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Cúcuta
Casi muere de COVID-19 por no vacunarse a tiempo
Esta es la historia de Darwin, un venezolano de 32 años que vive en Cúcuta.
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Oscar Andrés Olarte
Óscar Andrés Olarte
Categoría nota
Lunes, 20 de Diciembre de 2021

Darwin Córdoba es uno del millón de habitantes de Cúcuta que a diario transita por sus calles. Cuenta que su vida transcurría con normalidad hasta que se infectó de la COVID-19, una enfermedad que por poco acaba con su vida por tomar, según dice, una mala decisión: no vacunarse. 

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Este venezolano que vive en la capital nortesantandereana, a diario, adelantaba sus labores en un establecimiento de comidas rápidas en el hermano país, donde considera que se infectó y vivió un vía crucis que comenzó a mediados de octubre, hasta acabar en la ciudad de Bucaramanga, donde se recuperó en las primeras semanas de diciembre. 

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“¿Cómo me contagié?, la verdad no sé, yo era muy cuidadoso con mi tapabocas, el alcohol, en el entorno de mi familia éramos muy cuidadosos. Yo creo que fue un billete o una moneda o algo en el trabajo, de ahí me hice la prueba y salí positivo, fui a una clínica particular y me mandaron un tratamiento en la casa, días después yo le pedí a mi esposa que me hospitalizaran, y me llevaron a la Clínica Medical Duarte”, le narró a La Opinión. 

Su esposa, Natalia, cuenta que al llegar al establecimiento médico la única opción que se le dio al paciente fue la intubación, pues un rayos x de tórax mostró lo colapsados que estaban los pulmones, por lo que fue una decisión de vida o muerte. 

“Yo no estaba de acuerdo en que lo intubaran, lamentablemente uno toma decisiones en casa y los dos en algún momento ya habíamos decidido que no íbamos a aceptar ese procedimiento, pero estando en la clínica, teniendo comprometido el hígado y los riñones, él me dijo que estaba tranquilo y que firmara para hacer el procedimiento”, cuenta Natalia, con quien tienen una hija de 3 años llamada Abril. 

Unidos como familia, el COVID-19 los separó por más de un mes, una prueba en la que el apoyo familiar, tanto monetario como de cuidado de la niña, fue vital para que Natalia se dedicara las 24 horas a seguir la evolución de su pareja. 

“Él siempre me dijo que quería volver a la casa a ver a Abril, todo el tiempo dijo que quería regresar a la casa. Ese día de la intubación le dijo a la niña, por una nota de voz, que todo iba a estar bien, le dijo ‘te prometo que en el nombre de Dios solo van a ser unos días fuera de casa’ ”, manifestó.  

Sin evolución 

El calendario marcaba un miércoles 20 de octubre y el procedimiento se realizó en horas de la noche. Cuenta Natalia que entre la notificación de finalizado el proceso de intubación y la entrega del reporte médico pasaron 5 minutos, pero en su mente fue una eternidad.

“Tenía un nivel de gases arteriales demasiado bajos, el médico me dice que estaba complicado, que tenía que tener mucha fuerza, no era un procedimiento que garantizara que se salvase, me dijo que en cualquier momento podía recibir cualquier noticia, le daban un 15% de posibilidades de vivir”, recuerda. 

Pasaron tres días y el diagnóstico no era alentador, el paciente no mostraba mejora internado en una de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de la Medical Duarte, donde poco a poco las esperanzas se iban esfumando, según cuenta el mismo Darwin. 

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“Me intubaron pero no había mejora de nada, siempre eran palabras negativas, el ventilador siempre estuvo al 100%, las posibilidades de yo vivir eran muy pocas, pero ahí salió, siete días después, la opción con la clínica de la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV), en Bucaramanga, para conectarme a un respirador por medio de la técnica ECMO”, manifiesta.  
 

Junto a su esposa, Natalia

El ‘milagro’ 

El sistema de Oxigenación por Membrana Extracorpórea (ECMO, por sus siglas en inglés) es una tecnología que reemplaza la función del pulmón de forma temporal y ayuda a la recuperación de pacientes COVID-19 que no responden favorablemente a la ventilación mecánica. 

“Cuando empezamos, en 2007, podíamos atender a cuatro pacientes simultáneamente. Al inicio de la pandemia nuestra capacidad era de nueve pacientes y tras un gran esfuerzo logramos ampliar a 24. Actualmente somos la unidad ECMO más grande de Latinoamérica”, cuenta Leonardo Salazar Rojas, director del Programa ECMO y Corazón Artificial de la FCV. 

Natalia asegura que ser uno de los 24 pacientes que podían recibir este tratamiento en la FCV era algo casi imposible, pero sostiene que los designios de Dios, los bajos índices de pandemia en ese momento en Santander, además de una aceleración en el trámite por parte de la EPS Coosalud, le permitió a Darwin ser uno de los beneficiarios. 

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“A nosotros nos hablaban que teníamos que ofertar este tipo de pacientes para optar por esa terapia, la gestión la hizo la EPS, ellos agilizaron el proceso, autorizaron lo que debían y el 27 de octubre fue un equipo médico de la Cardiovascular, lo conectaron a la ECMO, lo llevaron en una ambulancia medicada hasta el aeropuerto y después en un avión ambulancia llegó a Bucaramanga”, asegura. 

Estando en Bucaramanga, Natalia le contó a La Opinión que fue un proceso duro, pero Darwin respondió muy bien y no tuvo complicaciones. 

“A mí me decían que en la terapia ECMO se podía producir cualquier tipo de hemorragias en el cuerpo, pero no se presentó nada. Fueron dos días sedado y poco a poco se fue despertando, allá recibió terapias, tuvo asistencia de fonoaudiólogos para que tuviera la posibilidad nuevamente de ser normal”, dijo.  

Impulso de la familia

El renacer 

En Bucaramanga, iniciando el mes de noviembre, el milagro se consolidó, Darwin despertó y con el pasar de los días tuvo una evolución favorable, la cual cataloga como un renacer. 

“Cuando desperté empecé a delirar, a decir cosas que me sacaran de ahí, que me iban a matar, cosas así, delirios que producen los medicamentos. Hoy me siento, primeramente, a Dios, muy bien. Ahora viene una rehabilitación para el pulmón porque uno queda con secuelas, tengo que hacer terapias físicas, respiratorias, ya van dos meses sin tomar agua, eso ha sido lo más difícil”, manifiesta. 

Después de la rehabilitación en su casa en la capital nortesantandereana, no se sabe cuándo volverá al trabajo, debido a que debe seguir con oxígeno, y le recomendaron no agitarse, además que se debe recuperar de una trombo en la pierna derecha, la cual se está tratando con anticoagulantes. 

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“Hoy me siento como si hubiese vuelto a nacer, es otra oportunidad de vivir, y la quiero aprovechar lo más que pueda”, aseveró. 

Darwin, tras vivir este duro proceso, les hizo un llamado a todas las personas para acudir a los centros de vacunación, pues asegura que, si se hubiese vacunado, nada por lo que pasó hubiese sucedido. 

“Por necedad no me había vacunado. Yo les puedo decir que se vacunen, es lo mejor que puede haber. Si yo lo hubiese hecho me hubiese dado algo leve, hubiese estado en mi casa con mi hija, mi familia, pero por necedad no lo hice y me arrepiento, no hay otra opción mejor que esa, les pido que se vacunen”, puntualizó.

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