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Que te insulten a ti y a tu madre, se acaba todo, murió todo: la amarga ruptura de Quintero con la hinchada del DIM
El talentoso volante se mostró decepcionado de la hinchada roja en una entrevista en la que rechazó los insultos que recibió él y su mamá.
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Colprensa
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Domingo, 6 de Julio de 2025

 En una entrevista profundamente emotiva con la periodista Eva Rey, el talentoso volante colombiano Juan Fernando Quintero abrió su corazón como pocas veces lo había hecho antes. Con palabras duras pero sinceras, el jugador habló sobre una herida que, aunque invisible, marcó su vínculo con el club que amó desde niño: el Deportivo Independiente Medellín.

Quintero, quien ha declarado en múltiples ocasiones ser hincha del “Poderoso”, recordó con tristeza lo que vivió en su última visita al estadio Atanasio Girardot, cuando vestía la camiseta del América de Cali y se enfrentó al DIM. “Yo soy hincha del Medellín y jugué el último partido con el América (contra el DIM) y me insultó todo el estadio, no sabes la decepción que sentí”, confesó, con el dolor todavía latente.

Las palabras de Juanfer no fueron simples reproches al calor de una derrota. Fueron una declaración de ruptura emocional. Cuando la entrevistadora le preguntó si aquel episodio lo había hecho dejar de ser hincha del equipo rojo de Antioquia, su respuesta fue tan contundente como desgarradora: “Tengo el escudo tatuado, pero vas al estadio y que te insulten a ti y a tu madre, se acaba todo, murió todo”.

El gesto no es menor. Quintero lleva tatuado en la piel el escudo del Medellín, un símbolo de identidad que en su momento representaba orgullo, pasión y pertenencia. Pero ni siquiera esa marca indeleble en su cuerpo fue suficiente para sostener un amor que, según sus palabras, fue pisoteado por la misma gente con la que alguna vez soñó compartir gloria.


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El recuerdo que lo ata al equipo va mucho más allá del fútbol. En medio de la conversación, el jugador revivió uno de los momentos más íntimos de su vida: su decisión de regresar de Europa —donde militaba en el Porto de Portugal— para cumplirle un deseo a su abuelo, quien padecía alzhéimer. “Dejé todo por venir para que mi abuelo me viera jugar en el Medellín y el sueño mío. Eso es ser hincha del Medellín: sufrir, llorar, que se te dañe un diciembre, que te lo tatúes... y llegas al campo y te insultan a ti y a tu mamá, ¿qué sentimiento tienes? Se acabó”.

Para Quintero, el Medellín era más que un equipo. Era familia, era nostalgia, era memoria. Pero todo eso se vino abajo en noventa minutos de insultos y desamor, cuando volvió al Atanasio defendiendo otros colores. Su testimonio deja al descubierto una de las caras más dolorosas del fútbol: la ingratitud de algunos hinchas, la intolerancia y la incapacidad de reconocer la historia personal que hay detrás de cada jugador.

Juanfer no reniega de su pasado ni de lo que representó el Medellín en su vida, pero su relato deja claro que hay heridas que no se curan con goles ni aplausos tardíos. Su historia es un llamado a la reflexión para la hinchada, para los clubes y para todos los que ven en el fútbol una expresión de amor: porque cuando ese amor se transforma en odio, se corre el riesgo de perder no solo a un ídolo, sino a un ser humano.


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