Mandar robots en miniatura dentro del cráneo humano para tratar enfermedades cerebrales por mucho tiempo fue cosa de ciencia ficción, pero pronto podrá ser una realidad, según una empresa emergente de California.
Bionaut Labs planea realizar los primeros ensayos clínicos en humanos en apenas dos años de sus pequeños robots inyectables, que pueden ser guiados cuidadosamente por el cerebro mediante imanes.
"La idea de un microrrobot surgió mucho antes de que yo naciera", dijo el cofundador y director ejecutivo Michael Shpigelmacher.
"Uno de los ejemplos más famosos es un libro de Isaac Asimov y una película llamada 'Viaje fantástico', donde un grupo de científicos se adentran al cerebro en una nave espacial miniaturizada, para tratar un coágulo".
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Así como los celulares hoy contienen componentes extremadamente poderosos que son más pequeños que un grano de arroz, la tecnología detrás de los robots diminutos "que solía ser ciencia ficción en los 1950 y 60" es ahora un "hecho científico", dijo Shpigelmacher.
"Queremos tomar esa vieja idea y convertirla en realidad", explicó el científico de 43 años durante una visita por el centro de investigaciones y desarrollo de su compañía, en Los Ángeles.
De la mano de los prestigiosos institutos alemanes Max Planck, Bionaut Labs se decantó por el uso de energía magnética para propulsar los robots, en lugar de técnicas ópticas o de ultrasonido, pues no perjudica al cuerpo humano, según el científico.
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Bobinas magnéticas ubicadas fuera del cráneo del paciente están conectadas a una computadora que puede maniobrar de forma remota y delicada el robot diminuto hacia la parte afectada del cerebro, antes de retirarlo por la misma vía.
El aparato entero es fácilmente transportable, a diferencia de un IRM (imagen por resonancia magnética), y usa entre 10 y 100 veces menos electricidad.
"Atascado"
En una simulación presenciada, el robot sigue lentamente una trayectoria ya programada a través de un contenedor lleno de gel, que simula la densidad del cerebro humano.
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Se trata de un cilindro metálico de unos pocos milímetros de largo, con forma de una pequeña bala.
Una vez se acerca a una bolsa llena de un líquido azul, este robot es rápidamente propulsado como un cohete y perfora la bolsa con su extremo puntiagudo, permitiendo que el líquido corra.
Los inventores esperan usar el robot para perforar quistes llenos de fluidos dentro del cerebro cuando los ensayos clínicos inicien en dos años.