En el corazón del Valle del Cauca, donde la caña de azúcar se mece con el viento y la historia se escribe con ritmos ancestrales, nace un himno de resistencia.
‘Que le piquen caña’ es mucho más que una canción; es un manifiesto musical que rinde tributo a las mujeres que marcan el rumbo del arte, la ciencia y la cultura en la región.
Bajo la batuta de María Isabel Saavedra y Vicky Echeverri, la iniciativa Mujeres de Caña Dulce se propuso rescatar del olvido a 120 figuras femeninas cuya labor ha sido esencial, aunque muchas veces invisibilizada.
La Opinión conversó con María Isabel Saavedra, una de las mentes detrás de este proyecto, quien nos llevó a través del camino de investigación, composición y colaboración que hizo posible este homenaje musical.
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Las voces de la historia
No es tarea fácil seleccionar a 120 mujeres que dejaron huella en más de un siglo de historia, pero Mujeres de Caña Dulce asumió el reto con el compromiso de quienes saben que la memoria es un terreno que hay que cultivar.
Cada historia rescatada es un testimonio de lucha y pasión, como la de Leonor González Mina, la inolvidable Negra Grande de Colombia, cuyo legado musical abrió puertas para las mujeres afrodescendientes en un medio que, como recordó Saavedra, “aún estaba marcado por el racismo y la segregación”.
La selección de estas figuras no solo se basó en su impacto individual, sino en la manera en que sus trayectorias se entrelazaban, tejiendo una red de influencias y aprendizajes que moldean la identidad del Valle.
“Cada historia fue valiosa, cada anécdota una lección de vida”, enfatizó Saavedra.
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Un bambuco con sabor a lucha
Si hay un ritmo que define el alma de Colombia, es el bambuco. Con su cadencia nostálgica y su arraigo en la música andina, este género fue la elección natural para transmitir el mensaje de ‘Que le piquen caña’.
“El Valle es un departamento bambuquero por naturaleza”, explicó Saavedra, recordando la importancia de festivales como el Mono Núñez y el Petronio Álvarez, espacios donde la tradición musical se mantiene viva.
Pero este bambuco no es solo un homenaje a la herencia cultural, sino también un grito de rebeldía envuelto en una melodía aparentemente festiva.
“La canción es simple, divertida, con un lenguaje cotidiano pero fuerte”, señaló Saavedra. “Bajo su letra picaresca, deja entrever una queja, un profundo cansancio por parte de la mujer que lo hace todo: criar, amar, trabajar, madrugar, rezar, dirigir”.
El mensaje es claro: la mujer ha sostenido la sociedad con su esfuerzo inquebrantable, y es hora de que su voz sea escuchada.
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Arte en sintonía con la música
Mujeres de Caña Dulce no solo se apoya en la música para contar esta historia. La colaboración de artistas de diversas disciplinas es clave para enriquecer el proyecto.
Isa Zapata, ilustradora, capturó la esencia de la diversidad y la sororidad en imágenes vibrantes; María Isabel López (@milarchery.artevisual) aportó su diseño visual; y talentosos músicos como Elkin Quevedo y Germán Ruiz sumaron su virtuosismo a la producción.
El resultado es una obra colectiva donde cada arte dialoga con el otro. Desde la percusión de Alexa Conga hasta la flauta de Sara Munera, pasando por los arreglos de Pablo Manresa y la mezcla de Rafa Vergara, cada elemento contribuye a que ‘Que le piquen caña’ sea una experiencia sensorial y emocional completa.
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Un proyecto con largo aliento
Este himno no es un punto final, sino el primer paso de un camino que promete muchas más historias por contar.
Mujeres de Caña Dulce tiene en marcha una producción musical que, mes a mes, seguirá rindiendo homenaje a distintas facetas de la mujer vallecaucana: las campesinas, las lavanderas, las madres, las trabajadoras.
Además, el proyecto contempla giras, documentales y un libro de edición especial que fue entregado a las homenajeadas y sus familias, asegurando que su legado perdure.
“Esto es solo el comienzo”, dijo Saavedra con convicción. “Nuestro compromiso es seguir visibilizando, rescatando y celebrando a las mujeres que han hecho del Valle del Cauca un territorio de arte, resistencia y esperanza”.
Mientras tanto, ‘Que le piquen caña’ resuena como un eco de justicia, un canto de gratitud y, sobre todo, un recordatorio de que la historia de las mujeres debe contarse en voz alta y sin miedo.
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