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Ríos muertos, el caro precio que Bangladés paga por su boom económico
Según los ecologistas, el precio que el río Buriganga paga por este crecimiento económico es exorbitante.
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AFP
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Categoría nota
Martes, 5 de Julio de 2022

Kalu Molla comenzó a trabajar como barquero en el río Buriganga, que fluye alrededor de la capital de Bangladés, Daca, antes de que los barrios que bordeaban sus orillas cedieran el paso a talleres de confección y antes también de que sus aguas se ennegrecieran.


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Este hombre de 52 años, que tose sin parar, tiene alergias y sufre erupciones en la piel, acaba de saber que las aguas tóxicas y nauseabundas que terminaron con la fauna del río son responsables además de la degradación de su salud.

"Perdí el olfato y fui al hospital para que me atendieran", dice Molla a la AFP, desde su domicilio, en la periferia industrial de Daca.

"Los médicos me aconsejaron que dejara este trabajo y me alejara del río. Pero ¿cómo? El transporte de pasajeros es mi único medio de subsistencia", explica.

Cuando Bangladés obtuvo su independencia de Pakistán en 1971, tras una guerra que costó la vida a tres millones de personas, Henry Kissinger, entonces consejero para la seguridad nacional en Estados Unidos, calificó al país asiático de "caso desesperado".


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Según los ecologistas, el precio que el río Buriganga paga por este crecimiento económico es exorbitante./Foto: internet

 

Actualmente, este Estado del sur de Asia de 169 millones de habitantes está a punto de salir de la lista de países menos desarrollados de la ONU.

La industria textil ha sido el motor económico del país, segundo exportador mundial de ropa en este momento, por detrás de China. Actualmente, un 80% del total de ventas en el exterior del país corresponden a este sector.

 

"La mayor cloaca del país"

Pero, según los ecologistas, el precio que el río Buriganga paga por este crecimiento económico es exorbitante y sus aguas están inundadas de productos químicos tóxicos.


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"Es la mayor cloaca del país", lamenta Sheikh Rokon, que dirige Riverine People, organización de defensa de los derechos medioambientales.

"Durante siglos, la gente construyó sus casas en las orillas para disfrutar de la brisa del río", añade. "Hoy, el olor de los desechos tóxicos es insoportable en invierno, hasta el punto que hay que cubrirse la nariz", explica.

Según un documento publicado en 2020 por el Instituto de investigación fluvial del gobierno de Bangladés, muestras de agua del Buriganga presentaban niveles de cromo y de cadmio seis veces superiores a los máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Estos metales son usados para teñir el cuero y una exposición elevada a cualquiera de los dos es muy tóxica y potencialmente cancerígena.


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Según los ecologistas, el precio que el río Buriganga paga por este crecimiento económico es exorbitante./Foto: internet

 

El amoniaco, el fenol y otros productos químicos usados para los tintes también han privado a la fauna del río del oxígeno necesario para subsistir.

Los habitantes de Shyampur, uno de los distritos de la periferia de Daca, dicen que al menos 300 fábricas arrojan sus aguas sucias al río, sin ningún tipo de tratamiento previo.

Además, "las fábricas, muy poderosas, sobornan para comprar el silencio de los organismos reguladores", acusa Chan Mia, habitante de la zona.

La importancia del comercio textil en la economía nacional ha hecho que las relaciones entre empresarios y autoridades se estrechen notablemente y, en algunos casos, los propios políticos son poderosos actores del sector.


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Más "verdes"

La Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladés (BGMEA), que representa a 3.500 fábricas, presume de los certificados medioambientales concedidos a sus miembros.

 

Según los ecologistas, el precio que el río Buriganga paga por este crecimiento económico es exorbitante./Foto: internet

 

"Estamos pasando al verde, por eso tenemos más encargos de exportación", dijo recientemente Faruque Hassan, presidente de la BGMEA. 

Pero las pequeñas fábricas aseguran que no pueden afrontar el gasto que supone tratar las aguas sucias. Y un responsable del sector afirma que la mayoría de las fábricas grandes, que trabajan para firmas europeas y estadounidenses, no activan apenas sus plantas de tratamiento de aguas residuales.


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Bangladés está surcado por unos 200 ríos de diferentes tamaños, afluentes del Ganges o del Brahmaputra, que nacen en el Himalaya y recorren esta región de Asia.

Un cuarto de ellos están actualmente muy contaminados por la industria y necesitan una intervención "urgente", según un informe enviado al gobierno en abril por la asociación de abogados del medioambiente de Bangladés.

La comisión nacional de ríos también lanzó varias campañas muy mediatizadas para multar a los culpables de la contaminación.

"Hay que elaborar nuevas leyes para hacer frente a esta situación de urgencia", dijo su responsable, Manjur Showdhury. 


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Pero independientemente de lo que pase a partir de ahora, para los cinco ríos que rodean Daca es ya demasiado tarde, según el conocido militante ecologista Sharif Jamil. "Ya están muertos, es decir, no hay vida acuática", dice a la AFP.

"Y visto que hay más fábricas instalándose en otras partes del país, todos los ríos corren el riesgo de sufrir la misma suerte", afirma.

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