La migración venezolana experimenta una transformación significativa, en los últimos meses, afectada por la consolidación en el poder de Nicolás Maduro, las estrictas políticas migratorias de la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la intensificación de la violencia en el Catatumbo.
Estos factores obligan a los migrantes venezolanos a reconsiderar sus destinos y rutas, buscando lugares que ofrezcan mayor seguridad y oportunidades.
La encuestadora Poder y Estrategia encontró en enero de este año que el 18% de los venezolanos tiene intenciones de migrar en busca de mejores oportunidades de vida, pero es un dato que crece al 40% cuando se le pregunta a jóvenes entre los 18 y los 30 años de edad, explica el sociólogo Ricardo Ríos, presidente de la consultora, de acuerdo con Efecto Cocuyo.
“La situación en Venezuela es insostenible. Cada día es más difícil conseguir alimentos y medicinas, y la represión política no cesa. No veo futuro aquí para mí ni para mi familia”, comenta José Dominice, un venezolano que recientemente decidió abandonar su país.
El estudio de campo de esta encuestadora cubrió a Caracas, Valencia, Maracaibo, Barquisimeto, Puerto La Cruz-Barcelona, San Cristóbal, Barinas y Ciudad Guayana, con una muestra de 1.040 personas.
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Efecto Cocuyo indicó en el informe periodístico que el 6% de los consultados dijo estar bien decidido a migrar; 11% manifestó el deseo de irse, pero sin planes claros; 23% afirmó no tener más opciones que quedarse en Venezuela; 16% dijo no tener ganas de emigrar, y 44% aseguró que definitivamente se queda en el país.
Desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia en 2013, el país enfrenta una inflación descontrolada, escasez de alimentos y un deterioro de los derechos humanos.
“Es como si viviéramos en una cárcel sin barrotes”, expresa Gerardine Vera, una joven que evalúa su salida del país. Su mayor preocupación es encontrar un destino donde pueda regularizarse y trabajar.
Políticas migratorias de Estados Unidos
Simultáneamente, la administración del presidente Donald Trump implementó medidas migratorias más estrictas. El mes pasado, casi 200 migrantes venezolanos fueron deportados desde la base naval de Guantánamo Bay, tras un acuerdo entre Estados Unidos y Venezuela para la repatriación de ciudadanos venezolanos.
Esta acción es parte de un esfuerzo más amplio por parte del gobierno estadounidense para expulsar a migrantes que agotaron todas las vías legales para permanecer en el país. Además, la eliminación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para venezolanos deja a miles en situación vulnerable y con riesgo de deportación.
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Estas políticas generan temor entre los migrantes venezolanos en Estados Unidos. Carmen Vera, quien reside en Miami desde 2018, expresa: “Vivimos con miedo constante. No sabemos si mañana seremos deportados. Es una situación angustiante”.
Lo anterior se ratifica en la siguiene medición. Hasta septiembre de 2024, muchos de los que manifestaron planes de huir de Venezuela tenían en mente Estados Unidos como destino (27%); sin embargo, este porcentaje descendió a 11% en enero, mientras que España pasó a ocupar el primer lugar de preferencia con 26%.
Violencia en el Catatumbo y desplazamiento interno
Mientras tanto, el Catatumbo es escenario de una escalada de violencia debido a enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y disidencia de las Farc. Esta situación provocó el desplazamiento de más de 40.000 personas en enero de este año, marcando uno de los desplazamientos masivos más grandes en los últimos 27 años, en Colombia.
Este conflicto no solo afecta a la población local, sino también a los migrantes venezolanos que transitan por la región en su camino hacia el interior de Colombia o hacia otros países. La inseguridad en el Catatumbo obliga a muchos a buscar rutas alternativas, aumentando su vulnerabilidad y exponiéndolos a nuevos riesgos.
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Nuevos destinos
Ante estos desafíos, los migrantes venezolanos están reconsiderando sus destinos. España emerge como una opción atractiva debido a su política favorable hacia los venezolanos. Sin embargo, la dificultad para obtener documentos de viaje y las limitaciones en los vuelos internacionales complican esta opción.
Brasil también se ha convertido en un destino viable. A través del programa “Operación Acogida”, el país otorga estatus de refugiado a miles de venezolanos, brindándoles asistencia y oportunidades de integración.
En 2024, Brasil reconoció a 12.726 venezolanos como refugiados, representando el 95% de todas las solicitudes aprobadas en el país.
Argentina flexibilizó recientemente su política migratoria, permitiendo el ingreso y radicación de venezolanos con pasaportes o cédulas vencidas hasta por 10 años.
Además, autoriza a menores de nueve años a ingresar solo con la partida de nacimiento. Estas medidas hacen que Argentina sea considerada por muchos migrantes como un destino viable.
Por otro lado, países como Chile implementaron requisitos más estrictos, incluyendo la exigencia de visas, lo que reduce su atractivo como destino para los migrantes venezolanos.
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Desafíos en el camino
Colombia sigue siendo el país con mayor cantidad de venezolanos (2.8 millones), seguido de Perú (1.6 millones), Brasil (626.000) y Chile (532.000). Sin embargo, la acogida que en un principio fue solidaria ha dado paso a tensiones sociales y económicas.
“La migración venezolana ha sido un fenómeno sin precedentes en la región. En un inicio, los gobiernos intentaron responder con programas de ayuda, pero la crisis económica y la pandemia de 2020 desbordaron las capacidades de muchos países”, explica Andrea Romero, socióloga experta en migración. “Esto ha derivado en políticas más restrictivas y en la percepción de que la migración es un problema más que una oportunidad”.
La diversificación de rutas migratorias lleva a los venezolanos a enfrentar nuevos desafíos. La falta de documentación adecuada, las restricciones en vuelos internacionales y la necesidad de atravesar múltiples fronteras aumentan la vulnerabilidad de los migrantes. Además, la presencia de grupos armados en regiones de tránsito, como el Catatumbo, representa un riesgo significativo.
“La situación en el Catatumbo es crítica. Los enfrentamientos entre grupos armados ponen en peligro a todos, incluyendo a los migrantes que pasan por la zona. Muchos han tenido que cambiar sus rutas, exponiéndose a otros peligros”, señala el politólogo Luis Felipe Cuadros.
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Cruzar el Darién, un riesgo mortal
Para muchos, la ruta migratoria no es sencilla. Miles de venezolanos optan por el peligroso trayecto a través de la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá. La travesía, plagada de peligros naturales y grupos criminales, se ha cobrado la vida de cientos de personas.
Las restricciones en países como Panamá y Colombia han llevado a los migrantes a buscar rutas alternativas, muchas veces más peligrosas.
“La diversificación de rutas es una respuesta natural al cierre de fronteras”, afirmó Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. “Pero la falta de documentos de viaje hace que muchos terminen atrapados en países de tránsito sin opciones para seguir avanzando”.
Mientras Maduro se aferra al poder y las condiciones en Venezuela siguen deteriorándose, la migración no se detiene. Algunos encuentran en la diáspora una oportunidad de reinvención, pero para muchos, el camino es de sufrimiento y sacrificio.
“La pregunta que nos hacemos todos los días es: ¿a dónde vamos a ir?”, reflexiona Lucy Rincón. “Queremos estabilidad, seguridad, pero parece que cada puerta que tocamos se está cerrando”.
La crisis migratoria venezolana transforma el mapa de América Latina y sigue marcando el destino de millones de personas. Lo que está claro es que, mientras no haya cambios profundos en Venezuela, su gente seguirá buscando un lugar donde empezar de nuevo.
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