Un equipo de profesionales y aprendices del Centro de Formación para el Desarrollo Rural y Minero de la regional Norte de Santander del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) está trabajando en un innovador proyecto para reducir las enfermedades oculares y respiratorias en las granjas de producción avícola del departamento.
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El objetivo principal es disminuir la presencia de gases como amoníaco, ácido sulfhídrico y metano, que son responsables de causar enfermedades tanto en las aves como en los trabajadores y vecinos de las granjas.
El proyecto se centra en la aplicación de ‘microorganismos eficientes’ en galpones ubicados en los municipios de Chinácota, Durania y Los Patios.
La investigación avanza bajo el liderazgo de la instructora Marlin Corzo, con el apoyo de Kelly Johanna Pacheco Serrano y Sandra Ureña Pineda, aprendices de la tecnología en Producción Agropecuaria Ecológica, así como con la investigadora e ingeniera biotecnológica Yeily Adriana Rangel Basto, quien forma parte también del Sistema de Investigación, Innovación y Desarrollo Tecnológico (Sennova).
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Rangel detalló que aunque la producción avícola es una actividad económica fundamental en el departamento, la expansión de este sector ha traído consigo problemas ambientales y de salud que se deben mitigar.
“Cuando aumenta la escala de ese sector productivo, pues aumenta la generación de malos olores y gases que causan problemas respiratorios y oculares en los animales y también en los galponeros que están en contacto directo con las aves.
También hemos realizado encuestas de percepción con la población que reside cerca a las granjas y manifiestan bastante inconformidad y molestia porque dicen que es difícil aguantar esos olores y por eso queremos ayudar a superar esta problemática”, explicó Rangel.
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La generación de gases y el impacto del proyecto
La investigadora manifestó que, aunque los galpones suelen ser grandes y contar con buena ventilación, desafortunadamente las aves defecan en las camas de piso, acumulándose materia orgánica que sirve de alimento para ‘microorganismos no benéficos o malignos’, los cuales generan los gases nocivos.
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“Toda esa materia orgánica hace que crezcan microorganismos que alteran el equilibrio, generando estos gases porque utilizan de comida todas las heces fecales de las aves”, agregó Rangel.
Por esta razón, para combatir estos problemas han decidido utilizar lo que denominan ‘microorganismos eficientes o benéficos’ como levaduras, bacterias fotosintéticas y bacterias ácido lácticas que, según Rangel, “trabajan en conjunto y generan un equilibrio que reduce la población de microorganismos que producen gases”.
En este sentido, el proceso de aplicación consiste en introducir estos microorganismos en la cama de las aves, precisando que estos al competir por nutrientes y espacio, desplazan a los nocivos y disminuyen la generación de gases.
Además, estos microorganismos ayudan a mejorar la digestión y conversión de alimentos en las aves, resultando en una mayor ganancia de peso y producción.
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Y, de igual forma, los gases que se reducen son catalogados como generadores de efecto invernadero, lo cual también tiene un impacto positivo en el medio ambiente.
“También se ha demostrado científicamente que estos microorganismos disminuyen la generación de moscas que es otro problema terrible en la parte avícola, entonces es un proyecto con el que no solamente apoyamos el medio ambiente, sino que también mejoramos la calidad de vida de las comunidades y también estamos mejorando la economía de este proceso productivo, y es a lo que le apuntamos”, agregó Rangel.
La investigadora señaló que el proceso de aplicación se extiende durante un mes en cada granja, con mediciones realizadas a los tres, cinco y quince días para evaluar la efectividad del tratamiento.
Las mediciones se realizan utilizando una sonda de gases, lo que permite obtener resultados inmediatos sobre la concentración de los mismos.
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A largo plazo
Actualmente, el proyecto cuenta con la colaboración de tres empresas, las cuales se unieron desde la redacción del proyecto.
Sin embargo, las investigadoras resaltan la importancia de vincular a más entidades públicas y privadas para ampliar el alcance y el impacto del proyecto.
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El equipo de investigación pretende dejar un protocolo estandarizado para el uso de estos microorganismos en la producción avícola, facilitando su aplicación en otros municipios y/o regiones.
“Estamos trabajando en diferentes líneas como cacao, apicultura, sistemas de riego, entre otros, pero la idea es extender el uso de estos microorganismos eficientes a otros sectores productivos importantes en nuestra región”, comentó Rangel.
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