Por: Nancy Faría / Periodista venezolana en Italia
“En la carretera frente de mi casa se ve esta semana transitar pocos carros, sobre todo en horarios previos a las entradas a los trabajos o posteriores a las salidas. Pero el fin de semana previo, solo se sentía el trinar de los pájaros o los tractores que ponían a funcionar los vecinos sobre sus terrenos que esperan ya tardíamente ser cultivados.
Fue tanto el silencio, que una voz por altoparlante desde una camioneta en movimiento alarmó dentro de las casas, pues precisamente, el personal de seguridad del municipio repetía a los ciudadanos, no salir de la casa, llamar a la emergencia en caso de sentirse mal y no olvidar que se está ante una epidemia, de la cual Italia está siendo una de sus peores víctimas”. Así relató Nancy Faría Lugo, periodista venezolana que vive en Italia, cómo empezó el pasado 3 de marzo el aislamiento preventivo por el coronavirus (COVID-19).
“Las autoridades, a la medida de ‘quédate en casa’ han incluido la frase ‘cierra la puerta al virus”, dice.
Ella vive en Corridonia desde hace dos años, una localidad de la provincia de Macerata en la región de las Marcas, junto a su esposo e hijastro. “Desde el 3 de marzo la rutina cambió”.
Las clases en los colegios o universidades cesaron. Sin embargo, desde el Ministerio de Educación se autorizó las clases vía internet, a través de espacios interactivos que permiten videos, conversaciones y hasta cumplir tareas del día.
“Hasta ahora no conozco ningún caso de contagiados cercanos, ni del municipio o provincia. Espero se mantenga así, alejado tanto de conocidos y de la familia. La cotidianidad no es la misma. Así que en casa, el hijo de mi esposo, que asiste al primer año del liceo superior y yo que estudio italiano en el centro para adultos, estamos adecuándonos a las clases virtuales. Sobre esto, una compañera de estudios me contó que en su caso ha tenido que hacer horarios para usar la única computadora de la casa y poder alternarla con sus hijos para todos estudiar a distancia”, detalla.
La incertidumbre ente los trabajadores crece, porque no se les dice en definitiva que ya no vayan a sus puestos, sino que sigan y cumplan todas las medidas convenientes para prevenir la enfermedad.
“En el caso de mi esposo, puntualmente se ha presentado a su trabajo, que está a 800 metros de distancia de casa y cumple su horario habitual. Sin embargo, los casos de la enfermedad avanzan y se dice que aún no se ha arribado al pico; así que sus empleadores, quienes llevan una semana laborando a puertas cerradas al público, decidieron detener todas las actividades desde el 18 de marzo, salvo casos de emergencia que son atendidos por sus propios dueños. Ahora somos tres en aislamiento en casa”, relató la periodista venezolana.
Las salidas a las calles están permitidas solo por trabajo, emergencias de salud o compras de comida, que debe reportarse en un documento legal al que el gobierno italiano denominó autodeclaración.
“En las ciudades solo se mueven los trabajadores, el transporte público reducido y las marquesinas de supermercados, farmacias y tabaquerías son las únicas encendidas”, cuenta Nancy.
Ir al supermercado, por ejemplo, es una cruzada donde se palpa el miedo en la mirada. “Sobre todo cuando alguna persona se les acerca a menos del metro de distancia como mínimo que se debe guardar por decreto. Raramente, se ve gente caminando por las calles”.
Su relato sigue: “Dentro de los supermercados o abasto no es lo mismo, no están tan abastecidos como de costumbre. Para entrar se debe esperar afuera, para luego por turnos y de dos en dos entrar y hacer las compras. Unas líneas trazadas en el piso indican la distancia a respetar con el personal o con los mostradores. Cintas de seguridad blanca y roja recuerdan que no deben acercarse o tocar los espacios. La caja ya no es abierta, allí ahora separan al comprador y al empleado por una protección de plástico. Quien te atiende por protección lleva mascarilla, guantes y hasta gorro. Es que no deben violar el metro mínimo de distancia entre uno y otro”.
En la región de Las Marcas las autoridades reportan 1.371 casos, unos 129 más que el pasado lunes. Las Marcas lleva en total 69 muertos desde el inicio de la epidemia.
Los casos de enfermos en sus provincias son 733 Pesaro Urbino, 323 Ancona, 117 Macerata, 36 Fermo y 21 Ascoli Piceno. En Macerata se habían reportado casos solo en la parte norte, pero poco a poco ha ido avanzando. “A Petriolo, Mogliano, Piederiapa, y Corridonia, esta última ciudad donde vivo desde marzo del 2018 y los otros circundantes municipios, ya llegó el coronavirus, pues el lunes 16, la autoridad local reconoció 2 casos positivos con el virus, mientras que 32 personas estaban en cuarentena en casa”, precisó.
En Italia los fallecimientos ya son 4.032, al registrarse 627 en las últimas 24 horas. En un país donde el COVID-19 ha contagiado a más de 37.800 personas.