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Proponen construir un puesto de salud para disminuir la inseguridad en Belén de Umbría
Ante el aumento inesperado a estrato 3, la comunidad espera que en el corazón de este barrio de la Comuna 9 se construya un centro de salud que justifique los cobros.
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Ronaldo Medina
Ronaldo Medina
Categoría nota
Jueves, 24 de Junio de 2021

Hacia un costado de la Comuna 9, se encuentra el barrio Belén de Umbría, una agrupación de calles que, a diferencia de otros sectores de la misma comuna, no nació como invasión, sino como una iniciativa de proyectos de vivienda en el año 1993, con planos y estudios de suelo.

Para diferenciarlo del barrio Belén, uno de los más populares de la comuna, le agregaron de Umbría, tomando como referencia un pueblo del departamento de Risaralda.

Cuatro años después, se comenzaron a construir las primeras viviendas con recursos del plan de gobierno del expresidente Andrés Pastrana, pero, una vez terminó su mandato, los recursos se desvanecieron y las demás manzanas se quedaron sin edificar.

 “No supimos por qué se acabó la construcción, pero, a falta de ello, surgió una invasión en el sitio desocupado, pero como los terrenos ya estaban constituidos para construir viviendas, el exalcalde Ramiro Suárez los trasladó hacia otro lado”, relató Jesús Serrano, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC).

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La propuesta de aprovechar los terrenos libres

Odicco Ltda, la constructora que se encargó de cimentar el barrio, una vez terminó las primeras tres manzanas, dejó dispuestas algunas extensas zonas verdes para la futura construcción de espacios comunes como los que gozan hoy: el parque, la cancha de tierra y la cancha de tableta.

Por convenio del dueño de los terrenos con el Estado, se le solicitó a la comunidad que el parque recibiera el nombre de Pablo Tarazona, en honor al padre del propietario.

Aunque una buena parte de ellos están siendo utilizados, otra gran cantidad está sin construir, por lo que la comunidad propone a la administración municipal el aprovechamiento de estos espacios para dotarlos de sitios de los que se pueden beneficiar ellos y vecinos de otros barrios.

“Somos alrededor de 15.000 familias, y el centro de salud más cercano nos queda en Siglo XXI, o si no, nos toca ir al Erasmo Meoz. En cambio, teniendo nosotros en este lugar un centro médico en ese terreno, no solo habría desahogo de la atención en el Hospital, sino que todos aquí nos veríamos beneficiados”, mencionó Serrano.

Otras zonas libres con visión de construcción son para el salón comunal y el salón del adulto mayor, un grupo etario considerable en el barrio que aguarda por un lugar donde ser acogidos para actividades grupales.

Capilla propia tampoco poseen, sino un Centro Cristiano al que acude una parte de la comunidad.

La estratificación, un problema alarmante

Cuando llegaron las familias a las que se les asignaron las primeras viviendas, algunas corrieron la suerte de recibir la estructura ya terminada; otras, solo recibieron los lotes, de acuerdo a la beneficencia del programa estatal.

Gran parte de los habitantes se consideran personas humildes que viven del día a día y la informalidad, por lo que les parece una puñalada en la espalda de parte de la administración municipal que se les subiera el estrato de uno y dos a tres y cuatro, cuando las condiciones de algunas calles no justifican el alza.

“Acá hay personas desplazadas, otras venden café, medias, ropa, otros tienen que correr en el centro por invasión al espacio público, así que nos parece irónica la estratificación. El estado de las calles no es ideal, no tenemos centros comerciales ni bancos ni estación alrededor”, recordó el presidente de la JAC.

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Hace falta más canalización

Fruto de solicitudes constantes, la comunidad al fin recibió el servicio de agua desde enero de este año. Luego tuvieron que presionar en la empresa de acueducto para ser dotados de alcantarillado, porque los fondos ya se habían agotado.

Lo único que recibe las aguas de lluvia es un canal natural de dos kilómetros, del que solo se construyeron 700 metros. Por eso, cuando llueve, el agua rebosa el canal y se filtra en el suelo, causando grietas en un número considerable de viviendas aledañas que, hasta la fecha, a pesar de los desplomes de terreno, siguen sin ser catalogadas como zonas de riesgo. Les habían prometido una visita desde el despacho correspondiente, pero nunca sucedió.

“Nos hemos pronunciado por lo que pasa, pero los entes se echan responsabilidades entre ellos y no nos solucionan”, dijo el líder comunal.

Jairo Durán es uno de los residentes afectados. Desde hace cuatro años vive en Belén de Umbría, donde se encuentra su puesto de trabajo, pero, conforme pasan los días, se siente más preocupado por la crecida del agua en cada lluvia.

“Suele pasar del metro y medio, a veces a más de dos. El agua sucia se sale y entra a nuestras casas. Acá ya se está erosionando todo, el porche de la vecina se ha caído casi por completo, solo queda un pedazo. Le pedimos al señor alcalde que por favor nos colabore, porque los olores y esta situación cada vez es más preocupante”, puntualizó Durán.

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Necesidad de iluminación

En Belén de Umbría, los vecinos reconocen que la Policía Metropolitana trabaja de acuerdo a sus capacidades y personal limitado, motivo por el que, cuando suceden hechos de alarma en la comunidad, en muchas ocasiones no suelen llegar a tiempo.

“Los lotes vacíos no tienen ni un solo bombillo, así que en las noches se prestan para robos, especialmente de celulares, que es la modalidad más frecuente aquí. Todo eso los beneficia para que hagan los daños y luego tomen como ruta de escape el canal”, manifestó un vecino.

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