La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Vida
No luche con los amigos imaginarios de sus hijos
Conozca cómo actuar frente a esta situación y qué tan beneficioso o perjudicial pueden ser estos seres invisibles.
Authored by
Image
Jennifer Rincón
Sábado, 23 de Abril de 2016

Que su hijo tenga un amigo imaginario es un hecho que no debe generarle alarma, ya que es un comportamiento mucho más común de lo que usted se imagina y tiene más puntos a favor que en contra.

La sicóloga Íngrid Camacho explica que los amigos imaginarios aparecen cuando el niño tiene entre 2 y 3 años, en el momento en que empiezan a desarrollar su lenguaje, y pueden durar hasta los cinco años. En raras ocasiones estos amigos están presentes hasta los siete años.

Asegura que este comportamiento es normal y no representa ninguna enfermedad mental ni ningún problema patológico.

“Los niños tienen pensamiento mágico y viven imaginando mucho más que los adultos, por lo que a lo largo de la primera infancia pueden idearse personajes que los acompañen en sus momentos de juego”, explica Camacho. 

Pese a que no todos los niños llegan a tener un amigo imaginario, en ocasiones canalizan su imaginación imitando a sus personajes de televisión favoritos.

“El niño puede adoptar el rol de determinado personaje, generalmente un superhéroe o un dibujo animado, imitando su voz, sus comportamientos y su forma de vestir”, añadió.

La puerta a lo imaginario

No todos los niños tienen amigos imaginarios. Depende de cada familia y el contexto. Si el niño ve muchos dibujos animados, tiene cantidades excesivas de  juguetes y tiene muchos elementos que le permiten poner a volar su imaginación, puede idearse a su nuevo amigo.

“Si un niño no tiene muchos juguetes, puede tomar un marcador e imaginar que es un cohete, pero cuando acaba el juego lo vuelve a tomar como marcador; allí está usando su imaginación”, explica Camacho. 

En el caso de los amigos imaginarios estos no cambian de forma y para el niño son reales. Les crean una personalidad y una forma propia.

Los amigos imaginarios pueden tener cualquier forma, sea animal, otra persona, un juguete o un personaje de la televisión. Los niños no lo ven sino se lo imaginan, le hablan y recrean las respuestas que su amigo les pudiera dar.

El niño puede jugar con otros y socializar e incluso contarles a sus amigos que tiene un amigo imaginario que se llama de tal forma y tiene ciertas características sin que esto afecte su relación con el resto de niños. Al llegar a la casa y estar solo puede volver a traer a colación a su amigo invisible.

La reacción adecuada…

Es esencial que los padres les permitan a los niños imaginar porque gracias a ello y mediante el juego se desarrolla la personalidad y se socializa con niños y adultos.

Cuando los padres sorprendan a su hijo hablando con su amigo imaginario, se recomienda preguntarle al niño de qué se trata el juego, con quién está hablando y cuáles son las características de este personaje.

“Así como para el adulto es algo serio ir al trabajo y pagar las cuentas, para el niño cobra la misma importancia el juego, sus juguetes y su amigos imaginarios”, explica Camacho. “Hay que tratarlos con la misma importancia, porque para él, en esta etapa, es lo más importante”.

Cuando el padre obliga al niño a dejar a su amigo imaginario le está castrando su imaginación. Los padres deben manejar este tema con mucho respeto porque hace parte del libre desarrollo del niño.

Si los padres se empecinan en acabar o ignorar la existencia del amigo imaginario de sus hijos, podrían afligirlos.

Frases como: “tu amigo  no existe”, “tu amigo es una mentira, deja la tontería”,  empeoran la situación y afectan el autoestima de los pequeños.

Cuando se convierte en un problema

Los amigos imaginarios se convierten en un el problema cuando el niño empiece a crear ideas o acciones negativas que afecten a otros niños o a su ambiente social.

Si el niño le pega a otro alegando que su amigo imaginario lo hace o culpabiliza a su amigo invisible de hacer una acción indebida, cuando él lo hizo, es hora de tomar las riendas de la situación. 

“No debemos irnos en contra del amigo imaginario porque el niño es quién lo crea y es el único que tiene el potencial de desaparecerlo.  Hay que mirar el ambiente en el que el niño se está desarrollando”, explica la experta.

Cuando el menor pasa horas enteras viendo dibujos animados con contenidos violentos o ve maltratos y malas palabras en casa, adopta e imita  estas características, ya que toma los ejemplos de comportamiento de su entorno.

Supervisar a los niños mientras ven televisión y orientarlos frente a determinados contenidos es clave en este proceso de aprendizaje. Igualmente los padres o las personas encargadas del cuidado de los menores deben explicarles qué comportamientos son socialmente aceptados y cuáles no.

“No hay que decirles a los niños que no se comporte de determinada forma porque está mal, hay que explicarles porqué está mal esta acción.  Cuando les explicamos que no deben pegarles a sus compañeros porque les causan dolor, los orientamos a cambiar sus ideas”, explica Camacho. “

Cuando el niño adopta otra percepción  cambia y mejora las características de su amigo imaginario. 

Recomendaciones

Cero alarmas. Hay padres que se asustan al descubrir a su hijo hablando solo en la habitación. Hay que orientarlos y explicarles que tener amigos imaginarios es normal y que no todos los niños presentan.

Permítales a sus hijos desarrollar sus habilidades sin ponerles limitantes. Invente historias y ayúdele a jugar con su capacidad de imaginación.

Permítales jugar. Por medio del juego el niño desarrolla su personalidad y sus capacidades sociales.

Oriente a los niños sobre los comportamientos que son socialmente aceptados y los que no. 

Si ve que el amigo imaginario de su hijo se le salió de las manos acuda acudir a un profesional de inmediato.

Temas del Día