Bogotá amaneció con un nudo en la garganta. Un video difundido en redes sociales mostró un acto de violencia que estremeció a la opinión pública: una mujer de la tercera edad fue brutalmente agredida por un habitante de calle en el barrio Quiroga, en la localidad de Rafael Uribe Uribe, al suroriente de la ciudad. El motivo: no tener una moneda para darle.
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Las imágenes, captadas por una cámara de seguridad de una panadería del sector, muestran a la mujer mientras conversaba con una empleada del local. Un joven en condición de calle se le acerca, aparentemente a pedirle dinero. Ante la negativa, según testigos, porque no tenía monedas, el sujeto le propina un golpe en el rostro y sale corriendo, dejando a la abuela tambaleante y herida.
El hecho ocurrió el miércoles 5 de junio y fue compartido inicialmente por la cuenta @PasaenBogota en la red social X (antes Twitter). En minutos, el video se viralizó, acompañado de mensajes de indignación, tristeza y rabia. Para muchos, la escena resume no solo un acto de brutalidad individual, sino una profunda fractura social que se vive a diario en varias zonas de la capital.
La mujer, que vive a pocas cuadras del lugar del ataque, fue auxiliada por la empleada de la panadería que estaba con ella en ese momento. Según versiones recogidas por Blu Radio, la adulta mayor había salido a hacer una compra habitual, sin imaginar que sería agredida en su propio barrio por negarse —o simplemente no poder— dar una moneda.
“Ya no se puede salir tranquilo ni a la esquina”
Vecinos del sector han expresado su alarma por el aumento de episodios violentos en la zona, muchos de ellos protagonizados por personas en condición de calle que, según denuncian, merodean los establecimientos, consumen sustancias psicoactivas en vía pública y agreden verbal o físicamente a transeúntes.
“Uno ya no se siente seguro. Esta señora pudo ser mi mamá, mi tía, cualquiera de nosotros. Lo que más duele es que pasó frente a todo el mundo y no hubo ni tiempo de reaccionar”, dijo un residente del barrio Quiroga.
La comunidad ha pedido mayor presencia policial, patrullajes constantes y soluciones estructurales para enfrentar el abandono, el consumo de sustancias y la falta de políticas efectivas para la atención a habitantes de calle.
La Policía Metropolitana de Bogotá confirmó que ya inició la búsqueda del agresor. Según informó el comandante de la localidad, las imágenes del ataque están siendo analizadas con el objetivo de identificar y judicializar al responsable. “Estamos trabajando en conjunto con la Fiscalía y los frentes de seguridad barrial para dar con el paradero de este sujeto lo antes posible”, declaró.
Asimismo, la Secretaría de Seguridad indicó que activó una ruta de atención para la víctima, y que evalúa posibles medidas especiales para reforzar la vigilancia en zonas consideradas de alta conflictividad social.
Las redes sociales no han sido ajenas al impacto del caso. Decenas de ciudadanos han manifestado su apoyo a la mujer agredida, con mensajes de solidaridad y rechazo absoluto a lo ocurrido. “Esto es inaceptable”, “Qué dolor de país”, “Ya no respetan ni a una abuela”, fueron algunas de las frases más repetidas en plataformas como X, Instagram y Facebook.
Varios usuarios también han aprovechado la viralización del video para exigir acciones concretas del Distrito. Algunos incluso propusieron campañas de ayuda a la víctima o iniciativas ciudadanas para recuperar la seguridad del barrio Quiroga.
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Lo sucedido no es solo una anécdota que se olvida en un ciclo de noticias. Es el reflejo de un tejido social en crisis. La convivencia en el espacio público, el abandono institucional de las poblaciones vulnerables, la falta de políticas integrales frente al fenómeno de habitabilidad en calle y, sobre todo, el deterioro de la empatía colectiva, son temas que no pueden seguir postergándose.
Bogotá es una ciudad en la que conviven todas las realidades. Y cuando una de esas realidades golpea —literal y simbólicamente— a una abuela indefensa, lo mínimo que se espera es una reacción urgente, decidida y justa.
Porque más allá del video, lo que hay detrás es una pregunta que nos duele a todos: ¿cómo llegamos a normalizar el abandono y la violencia contra quienes más deberíamos cuidar?
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