Aunque Colombia no tuvo una reducción estadísticamente significativa en la pobreza multidimensional, en 2024, porque solo fue de 0,6 puntos porcentuales (p.p.), Norte de Santander sí y alcanzó los 5,3 p.p.
De acuerdo con la directora del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Piedad Urdinola, mientras en el país, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) pasó de 12,1% (2023) a 11,5%, en el departamento fronterizo descendió de 20,5% a 15,2%.
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Bajo este contexto, 15 de cada 100 hogares sufren la pobreza multidimensional. Sin embargo, al revisar la situación por género, el indicador se mantiene más alto en las familias con jefa mujer (16,1%). En los hogares con hombres como jefes, el indicador es 14,5%, lo que refleja una brecha de 1,6 p.p.
“Las tres privaciones que más se presentaron en los hogares de Norte de Santander fueron trabajo informal, con 80,8%; bajo logro educativo, con 48,2%; y rezago escolar, con 27,7%”, precisó a La Opinión la directora del DANE.
Con esos resultados, el territorio ocupó la posición 14 en el IPM, en la tabla de las 33 regiones y Bogotá D.C. Los tres departamentos con más pobreza multidimensional fueron Vichada (70,2%), Guainía (49,0%) y La Guajira (39,3%), con variaciones de 4,8 p.p., -3,1 p.p. y -3,3 p.p., respectivamente.
La medición toma en cuenta 15 variables; además de las tres anteriores, hay otras como analfabetismo, barreras a servicios para cuidado de la primera, desempleo de larga duración e inasistencia escolar.
Para el economista e investigador Mario de Jesús Zambrano, el informe muestra avances importantes, en Norte de Santander, en algunos componentes de la pobreza multidimensional, especialmente en las zonas urbanas, en donde hubo una reducción de la mitad, porque de 16,4% pasó a 8,5%, contrario a las rurales, en donde hubo un incremento considerable de 4,9 p.p., subiendo de 36,2% a 41,1%.
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“Tenemos grandes desafíos, sobre todo, en esas desigualdades territoriales y en reducir las brechas. Cuando se miran las privaciones, sobre todo el trabajo informal, el bajo logro educativo y el rezago escolar, estas tienen un problema: son muy persistentes en el tiempo, y eso obedece a fallas de carácter estructural”, afirmó a La Opinión el docente de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP).
Zambrano manifestó, frente a la reducción total del IPM en Norte de Santander, que se debió a la recuperación económica pospandemia de COVID-19, a algunas inversiones públicas en infraestructuras a nivel territorial y nacional, que tocan directamente a alguno de estos componentes de la pobreza multidimensional, así como a los programas de transferencia o subsidios, los cuales de forma temporal ayudan a mejorar la calidad de vida de los más vlnerables.
Según el economista, la baja en el porcentaje de analfabetismo puede también ser el reflejo de la mejora en la cobertura de servicios sociales.

¿Qué falta por hacer?
Mario Zambrano dijo que la tasa de pobreza multidimensional del departamento sigue estando por encima del promedio nacional, por lo que es importante que las autoridades gubernamentales continúen con el trabajo para cerrar la brecha. Para ello, es fundamental formalizar empleo, pues, el dato de la informalidad es bastante alto, aunque no solo sucede en Norte de Santander.
“Se requieren programas de inserción laboral, de apoyo a microempresarios, transición a empleos dignos, especialmente en las zonas rurales y fronterizas; reducir el rezago escolar y elevar el logro educativo, que es un tema estructural, aumentar la cobertura en educación media y técnica, reforzar estrategias de permanencia y acompañamiento escolar e inversión en infraestructura educativa y rural”, detalló el académico.
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El economista también resaltó “algo clave que no aparece en el análisis del DANE”: el conflicto armado que se viene desarrollando en los últimos tiempos en el territorio, el cual afecta el desarrollo y la dinámica de la educación y la inversión, por lo que se deben continuar con los esfuerzo para hacer que la dinámica de la violencia se reduzca.
Mario Zambrano subrayó que hay que seguir cerrando la brecha de género, por lo que se necesita implementar estrategias de la política del cuidado, acceso al empleo formal para mujeres, protección social diferenciada; además de una focalización rural de los planes, porque “las cifras muestran realidades muy distintas entre la ciudad y el campo; las intervenciones tienen que ser territorializadas y priorizadas en los centros poblados y rurales dispersos”.
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