La habitación de Dora Oyague sigue igual desde hace casi 26 años, cuando murió junto a otros ocho estudiantes y un profesor de la universidad La Cantuta tras ser secuestrados y ejecutados por militares en un operativo antiterrorista durante el gobierno de Alberto Fujimori.

Desde que Dora desapareció, en julio de 1992, cuando tenía 20 años, su familia decidió conservar sus objetos para honrar su memoria. Por ello, les resulta perturbador el indulto humanitario a Fujimori a quien consideran autor mediato del crimen.

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Esperan que la Corte Interamericana de Derechos Humanos se pronuncie en contra del indulto a Fujimori con la esperanza de que retorne a prisión para cumplir su sentencia de 25 años, aunque el gobierno peruano considera que fue una decisión soberana que no compete a la Corte intentar revertir.

El tiempo inmóvil 

Conforme uno avanza por la casa de la familia Oyague, en el barrio clasemediero limeño de San Borja, se va compenetrando con su memoria.

En el segundo piso de la casa de los Oyague, está el dormitorio de Dora donde el tiempo se ha detenido. Ahí está el escritorio, la máquina de escribir, los trabajos de la universidad, libros de políticos peruanos, como “Pueblo por Pueblo” del expresidente Fernando Belaunde, junto a cuentos del narrador Julio Ramón Ribeyro.

La ropa permanece colgada en el mismo lugar que Dora la dejó. También un cuaderno con recortes periodísticos de sus artistas favoritos. “Era fanática de Luis Miguel y de Madonna”, dice a Carmen Oyague, tía de Dora, que la crió desde los cuatro años. “Es como mí hija mayor”, acota.

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“Su alegría se siente en la casa como cuando llegaba del colegio o la universidad, y entraba saltando a la cocina diciéndome: ¿mamá, hay cariño?”, evoca entre sollozos la mujer.

Los objetos siguen en espera de la estudiante de educación inicial, a quien le gustaba reunir a los amigos en la puerta de la casa pese al toque de queda por los atentados terroristas del grupo maoísta Sendero Luminoso.

“Nunca entenderé porque la mataron, era tan alegre, miembro activa del movimiento Vida Cristiana de la iglesia católica”, se pregunta amarga y sin respuesta Carolina Oyague, que tenía once años cuando secuestraron y mataron a su hermana mayor.

Secuestro y muerte

En la madrugada del 18 de julio de 1992, unos 30 policías y militares encapuchados secuestraron de la residencia estudiantil de la universidad La Cantuta, a nueve estudiantes (dos mujeres y siete varones) y un profesor.

Todos ellos eran acusados por las fuerzas de seguridad de estar implicados en un atentado con coche bomba cometido dos días antes, el 16 de julio, que dejó 25 muertos y 200 heridos en la calle Tarata, en el distrito limeño de Miraflores. 

En 2009, la Corte Suprema determinó que ninguna de las víctimas formaba parte de Sendero Luminoso.

Una investigación periodística con apoyo de un fiscal descubrió en julio de 1993 restos de seres humanos en un paraje del distrito limeño Cieneguilla.

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En la quebrada de Chavilca se hallaron cuatro fosas, en ellas cajas de cartón con restos de los estudiantes y el profesor. Se determinó que fue un escuadrón de la muerte conocido como Colina, dirigido por el mayor del ejército Santiago Martín Rivas, que los secuestró, torturó, asesinó e intentó quemar los cuerpos para desaparecerlos.

Fujimori fue condenado a 25 años de cárcel como autor mediato de la muerte de 25 personas en dos operativos antiterroristas: Barrios Altos, en 1991, y la Cantuta, en 1992. Por eso hechos también sentenciaron a los integrantes del grupo Colina. Durante el juicio al exgobernante, el tribunal se convenció que éste conocía la “guerra sucia” que efectuaba ese escuadrón.

Piden anular indulto

Una delegación de familiares de víctimas del gobierno Alberto Fujimori, entre ellos los de La Cantuta, viajará a Costa Rica, para solicitar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos la nulidad del indulto humanitario que otorgó el presidente Pedro Pablo Kuczynski el 24 de diciembre.

“Fue víspera de navidad, estaba en casa con familiares preparándonos para la noche navideña cuando me avisaron. Fue muy duro, solo lloré, fue horrible”, dice Carmen Oyague.

Kuczynski justificó el indulto, que ha polarizado al país y desatado protestas, alegando que lo otorgó para reconciliar al país antes que Fujimori muera en prisión.

Fujimori, de 79 años, se encontraba hospitalizado desde el 23 de diciembre en una clínica local por una arritmia cardíaca y una baja de su presión arterial, cuando recibió el perdón presidencial. Abandonó la clínica el 4 de enero. Desde entonces está en libertad, pero recluido en una vivienda.