Las ceremonias de la Iglesia católica tienen siglos de vigencia. Una de las más antiguas está relacionada con la destrucción de ciertos objetos personales de un pontífice romano muerto antes de la elección de su sucesor.
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En particular, en las últimas horas la prensa ha especulado con el futuro del anillo del pescador de Francisco, uno de los emblemas del obispo de Roma. Algunos creen que será destruido en su totalidad por el cardenal carmalengo Kevin Joseph Farrell, mientras otros afirman que será intervenido con un cincel.
Un poco de historia: en la antigüedad los documentos oficiales eran sellados por los monarcas o por los obispos con sus respectivos anillos en señal de su autenticidad. De alguna forma, esta pieza cumplía las funciones que en su momento tuvo la firma y hoy la huella dactilar.
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De ahí que tras la muerte de un papa, sus asistentes destruyeran su anillo para evitar la adulteración de documentos. Por supuesto, en la actualidad dicha práctica tiene un peso simbólico, no real.
El nombre de anillo de pescador proviene de la creencia que los obispos de Roma son sucesores directos del apóstol Pedro, escogido por Jesús para ser la cabeza visible de su iglesia. Los evangelios coinciden en que antes de comenzar su ministerio, Pedro fue pescador en el lago de Galilea
Ahora, la duda sobre la destrucción del anillo o su intervención surgió a partir de la renuncia de Benedicto XVI, que en su retiro conservó su anillo pontificio, solo que con una cruz marcada con cincel.
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