Bajo un cielo azul, los temporeros recorren con sus podadoras las hileras de vides, cosechando un pinot noir madurado en el intenso calor que Inglaterra registró este último verano y que promete una muy buena cosecha a las bodegas de Gusbourne.
Tras las olas de calor que azotaron el país entre junio y agosto, las uvas maduraron pronto. Cada vez más, con el cambio climático, la cosecha, que tradicionalmente comenzaba en octubre en Inglaterra, se adelanta. Este año, empezó a finales de septiembre.
"En este momento, creo que tenemos unas condiciones de cultivo similares a las de (la región francesa) Champagne en los años 1970 y 1980", afirma el enólogo Charlie Holland, directivo de esta bodega fundada en 2004. "¡Tenemos el clima perfecto para hacer un vino espumoso excepcional!", asegura.
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Según un estudio publicado en julio, el calentamiento global multiplicará, en los próximos 20 años, el potencial de la aún incipiente viticultura británica.
Las condiciones climáticas serán ideales para elaborar vinos de cepas como el pinot noir, chardonnay y riesling.
"Bastante aterrador"
En Gusbourne, los tractores llevan cestas llenas de uvas a la bodega en un ballet continuo.
Se le quitan las semillas, se prensa y pueden empezar a fermentar. En esta época de cosecha, el lugar es un hervidero de actividad con 200 personas, más de la mitad de ellas temporeras.
Holland está en todas partes: ocupándose de las prensas, probando el mosto en las cubas de acero inoxidable, controlando la fermentación en las barricas de roble.
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Y no ha perdido el tiempo para diversificar su producción. Además del espumoso tradicional, "elaboramos un tinto con pinot noir y un blanco con chardonnay, que son muy bien recibidos. Ahora podemos madurar las uvas mucho mejor que hace 10 o 15 años".
Puede que el cambio climático sea una bendición para los viticultores británicos, pero está ocurriendo a un ritmo "bastante aterrador" y perturbando incluso al sector del vino, señala Alistair Nesbitt, autor principal del estudio realizado por la consultora Vinescapes, la London School of Economics y la Universidad de East Anglia.
El aumento de las temperaturas está obligando a muchas regiones, desde Francia y España a California y Argentina, a adaptar sus prácticas, cosechar antes o considerar nuevas variedades de uva.
Si la tendencia no cambia, más allá del periodo de 20 años previsto por el estudio, el Reino Unido podría ver la aparición de variedades de uva como el merlot o el cabernet sauvignon.
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Marginal
Mientras tanto, la viticultura británica aprovecha estas nuevas oportunidades: la superficie de viñedo se ha duplicado en ocho años, según la organización WineGB.
Pero con 3.800 hectáreas de viñedos plantados, apenas una décima parte de la superficie de la Champagne francesa, la producción sigue siendo marginal.
El Reino Unido "probablemente siga siendo un productor de vino de nicho", pero tiene potencial para ascender en gama, ayudado por el aumento de las temperaturas, señala Daniel Mettyear, director de investigación de la empresa londinense de análisis del mercado mundial de vinos IWSR Drinks Market Analysis.
Los caldos británicos están empezando a hacerse un nombre, dice, a pesar de su precio relativamente alto: "hay cierto interés (...) que aumenta en Estados Unidos, los países nórdicos y Australia en particular".
La bodega de Gusbourne exporta alrededor de un tercio de su producción a 28 países, principalmente Noruega, Estados Unidos y Japón, pero también a algunos clientes de Francia.
Holland cultiva la imagen de un producto de calidad, con vinos espumosos de reserva y tintos y blancos envejecidos en barricas de roble que exhiben, en la etiqueta, el nombre de la parcela en la que fueron cultivados.
En cuanto al precio, hay que prever por ejemplo 45 libras (50 dólares) por una botella de vino espumoso.
Pero este bodeguero no duda del potencial del vino inglés. "No es tan frecuente ver aparecer una nueva región vinícola en el mapa". Según él, es la primera vez que ocurre desde la emergencia de Nueva Zelanda en los años 1980.
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