Con una rigurosa meticulosidad Jairo Contreras Montenegro empezó a esculpir el pesebre más grande que se haya hecho en Cúcuta como si hubiese brotado de la arena.

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El Espíritu de la Navidad lo iluminó durante 20 días en predios del Ecoparque del Agua, iniciativa que surgió de la Caja de Compensación Familiar del Norte, Comfanorte, para alegrar diciembre y convocar a las familias a rezar las novenas a su alrededor.

Habrá suficiente espacio para que se inclinen a su alrededor porque el pesebre mide 12 metros de ancho y alcanza una altura de dos metros con una profundidad de metro y medio, según explicó el afamado escultor de Chinácota.

Asumió el reto de tener lista la obra el primero de diciembre, día en que se prendieron las luces de Navidad en Cúcuta y resto del departamento.

Por eso trabajó durante 18 horas diarias bajo la carpa, que hace las veces de techo del establo, donde se compactó la arena, extraída de la ribera del río, en dos grandes ‘cofres’.

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Esperó seis días que la consistencia de los 49 metros cúbicos de arena (equivalentes a siete volquetas de arena) quedaran como una plastilina, apta para moldear. Jairo Contreras agarró el bisturí, como si fuese a practicar la cirugía más delicada, y procedió a darle figura a la arena inspirado en los principales personajes que adornan un tradicional pesebre: la virgen María, José, el niño Jesús, el ángel, los tres Reyes Magos,los pastores, la estrella de Belén, la mula y el buey, la oveja y el camello. 

Llegaba puntual todos los días al Ecoparque de Comfanorte con la misma energía a continuar esa tarea que dejaba inconclusa, con el apoyo permanente de dos ayudantes.

Usó ropa cómoda para poder movilizarse con facilidad por entre las figuras y en algunos ratos cubría su cabeza con una gorra para apaciguar el sol. Buscaba las mejores posiciones para lograr su cometido. Se agachaba, en algunos casos, en otros, se arrodillaba, para conseguir la perspectiva de los personajes de la pesebrera.

Solo necesitó de mucha agua para darle ‘vida’ al establo donde nació Jesús. Se concentró  15 días  para sacar adelante  el preconcebido boceto que diseñó.

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Se alejó un poco del pesebre tradicional, sin perder la esencia y  desplegó a todo lo ancho un Ángel, con la estrella de Belén,  “resguardando la sagrada familia”, interpretación que hace el escultor de 40 años de experiencia.

Los tres Reyes Magos los ubicó al lado izquierdo de la virgen María, con un camello, también acostado, y un niño Dios  durmiendo al lado. Unas pequeñas ovejas descansan plácidas en la parte baja con un  pastor que las custodia con un niño.

Las personas solo  deberán contemplar la colosal obra durante todo el mes de diciembre. El pesebre está debajo de una carpa para resguardarlo de la lluvia y también está dentro de un corral de tablas para conservar intacto cada detalle como el molino, el árbol, el pasto, que logró el artista plástico a punta de espátulas, palitos y cucharas.

A las figuras les echó color y para ello usó aerosoles y aerógrafos. El escultor advierte que la arena es un material capaz de recibir cualquier tipo de pintura como si se tratara de un papel.

Este pesebre es la obra más gigante que ha hecho el artista plástico Jairo Contreras, pero recuerda que en el 2013 participó en una exhibición, no tan grandes, en el  centro comercial Ventura Plaza bautizada ‘Maravillas en la arena’ con escultores de México y  Uruguay.

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Hace dos años inició a esculpir un pesebre grande en Ragonvalia, pero no lo terminó “por asunto de costos”. En el 2016, con un centro comercial en Bogotá también dejó su huella con tres esculturas.

En Yopal también armó un pesebre de arena y en el 2014 esculpió otro en el parque cementerio La Esperanza.

El arte en la arena es algo que desarrolló desde muy pequeño y fue puliendo la técnica con otros materiales como arcilla, icopor y madera. Sin embargo, su  valor agregado es la dimensión 3D que le da a las esculturas como en este gigante pesebre que se extiende en los 12 metros en el Ecoparque de Comfanorte.

Cuarenta años de trayectoria

Jairo Alonso Contreras Montenegro nació en Chinácota, pero fue criado en Ragonvalia. 

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Desde los siete años hace arte y se nutrió de muchos cursos de distintas técnicas de la pintura. Al principio se ‘rebuscaba’ la vida vendiendo cuadros al óleo.

Después de terminar el bachillerato en el colegio departamental Integrado Nuestra Señora la Merced de Ragonvalia viaja a Bogotá donde inicia la carrera de Diseño Gráfico, pero le tocó regresarse. En Cúcuta se matriculó en el Instituto de Bellas Artes y se graduó como artista plástico.

Sin embargo, quiso convertirse en un profesional y se matriculó en la Universidad de Pamplona a estudiar licenciatura en Educación Artística. Y continuó aprendiendo una gama de técnicas, entre ellas moldeados y modelado con uno de los ayudantes que trabajó con el maestro Fernando Botero.

En Durania ha dejado huellas con esculturas gigantes, animales en llanta, la casa del árbol en cemento y proyectos temáticos para fincas y restaurantes.

Maneja pintura, esculturas, robótica y baile en la academia que montó.

Fue profesor de la Universidad Francisco de Paula durante ocho años y ahora trabaja con su propio emprendimiento que abarca toda clase de materiales y esculturas en arena.

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