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Cúcuta
Del caos al orden, ¿cómo planea Cúcuta recuperar el espacio público sin repetir errores del pasado?
La política pública de vendedores informales promete mejores resultados.
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María José Salcedo
Domingo, 29 de Junio de 2025

Recientemente el Concejo de Cúcuta aprobó el proyecto de acuerdo 016 de 2025, por medio del cual se creó la Política Pública para Vendedores Informales, una iniciativa que busca generar un ordenamiento definitivo del espacio público en el centro de la ciudad, a partir de la reorganización y reubicación del comercio informal. 

Pero este no es el primer ejercicio que se lleva a cabo con ese propósito en Cúcuta, de hecho es el tercero en su histórica lucha por ordenar la informalidad. 

El antecedente más reciente data de hace 30 años, cuando en 1995, durante el mandato del fallecido alcalde Pauselino Camargo (1995-1997), se adelantó un plan de despeje del centro de la ciudad, en medio de un operativo en el que fueron removidas alrededor de 1.120 casetas que ocupaban el espacio público. 

Esta acción no respondió a una política pública, sino que fue el resultado de un acuerdo entre la administración municipal y los comerciantes, a través del cual la alcaldía se comprometió a habilitar espacios dignos para que los vendedores continuarán con su actividad, pero concentrados en un mismo espacio, sin colapsar calles y andenes. 

Muchos aceptaron a la primera, mientras que otros, los que se resistieron ante el temor de perder visibilidad y clientela, tuvieron que hacerlo a la mala, previo enfrentamiento con la fuerza pública, que terminó arrancando las casetas que habían sido pegadas con cemento a los andenes. 


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Así fue como nació, por ejemplo, el centro comercial Oití, donde fueron reubicados un poco más de los 500 comerciantes que fueron desterrados de la calle; otros fueron llevados a un espacio conocido en la época como El Tierrero, en el lote donde hoy funciona el centro comercial Ventura Plaza. 

Antes de este experimento, se había hecho otro en 1965, casualmente 30 años antes, durante el gobierno del alcalde Eustorgio Colmenares (creador de este medio de comunicación), quien también ejecutó un plan de reordenamiento del espacio público, y recogió a los informales que ocupaban los espacios de las calles 11, 11A y 12 con avenidas sexta, séptima y octava, y los llevó a un lugar llamado Los Encerrados. 

Estas dos experiencias, aunque efectivas en el momento, a largo plazo no pudieron evitar el desbordamiento del comercio informal, que en los últimos años se ha tornado en un caos sin precedentes. 

Así las cosas, qué expectativa hay con la implementación de esta política pública, tomando en cuenta que en esta ocasión no se trata solo del despeje de calles y andenes plagados de todo tipo de mercancías, sino de también de recuperar la seguridad, amenazada por las mafias del microtráfico que se mueven en algunos de estos pequeños negocios. 

 

CASETAS.

 

“No vamos a cometer errores del pasado”

Santiago Burbano, subsecretario de Gobierno, manifestó que “nosotros no vamos a caer en errores del pasado”, dijo y explicó que si bien el objetivo es reubicar los vendedores y recuperar el espacio público, a diferencia de experiencias pasadas, no se hará construyendo centros comerciales, sino estableciendo otro tipo de compromisos que impidan el retorno a las calles. 

“Nosotros no hemos encontrado registros de resoluciones o de actos administrativos que acrediten a las personas sobre algún proceso de reubicación; al no existir tal documento, que evidencie que recibieron un beneficio y que no pueden volver a estar en la calle, pues quedan con la libertad de recibir el local en un centro comercial, pero no los obliga a retirarse del espacio público”, indica Burbano. 

En este punto radica la principal diferencia con los procesos previos. “Los programas de reubicación los vamos a hacer con el compromiso de que la persona que se traslada no se va a quedar en la calle; si no lo hacen, perderán el lugar con el que han sido beneficiados”, aseguró. 

Pero ¿dónde y cómo se va a ubicar a estos vendedores informales? En este punto, explicó Burbano que dentro del plan de desarrollo están proyectados centro comerciales a cielo abierto, en lotes y parques abandonados que sean del municipio, acondicionados con mobiliario armonizado, “así es cómo se ha hecho en ciudades modernas”, dijo. 

Indicó que este año está previsto hacer dos reubicaciones, ya están vistos los lugares, pero no anticipó nada más para evitar especulaciones. 

 

CASETAS,

 

Experiencias satisfactorias del pasado  

Si bien las estrategias implementadas por las administraciones anteriores resultaron ineficaces para contener el comercio informal en la calles, hay experiencias satisfactorias en muchas de las personas que fueron reubicadas en centro comerciales como el Oití, que este año llega al 30 aniversario. 

Cruz Delina Rozo y Yolanda Sandoval son dos de esas comerciantes fundadoras de este emblemático establecimiento. Con 85 y 50 años, respectivamente, prácticamente toda su vida han sido comerciantes.


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Ambas recuerdan como traumático el proceso de pasar de vender en una caseta metálica alojada en un andén -donde había estado por años- a hacerlo en un espacio cerrado. “Me costó lágrimas, pero al fin y al cabo fue una bendición que el Señor nos dio”, expresa Cruz Delina. 

Dice que al principio fue un choque duro, porque las ventas no fueron las mejores y tuvo que empezar a hacer algunos pagos extra, cuando antes la ganancia era completa para ella, pero “gracias a Dios, ese fin de año fue bendecido y alcanzamos a hacer algo para ir remodelando poco a poco”. 

La misma sensación le quedó a Yolanda. “Realmente no fue un año tan duro, porque la Alcaldía le había dado mucha promoción al centro comercial, y esto se llenó de gente. No fue malo que nos hubieran recogido, pero al principio había resistencia por la incertidumbre”, añade. 

Sobre la situación actual del centro por cuenta de la economía informal, coinciden en que es peor que hace 30 años, porque hay mucha más gente que entonces. 

“Antes no había tanta hambre como ahora. Ahora hay mucho desempleo, eso hace que la gente salga a la calle a rebuscarse, para poder conseguir aunque sea unos 100 pesos para comprar una libra de arroz y una libra de hueso para hacer una sopa aunque sea”, cuenta Cruz Delina. 

Yolanda comparte la idea de doña Cruz, “porque en la calle pueden vender cualquier cosa y no van a pagar impuesto, arriendo, luz, y por el desempleo que hay, pues la gente se agarra de lo que primero que puede; y si tirar un caucho en la calle  y botarle 10 pares de zapatos les da, pues la gente se queda ahí, porque necesita, todos necesitamos”, agrega. 

 

CASETAS

 

Mercado de La Sexta

Cuando se cruza, hoy, por el Parque Lineal, debe recordarse que allí se levantaba el corazón que en el pasado ‘latía’ como el mercado principal de la capital de Norte de Santander, donde se conseguían los principales productos alimenticios de la canasta familiar.

Aunque había un gran galpón donde se concentraban numerosos puestos de verduras, carnes. pescado, granos y otros artículos, en las calles aledañas, incluyendo un gran tramo de la avenida sexta, el espacio público estaba ocupado por centenares de ventas ambulantes.

En aquella época  había ‘superpoblación’ los toldillos, casetas, carretas y  ventas ambulantes se asentaban en pleno centro, para ofrecer productos de pancoger a los compradores que llegaban hasta  ese lugar, que obstaculizaban el tráfico vehicular.

En cumplimiento de las normas del Plan de Ordenamiento Territorial, llegó el momento de que este mercado a cielo abierto desapareciera y que el mercado minorista fuera reubicado, en 2007, cerca de Cenabastos, en donde se construyeron las instalaciones de la  Nueva Sexta.


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Hoy todavía no podemos decir que el POT sea atendido plenamente en ese sentido, porque todavía se  encuentran las carretas ofreciendo perecederos en la zona céntrica de la ciudad, aparte de ser un elemento generador de ruido pese a las normas que lo prohíben.
Las Mercedes

En su administración, el exalcalde Donamaris Ramírez dispuso el centro comercial Las Mercedes, situado en donde funcionó la antigua cárcel Modelo de Cúcuta, como uno de los lugares para que allí se ubicaran vendedores informales que se encontraban en la vía pública.

Este intento  finalmente no dio los resultados esperados. En la actualidad en la segunda planta del citado establecimiento funciona el Centro Intégrate para la atención de los migrantes venezolanos y colombianos retornados que llegan a la capital nortesantandereana.

 

LAS MERCEDES

 

Las casetas

Durante décadas el centro de Cúcuta estuvo rodeado en varias de sus calles y avenidas principales por casetas metálicas de ventas estacionarias. Ahí se conseguían desde ropa para toda la familia, zapatos, libros, útiles escolares yotra clase de productos.

Lo que sucedía en esos tiempos del siglo pasado, es que prácticamente no se les veía la fachada a los negocios y el paso de peatones resultaba muy complicado por los andenes en que se encontraban anclados estos puestos de venta. Fue en la administración del exalcalde Enrique Cuados Corredor cuando se determinó la construcción del centro comercial El Oití, para la reubicación de los vendedores informales y de esta manera despejar una proporción importante del espacio público del corazón de la capital de Norte de Santander.


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El proceso de desmonte de esas estructuras y de traslado de los comerciantes informales le correspondió al entonces alcalde Pauselino Camargo, que la llevó adelante hace ya treinta años. En  1995 dicha operación estuvo marcada por momentos de tensión.  Las estructuras metálicas desmontadas por cuadrillas de la Secretaría de Obras Públicas del Municipio hasta un lote conocido como El Tierrero.

Para hacernos una idea de la cantidad de puestos estacionarios, reportes de prensa de la época señalan que el alcalde Camargo informó que en un principio 429 vendedores habían adquirido locales para trasladarse a El Oití y que a ellos se sumarían 200 más a los que la administración  municipal les pagó la cuota inicial. 

Era un cordón metálico inmenso conformado por esos puestos, del que hoy solo queda el recuerdo fotográfico.  

 

CASETAS.

 

Los retos 

Santiago Burbano, subsecretario de Gobierno municipal explicó que desde la aprobación del proyecto de acuerdo que dio luz verde a la Política Pública para Vendedores Informales se ha venido avanzando en la caracterización de estos comerciantes, con la aplicación de un formulario de 106 preguntas, a través del cual se busca establecer la situación socioeconómica de estas personas y sus condiciones actuales. 

Explica que luego de la caracterización, viene un proceso de carnetización,  cuyo requisito fundamental es la presentación de la cédula de ciudadanía, mientras que los migrantes deben demostrar que están regulares en el país, pues  “nadie que esté indocumentado podrá ejercer una actividad informal sobre el espacio público”, afirma. 

Indica que el ejercicio inició desde la periferia y va hacia el centro. Señaló que a la fecha se han aplicado 297 encuestas de caracterización en los sectores de la Avenida Cero, Caobos, La Libertadores y parques contiguos a un perímetro del centro. 

Todo ha ido bien, sin embargo, existe preocupación por lo que pueda suceder cuando llegue el momento de caracterizar los vendedores del centro de la ciudad. 
Burbano explica que estos censos no les gustan a muchos vendedores informales, porque desnudan los negocios turbios que se esconden detrás de las ventas ambulantes. 


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“Es un reto para nosotros. Vamos con el acompañamiento de la Policía a caracterizar y quien no quiera, no se le va a emitir el carnet; entonces de aquí a ocho o nueve meses, quien no tenga ese carnet emitido por la alcaldía, con sello de seguridad, con un QR de identificación, no podrá ejercer ninguna actividad sobre espacio público”, asevera. 

Asimismo, en el escenario hipotético de que una persona quiera instalarse en el espacio público sin la debida autorización, será objeto de sanción conforme a lo establecido en la Ley 1801 del Código de Policía por ocupación indebida del espacio público.  

“No es fácil organizar una ciudad en cuanto al espacio público, más con personas que no tienen idea de la cultura ciudadana, que aparte no les  interesa; sin embargo, alguien tiene que hacerlo y nosotros asumimos el reto”, manifiesta Burbano. 

Mirada a varias soluciones 

La invasión del espacio público es un fenómeno que se viene presentando en varias ciudades del país, usualmente en áreas conocidas popularmente como “el centro” donde existe una mayor afluencia de personas dada la aglomeración de negocios dedicados al comercio u otras actividades. Parte de esta dinámica responde a las características de países en desarrollo donde los altos niveles de desempleo urbano pueden llevar a un individuo a ocupar parte de una calle para poder comercializar un bien o servicio, buscando con esto generar ingresos para su hogar, la literatura suele llamarlo como emprendimientos de subsistencia. 

Parte de la solución comienza por entender el problema desde un enfoque de negocios, y no como un problema de mercado laboral. Si pensamos en esto, no estamos hablando de negocios formales tradicionales, estamos hablando de negocios informales, por lo tanto, generar incentivos de mediano y largo plazo para la formalización de estos comerciantes pueden ayudar a mejorar los espacios.

Estos incentivos, deben ir integrados a estrategias robustas como reubicación y embellecimiento del espacio público, donde las autoridades locales no solamente generan un espacio físico para trasladar a los negocios, sino más bien, desarrollar una estrategia integral para garantizar una demanda de personas en dicho lugar, esto puede incluir acciones como formalización de los espacios entregados para cada emprendedor, estrategias de comunicación para la población de Cúcuta, acompañamiento empresarial a través de capacitaciones, entre otras alternativas. 

 

CASETAS.

 

Algunas ciudades de Colombia han utilizado estrategias basadas en embellecimiento del espacio público, lo cual incluye la adecuación de los negocios para generar una armonía con dichos espacios. Esto permite mantener los emprendimientos y no perjudicar a los transeúntes. En el caso de Cúcuta, sería apropiado realizar estudios donde se pueda analizar de manera profunda dónde y cómo se pueden generar este tipo de espacios. 

Por otro lado, apuestas como banco de microcréditos para emprendimientos pueden ser importantes para impulsar y mejorar las condiciones de estos negocios de subsistencia. Esto puede ir articulado con el fortalecimiento o creación de organizaciones de tipo cooperativas que puedan respaldar el acceso a este tipo de créditos, regularmente los propietarios de estos negocios suelen no cumplir los requisitos formales del sector financiero, pero estas estructuras muy posiblemente ayuden a resolver dicha problemática.


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Estos modelos han funcionado en otros países como México por ejemplo- Recientemente, una de mis estudiantes llamada Laura Peña Ramírez realizó una investigación sobre el cooperativismos en la ciudad de Cúcuta, una de sus conclusiones es la necesidad de integrar diferentes sectores como la academia, instituciones como Cámara de Comercio, y otras organizaciones locales, para generar espacios de desarrollo cooperativo buscando mejorar las condiciones de vida de las personas que realizan este tipo de actividades económicas, como ocurre en ciudades mexicanas como Puebla.

Por lo tanto, un soporte interesante para la solución del espacio público puede ser la conformación de este tipo de redes.

En materia de seguridad social, en la actualidad Colpensiones mantiene el programa de Beneficios Económicos Periódicos (BEPS). Los BEPS permiten ahorrar de manera individual y flexible, la cantidad que puedan y cuando puedan de dinero a un fondo, donde luego el Estado coloca una parte adicional de dicho ahorro para brindar seguridad financiera en aquellas personas que no pueden acceder a una pensión tradicional.

Esta iniciativa, puede ser de muy corto plazo, y puede realizarse a través de campañas de asesorías, y un trabajo de comunicación por parte de la alcaldía para que la población conozca y se interese un poco más por dicho programa.


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