“Desmovilízate” decía una bobalicona campaña publicitaria. Estaba destinada a que los guerrilleros dejaran las armas, y se “reincorporaran” a la vida civil. Pero no me quiero referir a eso, sino a la desmovilización que, ya es hora, debe darse en la Fiscalía General de la Nación - FGN.
Voy a poner de presente dos casos, recientes, que demuestran que “el ente acusador” -como dicen los periodistas- está muy, pero muy, lejos de ser imparcial y de respetar las garantías mínimas de un ciudadano.
El primer caso es el del Centro Andino; la atroz y repugnante bomba puesta por un grupo terroristas dio pie a la captura de un grupo de personas. No sé si sean responsables o no, pero sí tengo la absoluta certeza de que son ciudadanos que gozan de todas las garantías que proporciona el Estado de Derecho.
Pero lo que hemos visto es todo lo contrario: los dejan libres por una falla, aún no probada, del fiscal del caso y, acto seguido, sucede lo siguiente, que es más kafkiano que nada: al fiscal del caso lo remueven, las víctimas interponen una tutela y a los acusados los recapturan por cuenta de una nueva imputación de cargos, a la salida del penal donde estaban por cuenta de una medida de aseguramiento. Ahí, fácil, sin mayores esfuerzos, la Fiscalía se convirtió en juez, en juez vengador y en justiciero. En un actor del conflicto, como dicen en las calles.
Sé que le papel de la Fiscalía es el de investigar y perseguir a los posibles autores del delito, que no son delincuentes, pues tal calificativo solo se puede usar con sentencia condenatoria firme.
Mientras esa no suceda, mientras no exista la sentencia, la Fiscalía investigará a los ciudadanos que tienen plenos derechos. La FGN les ha violado, evidente y contundente, el derecho a la dignidad.
Ahora me refiero al caso del ex director de la ANI, Luis Fernando Andrade.
En ese caso la situación es tan lamentable que se torna cómica. Como dice un amigo mío: Es mejor reírse para no llorar.
La FGN lo citó en calidad de testigo, aun cuando ya sabía que el ciudadano era investigado. Y esa misma entidad se valió de las prerrogativas para que en virtud de la entrevista el referido Andrade, que estaba bajo la gravedad del juramento, dijera algunas cosas, que luego, a juicio de la misma Fiscalía resultaron ser falsas, pero - recuerden ustedes- el señor que rindió entrevista estaba bajo la gravedad del juramento, razón por la cual – según la Fiscalía - el señor cometió el delito de falso testimonio. ¿Entienden? Yo tampoco.
Luego de una cantidad de tiempo sin iniciar juicio, y cuando ya se debía aplicar la norma que le otorgaba la libertad al ciudadano de la historia, el ente acusador anunció otra imputación, que todo parece indicar que busca que no logre la libertad por el caso inicial.
Fiscalía, ¡desmovilízate!