La esperanza de encontrar con vida a los ocho mineros atrapados en la mina de oro San Antonio, en la zona rural de Santander de Quilichao (Cauca), se desvaneció el 20 de septiembre, cuando los equipos de rescate hallaron sus cuerpos tras nueve días de intensa búsqueda.
La tragedia, ocurrida en la vereda Brasilia, mantuvo en vilo a las comunidades indígenas y afrodescendientes del norte del departamento, que esperaron durante jornadas enteras un desenlace diferente a esta nueva emergencia minera.
Los ocho mineros, entre ellos un menor de 17 años, permanecieron atrapados a unos 25 metros bajo tierra desde el 12 de septiembre, cuando el socavón artesanal colapsó. Según las primeras versiones, las víctimas habrían muerto por falta de oxígeno, mientras el ingreso de agua al túnel dificultó aún más las labores de rescate.
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El siniestro activó una operación humanitaria y logística con maquinaria pesada, brigadas de la Defensa Civil, Cruz Roja, Guardia Indígena y Cimarrona, además de familiares y comunidades locales.