María Teresa Parra de Montoya nació el 10 de julio de 1925. Así tal cual lo leen, la matrona de la familia cumplió 100 años y se mantiene más cuerda que cualquiera.
Su calidad de vida es buena y salvo unos pequeños achaques de la presión y un poco de disminución en la audición, no le duele una muela. Tan bien está, que se da el lujo de levantar el pie hasta su frente para persignarse con él, hecho que hasta los mismos médicos ven con sorpresa. Esta destreza se la atribuyen a que de adulta siempre le gustó el deporte.
Todos los días se levanta sola a las 6:00 a.m., coge su toalla y se va a bañar sin la ayuda de nadie. Siente que los secretos para llegar a los 100 son varios:
“Qué le diré yo...creo que saber vivir, tener paciencia, llevar los problemas y un esposo muy querido, porque yo me casé muy joven. También es una herencia por el lado de mi mamá (María Florentina Agudelo Raigosa), sus abuelos vivieron más de 102 años”, expresa.
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Siempre ha insistido en la importancia de la unión y el amor familiar y ese legado se ve reflejado hacia ella por parte de sus 15 hijos, 57 nietos, 40 bisnietos y 15 tataranietos: “Tener tanta familia es una felicidad, cada que nacía uno decía que muy rico poder gozarlo, bendito sea Dios y tengo hasta tataranietos”.
Nada le cae mal
Con orgullo confesó que se tiene confianza para la cuchara y come de todo: “Me dan unos calentados con frisoles de 2 días y no me hacen nada; el nieto trae alas con salsas a las 11:00 p.m. y también como”.
Incluso, según su bisnieta, María de los Ángeles Cataño, quien es una de las que a diario la llena de amor, no perdona la raspada de olla de la natilla en Navidad.María Teresa nació en Jardín y aunque hace mucho vive en Medallo, recuerda como si fuera ayer cuando su esposo Rubén Montoya, ya fallecido, le enseñó las labores del campo.
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