El pueblo no será pueblo hasta que no tenga su templo. Esta afirmación la hacen a diario los gramaloteros desde que comenzó la reconstrucción del nuevo casco urbano de Gramalote, tras la falla geológica que hundió al viejo municipio el 17 de diciembre de 2010.
En la manzana 2, lote 1, del nuevo Gramalote, ubicado en la vereda Miraflores, están los 5.400 metros cuadrados de terreno dispuestos para edificar lo que significa la centralidad de los gramaloteros: la iglesia en honor a San Rafael.
En ese mismo lote fue construida una capilla provisional, inaugurada el 14 de abril, donde el párroco Nelson García celebra tres misas dominicales y una diaria. Esta capilla fue levantada en 15 días y con material reciclado y liviano.
Las viejas campanas del antiguo templo fueron colocadas al frente de la capilla provisional.
Sin embargo, la emblemática iglesia amarrilla con dos torres, la cual quedó partida en dos mitades, y donde se conjugaban la fe, la cultura y la religiosidad de Gramalote, aún espera por su construcción.
El megaproyecto de reconstrucción del poblado nortesantanderano, con una inversión de más de 436.000 millones de pesos, no contempla la construcción del templo. El obispo de Cúcuta, monseñor Víctor Manuel Ochoa, explica que “entre otras razones, es por una cuestión de orden constitucional que no se puede. El gran damnificado de Gramalote fue la Iglesia”.
La explicación del Fondo de Adaptación es que el Estado colombiano, según el artículo 19 de la Constitución Política, tiene un carácter laico, es decir, debe haber neutralidad en la promoción de las religiones. Eso quiere decir que no se pueden destinar recursos públicos para estos fines.
Tres veces ha sido reconstruido Gramalote: las dos últimas en 1857 y 1883. El viejo templo de Gramalote se comenzó a construir precisamente en 1883 y fue terminado con la cúpula mayor en 1939. Dieciocho años después (1957) se reconstruyeron las torres, en conmemoración del centenario de la fundación. En este proceso la comunidad jugó un papel fundamental, porque participó con donaciones.
En esta oportunidad, la Iglesia -en cabeza de monseñor Ochoa- busca concretar el plan de lo que será el nuevo templo.
Durante tres años se levantó el proyecto del nuevo espacio. El padre García explicó que se tienen organizados los registros de escrituras, estudios topográficos, estudios de suelo, diseños arquitectónicos, estructurales, hidrosanitarios, eléctricos y bioclimáticos.
Estos estudios costaron 320 millones de pesos, y para diciembre de este año la Iglesia tendrá saldada la deuda. Sin embargo, para el despegue de la obra no hay recursos.
La parroquia de San Rafael de Gramalote quiere su nuevo templo. Peso a peso buscan edificar lo que significa la unión en el pueblo.
El alcalde José Tarcisio Celis señala que el templo parroquial es de vital importancia para los gramaloteros, porque en ese espacio se concentran ellos y los visitantes del pueblo.
“Este es un sitio para las creencias de nuestra gente, como la veneración a la Virgen de Monguí y a San Rafael. No podemos desconocer el trabajo que ha hecho la Iglesia en Colombia, y especialmente en Gramalote durante estos 162 años de vida municipal. La presencia de la iglesia en el pueblo es significativa, sobre todo en estos momentos en que estamos en una etapa de reasentamiento, de volver a empezar de cero”, dijo.
Gramalote se perfila como un pueblo turístico y lo primero que se visita en un municipio es la iglesia, el parque principal, la plaza de mercado y la alcaldía. “Lo que nos hace falta es lo principal: el templo, que es el pilar fundamental porque está afianzado en los principios religiosos de nuestra gente”, indica.
Carlos Zapata tiene más de 35 años viviendo en Gramalote y dice que la fe de los gramaloteros es tan majestuosa como la antigua iglesia.
“Teniendo en cuenta lo que sucedió en 2010, los habitantes de Gramalote tomamos varios caminos; existe una polarización en el municipio y lo que nos puede unir es el templo, porque el templo nos convoca, y con un llamado a través de un toque de campanas, o de una actividad, es impresionante como la gente responde. Esto nos va a volver a congregar como comunidad gramalotera”, dijo.
Este principio de unión en torno al templo es lo que busca la iglesia. El párroco explica que para arrancar el proyecto comenzarán recaudando fondos, y peso a peso unir esfuerzos para edificarlo.
Para ello organizaron el Reinado Veredal, en el cual participarán un aproximado de 20 candidatas. Las festividades comienzan el 29 de septiembre en honor a San Rafael, fecha en la cual se hará la presentación de las candidatas.
El 27 de noviembre, día de la Virgen de Monguí, harán el desfile de carrozas con material reciclado. En el cronograma, que cierra el 6 de enero del próximo año, con las ferias de Gramalote, se tiene previsto que ese día las candidatas presenten las donaciones al pueblo.
“La candidata que recaude más fondos será la ganadora. Los habitantes de cada vereda organizarán las actividades para reunir los fondos”, dijo el padre.
Además, explicó que una vez inicie el proyecto, cada vereda se ha organizado para donar también su trabajo en mano de obra no calificada. “Están organizadas una vereda cada ocho días; les aseguraremos el hospedaje, la alimentación y la seguridad social a estos obreros”, dijo.
Nuevo proyecto
El proyecto del nuevo templo de Gramalote es liderado por el obispo de Cúcuta, que en octubre de 2017 lo presentó a la opinión pública, y en septiembre del año pasado colocó la primera piedra en el lote, frente a la plaza principal.
El diseño arquitectónico da una perfecta lectura de remembranza de la antigua iglesia, y tal como explicó monseñor Ochoa, se busca conservar la memoria histórica de los gramaloteros.
Su frontis conserva las dos torres con sus campanas, que tienen unos 70 años. Estas medirán desde el piso hasta la punta de la cruz 22 metros, cuatro metros menos que las antiguas.
Se mantiene el rosetón en el centro, los balcones de la casa cural, pero limpiando el ornamento que tenía la antigua iglesia.
La estructura del templo, tras una vista aérea, forma la cruz latina: cada una de las alas dedicadas a San Rafael y la Virgen de Chiquinquirá.
Interiormente la iglesia fue diseñada sin columnas, es decir, no está estructurada en forma de naves; sin embargo, dichas naves están simuladas en la cubierta hecha de hierro enchapado en madera de pino.
El templo tiene una capacidad para 1.000 personas sentadas, y en sus diseños se contempló la utilización de recursos como la luz y el agua para generar servicios ecológicos.
Del antiguo templo se recuperó el techo y unos vitrales de más de 100 años de los tres arcángeles, que requieren una intervención para ser expuestos tipo museo. Del reloj lunar lograron recuperar uno de los tres tableros que tenía.
Este proyecto fue sugerido para que la Iglesia lo postulara a través de la página de contratación pública; sin embargo, no fue posible. Bajo estos criterios costaba aproximadamente 12.000 millones de pesos, pero construyéndolos los propios gramaloteros, vale 7.000 millones.