Laura Sarabia, una mujer menor de 30 años, que hasta hace poco tiempo era una completa desconocida en la política colombiana, ha sido una de las principales protagonistas del actual gobierno de Gustavo Petro.
La rigurosidad y el orden con las que cumple sus tareas, tal vez las aprendió de su padre, militar retirado, y de su madre, funcionaria con más de 20 años en el Ministerio de Defensa.
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Su corta experiencia laboral ha sido blanco de críticas de quienes le aducen un constante exceso en el uso de facultades, otros, destacan su efectividad y precisión en el cumplimiento de las tareas en poco tiempo. La controversia en su vida privada desembocó en una mayor en la pública, generando un costo político para el Jefe de Estado y ella misma.
¿Qué tanta injerencia tiene esta joven que un día quiso ser militar? ¿En realidad es el poder detrás de poder?
Para el analista político Mauricio Jaramillo, ella es una persona en la que Petro ha depositado total confianza, pero tiene mucha menos influencia de la que se piensa. “Creo que tiene mucha relevancia, que es diferente”.
Jaramillo no considera que tenga un gran poder en materia de decisiones, “lo cual la haría una persona influyente, no tiene el poder del ministro Osuna, de la ministra Muhamad o del ministro Leyva, pero creo que es una funcionaria de mucha relevancia por la efectividad que se ganó cuando fue jefe de gabinete de Petro”, dice y destaca como uno de sus primeros grandes logros el de la primera visita a EE.UU. de Petro.
“Consiguió muy rápido reconocimiento y eso le dio una especie de prestigio frente a Petro que hace que confíe mucho en ello, pero la veo más como una figura muy eficiente, muy relevante, más que influente”, agrega.
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Experiencia
Jaramillo recuerda que no es tan poco usual que haya funcionarios en los que los presidentes confíen, incluso más allá de lo que son sus funciones.
Es el caso de María Paula Correa durante el gobierno del expresidente Iván Duque, que “por un decreto, asume funciones de política exterior que le corresponde a la Cancillería. Lo de Laura Sarabia ha surgido de manera esporádica y que no da para pensar que sea una función sistemática y sostenida más allá del DPS”.
En el gobierno de Santos, también estuvo Néstor Humberto Martínez, a quien se le denominó como superministro, que tuvo un gran poder pues fue una especie de jefe de gabinete o incluso casi un primer ministro.
Volviendo al tema de Sarabia, dice que hay una justificada preocupación con lo que pasó con su niñera “y eso lo tiene que aclarar ante las autoridades porque es muy grave, pero no veo una preocupación fundada que haya afectado su capacidad de gestión porque creo que es buena”, dice.
Reitera que este es un gobierno que tiene una gran carga ideológica, “este no es un gobierno que base su legitimidad en la tecnocracia, como podría ser el de Galán en Bogotá. Es un gobierno que dice: aquí traigo la mejor gente, no me importa el partido político o filiaciones, es un gobierno que se reclama como popular, progresista”.
En cuanto a los cuestionamientos sobre el exceso en el uso de sus atribuciones, Jaramillo considera que es una persona muy cercana al presidente y con gran capacidad de interlocución con los ministros. Sin embargo, “no diría que es una extralimitación, pero sí una capacidad adicional. Es un canal directo. Hablar de extralimitación en el caso de la directora del DPS me parece exagerado, hablar de extralimitación de funciones es cuando el presidente habla sobre la fiscalía o viceversa, cuando Barbosa habla sobre el gobierno, pero en este caso, con un cargo directivo, creo que no”.
La otra orilla
El analista político John Mario González considera por el contrario que Sarabia sí tiene una influencia sobre el presidente como pocas veces en la historia se ha visto.
“Lo particular es que sea una persona que no tiene mayor experiencia política o en el sector público, ni académica, en ningún ámbito”. Y agrega: "lo preferible siempre es alguien con mucho mas kilates y voltaje”.
El analista político también muestra extrañeza por la facilidad con que, según él, se haya pasado tan fácil la página del sonado caso de su niñera y que haya sido “reencauchada en el gobierno como una figura de primerísimo nivel”.
Para él, todo esto se origina no por ella misma, “sino por pedido del presidente, entonces ahí la extralimitación tendría una lectura distinta. No sé si llamarla propiamente extralimitación. Creo que el liderazgo del presidente es de una persona desorganizada, el país ha atestiguado que no cumple las citas, pareciera no les trazara línea a los ministros, pareciera no responder a una planeación estratégica, sino al día a día, a la coyuntura de lo que vaya ocurriendo”.
Asegura que no es extraño que acuda a algunos funcionarios que le despiertan gran confianza para que cumpla una serie de misiones que no son las que propiamente tienen a su cargo como funcionarios públicos.
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En este punto añade un elemento que ve con curiosidad y es que un hombre como Petro, que ha estado en política gran parte de su vida, considere a la persona de mayor confianza a alguien que conoció hace muy poco. “Es extraño que tenga que acudir a una persona así para funciones tan delicadas. Pareciera que se conformó en medio de la soledad y la precariedad de equipo. Cumple funciones de alto calibre político como si fuera la jefe de asuntos políticos del gobierno o como la jefe del gabinete”, afirma.
Al ser preguntado sobre casos similares en gobiernos anteriores, expone que el de María Paula Correa podría considerarse como uno con marcadas diferencias, “también se le atribuía una incidencia muy fuerte en el gobierno Duque, pero tenía un poco más de experiencia, por lo menos internacional. Ella no estuvo incursa en los cuestionamientos que sí ha tenido Claudia Sarabia, escándalos que no se han aclarado de manera satisfactoria”. También mencionó a Germán Montoya, quien asumió tareas presidenciales durante los dos últimos años del entonces Primer Mandatario Virgilio Barco.
Ha habido presidentes que se han valido de asesores o un jefe de gabinete o secretario general, como se llamaba antes la figura, que es muy determinante, pero últimamente pareciera ser que el gobierno improvisa mucho en eso y parece poco profesionalismo rondar la Casa de Nariño.
De cualquier forma, solo el tiempo dirá si Laura Sarabia le traerá más dolores de cabeza al presidente o si por el contrario le ayuda a conectar unos cuantos cables rotos que hay en su administración.
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