para su mantenimiento. Según Laura Patiño, directora del IMCT, ya se tiene un contrato para una nueva restauración con un costo estimado entre 40 y 50 millones de pesos.
Pese a esta respuesta por parte de las autoridades competentes, artistas locales se han mostrado inconformes con el presupuesto que debe invertirse en esta oportunidad.
“Para apoyar dignamente a los creadores locales, con un portafolio de estímulos adecuado, no hay plata. Para los escenarios y procesos locales, no hay plata. Pero para intervenir esa escultura, que es un proyecto de vanidad, sí hay dinero rápido y fácil. Pero para hacer política pública, con personas preparadas e ideas, no hay ninguna voluntad política”, señaló el artista Doménico DiMarco.
Ante los recientes daños, algunos ciudadanos se acercaron al lugar e intentaron limpiar la pintura con agua y jabón.
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