Los vecinos de la vereda Los Negros, en el corregimiento de Ricaurte, dicen estar cansados de los abusos de las autoridades militares venezolanas.
Tan solo el lunes estuvieron en la mira nacional, luego de que el alcalde de Cúcuta, Donamaris Ramírez, denunciara una incursión militar en este sector.
Militares venezolanos ingresaron unos 700 metros dentro del territorio colombiano sin ningún reparo y destruyeron lo que encontraron a su paso.
Sin embargo, esta situación es normal para los habitantes. Las pimpinas incineradas en la entrada del caserío fantasma, en el que se convirtió este lugar desde hace unos cuatro años, no son ni la quinta parte de los abusos que han tenido que aguantar en los últimos años.
“Acá no tenemos ni agua y nos tocó utilizar la poca que teníamos para apagar las llamas... Ellos ya no ven cómo molestarnos y sacarnos plata”, dice uno de los vecinos.
La comunidad asegura que en repetidas oportunidades la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) ingresa al lado colombiano y les pide dinero a cambio de no llevárselos.
“Mi hijo es venezolano y olvidó la cédula en casa. Tuvo que pagar 15 mil bolívares para que no lo embalaran”, dijo uno de los residentes.
Al vecino José Hernández, el año pasado militares venezolanos le quemaron su casa, la cuál estaba en territorio colombiano, por lo que pidió una intervención inmediata del Gobierno Nacional, para evitar que estas arbitrariedades se repitan.
“Los soldados venezolanos estaban que se metían de nuevo esta mañana, pero a lo que vieron que llegó la Policía colombiana se fueron”, dijo Hernández.
Él tiene una finca en los límites con La Popa (Venezuela). Hay 15 hectáreas que están en ese lado, y otras 15 en Colombia, por lo que debe lidiar a diario con los militares venezolanos.
A un extremo de su finca, en pleno límite fronterizo, Hernández puso un aviso con el pabellón nacional, donde se puede leer: República de Colombia para, según él, recordarles los límites a sus vecinos, pero esto no ha servido de mucho.
Mientras que los habitantes de Los Negros se siguen quejando de las incursiones venezolanas, ayer en la tarde los militares de ese país abrieron una enorme zanja en los límites fronterizos para evitar el paso de vehículos colombianos.
La zanja fronteriza, de cinco metros de ancha por ocho de profundidad, es según los vecinos una muestra más de la mala voluntad de sus vecinos.
Jorge Eliecer Martínez, corregidor de Ricaurte, coincidió en las afirmaciones de los vecinos de Los Negros, y aseguró que las incursiones son el pan de cada día.
“La comunidad vive atemorizada, en el 2011 abandonaron el caserío por la incursión de grupos armados ilegales, y ahora los pocos que quedaron están siendo azotados por las autoridades venezolanas”, explicó el corregidor.
Martínez dijo que su comunidad pide a gritos la presencia del Estado en esta zona.
Una vereda fantasma
En 2011, la vereda Los Negros quedó vacía. Las doce familias que la habitaban se vieron forzadas a salir de sus casas por una guerra entre grupos armados ilegales que se disputaban el mando en esta zona.
El caserío quedó inhabitado, y con el paso del tiempo y las constantes incursiones de militares venezolanos, las casas quedaron semidestruidas.
En el interior de los ranchos quedó intacto el paso de la violencia, puertas y ventanas partidas, y fachadas semi quemadas son la mejor prueba de ello.
La escuela rural también fue clausurada, las campanas de la iglesia no volvieron a retumbar y una imagen de la Virgen de Chiquinquirá es su única custodia.
Hoy, solo tres familias quedan en esta vereda, reacias a abandonar sus casas, y con la esperanza de que Los Negros vuelva a ser la misma de antes, una vereda pacífica que, con el tiempo, ha contado con la peor de la suertes.