Como un crimen perfectamente ejecutado podría describirse el asesinato de Jhon Deimer Klindt Moreno, el soldado que perdió la vida apenas dos días después de desertar de sus labores en el Batallón de Policía Militar número 30.
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Lo que en un primer momento fue informado por medios digitales como un descanso, en realidad correspondería a un periodo en el que el hombre evadía las medidas disciplinarias que enfrentaría al regresar al Ejército.
El hecho ocurrió en el parque del barrio San Rafael, en la noche del pasado sábado, 27 de diciembre. Habitantes del sector relataron que vieron llegar a un sujeto desconocido para ellos (era Jhon Deimer), de piel clara, con ojeras, vestido con bluyín y camiseta azul.
El hombre compró una cerveza litrón en una tienda cercana y se sentó solo en uno de los bancos del parque, desde donde bebía en un vaso plástico.
Minutos después, alrededor de las 7:20 p.m., un motociclista llegó al lugar y parqueó su vehículo en la calle 24 con avenida 1, justo frente a Klindt, aunque no actuó de inmediato.
Al parecer, el atacante decidió primero dar una vuelta por el parque, presumiblemente para asegurarse de que ese fuera el objetivo de sus intenciones. Tras regresar a la motocicleta y fijar nuevamente su mirada en Klindt, ejecutó el crimen.
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Sacó un arma de fuego y disparó en repetidas oportunidades. La mayoría de los impactos alcanzaron al soldado, aunque uno de los proyectiles pasó de largo e hirió a otro hombre, víctima de la mala fortuna de estar en el momento y sitio equivocados.
Klindt habría intentado correr, pues en su huida perdió uno de sus tenis, pero no logró escapar. Gravemente herido, cayó bocarriba frente al banco en el que se encontraba. La sangre empezó a brotar por los múltiples orificios de bala, mientras el agresor abordó su motocicleta y huyó con rumbo desconocido.
Transeúntes y uniformados del CAI San Rafael, ubicado a menos de 50 metros del parque, acudieron de inmediato para auxiliarlo. Una mujer del sector se arrodilló junto al cuerpo para comprobar su estado.
A simple vista se encontraba en estado crítico: tenía los ojos abiertos, la mirada perdida y no respondía a estímulos, aunque aún presentaba signos vitales. Por esta razón, fue trasladado de urgencia a la Unidad Básica Puente Barco, a pocas calles del lugar.
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En el centro asistencial, el personal médico le brindó los primeros auxilios e intentó salvarle la vida; sin embargo, los esfuerzos fueron en vano y minutos después se confirmó su fallecimiento debido a la gravedad de las heridas.
El otro hombre herido también fue trasladado al mismo centro médico, donde recibió atención por un impacto en una de sus piernas, a la altura de la pantorrilla. Según conocidos, su vida no corría peligro.
En el parque nadie lo conocía ni lo había visto con anterioridad. De él solo quedaron un zapato abandonado, una botella de cerveza casi vacía, un charco de sangre y un cúmulo de preguntas.
La identificación del fallecido se logró varias horas después. Las autoridades confirmaron que se trataba de un soldado, presuntamente de permiso, versión que posteriormente fue desmentida por el Ejército.
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La institución emitió un comunicado en el que aclaró que Klindt Moreno, quien prestaba su servicio militar, había desertado desde el pasado 25 de diciembre. Desde entonces, se habían puesto en contacto con su familia para dar con su paradero y solucionar su situación militar, ya que su accionar podría acarrear sanciones disciplinarias y penales por el delito de deserción.
No obstante, dicha resolución nunca pudo concretarse, pues el joven fue víctima de un crimen que aún resulta confuso para las autoridades, quienes no descartan ninguna hipótesis. El hecho dejó a dos niñas sin su padre.
Allegados y compañeros de batallón manifestaron que van a extrañar su carácter alegre y descomplicado, y aseguraron no encontrar explicación alguna para un homicidio que hoy enluta a su familia y a quienes lo conocieron.
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