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Diócesis de Cúcuta, primeras actividades
Para la toma de posesión de la Diócesis, fue delegado por el Nuncio Apostólico monseñor Bernardo Botero Álvarez, recién posesionado como arzobispo de Nueva Pamplona.
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La opinión
La Opinión
Sábado, 17 de Mayo de 2025

Sea esta la ocasión para expresar nuevamente mis agradecimientos al R.P. Juan Botero Restrepo, de cuyo libro Breve Historia de la Diócesis de Cúcuta 1956 – 1981, obtuve, al igual que la crónica precedente, toda la información para escribir la presente narración.

Habíamos mencionado, con detalles, el nombramiento del primer obispo de la Diócesis, monseñor Luis Pérez Hernández, a quien la ciudadanía de este nuevo episcopado esperaba con ansias, para prodigarle la más entusiasta bienvenida, no sólo por tratarse del asiento de su nuevo cargo sino de su ciudad natal, de su terruño. Se lee en las noticias, que la llegada del nuevo obispo, generó toda clase de expectativas, al punto que la comisión delegada para su recibimiento, fijada para el día 28 de agosto de 1956, se trasladó al sitio ‘La Garita’, un pequeño poblado situado a unos quince kilómetros de la ciudad, desde donde lo acompañarían luego de su largo viaje, ya que había decidido trasladarse desde la capital de la república,  por carretera hasta la sede de su episcopado.

En el puente Lucio Pabón Núñez (para quienes lo recuerdan, es el puente Elías M. Soto de hoy) lo esperaban las autoridades locales  y los establecimientos de educación; el señor alcalde Isidoro Duplat, quien por motivos de salud, delegó el saludo de bienvenida  a su secretario de Gobierno Cesar Tulio Forrero, quien en sus apartes le dijo que “…Cúcuta está de plácemes por la gracia otorgada por su Santidad Pío XII, al decretar la exaltación de la ciudad , constituyéndola en Diócesis…cuando el escogido como primer Obispo es un preclaro hijo de la ciudad, un privilegiado de la inteligencia, un heredero excelso, un escritor sagrado de inmensa pulcritud idiomática, un corazón gentil y bondadoso, un misionero de alcurnia y un apóstol de las reivindicaciones sociales”.

Para la toma de posesión de la Diócesis, fue delegado por el Nuncio Apostólico monseñor Bernardo Botero Álvarez, recién posesionado como arzobispo de Nueva Pamplona. La Nunciatura expidió el decreto 7274 mediante el cual se autorizaba la toma de posesión del nuevo Obispo.

Ese día hubo un doble motivo de conmemoración, toda vez que además de celebrarse la posesión del nuevo obispo, también se estrenaba el ascenso de categoría del templo de San José a Catedral, en una fastuosa ceremonia cumplida a las diez de la mañana, en la que se destacaron las ejecuciones de música sacra presentadas por la Banda de la Escuela Departamental de Música, primordialmente por su interpretación de la Misa Stella Matutina del compositor Vitto Carnevalli.

En el acto se hacen presentes todos los prelados y delegados de la jerarquía de la Iglesia católica de la región, incluidos los representantes de la Iglesia del vecino país. Como era de esperarse, las autoridades civiles, militares y consulares también hicieron acto de presencia así como una delegación de los sindicatos de trabajadores de la ciudad.

El encargado de recibirlos, en el atrio de la catedral fue el vicario foráneo y párroco de San José, R.P. Daniel Jordán; Leídos los documentos pontificios en los que se hacen las menciones sobre la creación de la Diócesis, se nombra el primer obispo y la respectiva acta de posesión, monseñor Bernardo Botero abre la ceremonia con su breve discurso en el que felicita a la ciudad por “…su elevada distinción de ciudad episcopal, para lo cual me siento autorizado por ser arzobispo de Nueva Pamplona, porque Pamplona no solamente ha sido el organismo espiritual del cual se desgarra hoy esta importantísima región, sino, que aún materialmente hablando, Pamplona es genitora de Cúcuta, por la familia Rangel de Cuéllar, donante de estos encantados valles…”

En respuesta, Monseñor Pérez Hernández, lleva la palabra y manifiesta: “…la doctrina católica debe estar siempre por encima de los partidos políticos. La Iglesia apoya a los gobiernos que trabajan por el bienestar común y puedo decir ahora, parodiando a Fra Angélico: ‘qué bello es nacer en San José de Cúcuta, vivir en ella y morir en ella’.”

Expresión esta última que se popularizó en la época en la que el regionalismo se exacerbó y fue tomada como bandera de batalla para que la gente de la ciudad sintiera mayor apego y generara entre las nuevas generaciones el sentido de pertenencia que parecía olvidado.

Terminadas las formalidades propias de los actos, comienzan las actividades de organización. Se confirman a todos los párrocos que están en ejercicio, pero por la escasez de clero se prescinde de nombrar Vicario General de la Diócesis, lo que solamente ocurriría años más tarde urgido por la necesidad en la víspera misma de su muerte.

Algunos nombramientos del personal de curia que hizo a  continuación fueron:
Provisor: Pbro. Luis Alejandro Jaimes; Canciller: Pbro. Guillermo Blanco; Notario: el laico, Álvaro González Vargas; Encargado de religiosos y seminaristas: R.P. Eladio Agudelo, salesiano; Director de la obra de la Santa Infancia: R.P. Ángel Ramón Clavijo; Director de la obra de las Vocaciones Sacerdotales: R.P. Carlos José Moncada.

Entre las primeras decisiones del Obispo, también se creó la Legión de María, una de las asociaciones católicas que mayor impulso recibió por parte de la curia diocesana y de mayor arraigo, especialmente entre la población femenina de la ciudad.

En desarrollo de sus actividades apostólicas, la prensa local escribe: “la sensibilidad social de nuestro obispo no se limita a la palabra. El púlpito ha sido para él lugar especial de su cátedra sagrada, en el que no entra la politiquería ni los personalismos tienen cabida”.

En los primeros días del mes de septiembre, un mes después de su posesión, en una reunión con el alcalde y las autoridades municipales, con el fin de tratar los problemas de los sectores populares, propone la construcción de un Seminario en la zona donde funcionó el aeropuerto de Lansa, en la parte alta del barrio San Luis, como una alternativa para brindarles educación gratuita a la población más pobre. Para ello solicita la cesión de las acciones que el Municipio tiene de la sociedad dueña del lote del antiguo aeropuerto, al igual que ceda también sus acciones de la misma sociedad por parte de la Sociedad de Mejoras Públicas. Hoy sabemos que la petición surtió efecto, pues allí se levantó años después el Seminario Mayor de Cúcuta.

Redacción: Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com


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