Los investigadores judiciales que asumieron el homicidio de Javier Smith Lizarazo Coyante tienen la difícil tarea de determinar qué hay detrás de ese hecho, que hoy enluta a una familia cucuteña la cual pide justicia.

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Como un ‘balde con agua fría’ les cayó a los familiares del hombre, de 29 años, la noticia de que él acababa de ser asesinado a bala, frente a la empresa de sublimación y diseño gráfico, ubicada en la carrera 9 con calle 5, del centro de Villa del Rosario, donde él laboraba.

“Él habló conmigo sobre los planes que tenía con el niño y quería darle lo mejor a él y a su esposa, pero no se pudo. Le arrebataron la vida, es injusto que eso haya sucedido así como así y quede impune”, sostuvo un familiar.

Así se dio el crimen

Javier Smith madrugó ayer. Se alistó, se despidió de su pareja y su hijo, luego se montó en su motocicleta Yamaha Libero, negra, de placa YDN97E, y salió con rumbo a su lugar de trabajo en el municipio histórico, en el que llevaba varios años.

Cuando llegó hasta su destino, a las 7:45 de la mañana, parqueó la moto frente a la oficina y cuando se fue a bajar para ingresar, según testigos, un desconocido se le acercó y le disparó en varias oportunidades.

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Los mortales balazos provocaron que Lizarazo Coyante se cayera al piso con su motocicleta encima, agonizante, mientras varias personas gritaban y pedían que llamaran a una ambulancia y a la Policía.

En cuestión de segundos el lugar se llenó de curiosos, pero momentos después llegó una ambulancia para llevarse a la víctima hasta el Hospital Jorge Cristo Sahium, que está ubicado a cuadra y media del sitio.

“Nosotros escuchamos los tiros, cuando salimos, vimos al muchacho tirado con la moto encima y el casco puesto. Uno lo veía llegar por las mañanas al local de sublimado y salir”, indicó el trabajador de un local cercano.

Aunque los galenos de turno intentaron salvarle la vida a Javier Smith, él falleció minutos más tarde.

Lo más preocupante para las personas que trabajan cerca de donde ocurrió el hecho, es que la estación de Policía y la Alcaldía también están a una cuadra y media y solo hasta después de varios minutos fue que una patrulla arribó a verificar lo sucedido.

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Cuando las unidades de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) llegaron, solo se limitaron a custodiar la escena del crimen y esperar que la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) arriba para la inspección técnica.

Momentos de dolor y tristeza

Los familiares de la víctima, al conocer lo sucedido, arribaron hasta la sala de urgencias del hospital de Villa del Rosario, protagonizando una escena de tristeza y dolor, llorando, gritando y pidiéndoles explicaciones a los funcionarios de la Brinho, sobre lo ocurrido.

“Esto es muy duro, yo llegué pensando que estaba herido y me dicen que no, que Javier está muerto. Se me puso ‘la piel de gallina’, fue incontenible llorar y desesperarse”, dijo un familiar.

Con el paso del tiempo, los familiares se tranquilizaron, mientras eran entrevistados por las autoridades. Pero la llegada de la carroza fúnebre donde transportarían el cadáver de la víctima, volvió a provocar momentos de dolor.

Los allegados se amontonaron a un lado de la parte de atrás de la carroza, mientras el empleado de una funeraria y un miembro de la Brinho montaban el cuerpo envuelto en una bolsa blanca, con destino a Medicina Legal en Cúcuta.

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