En medio del revuelo nacional por el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, una voz del mundo del entretenimiento se alzó con fuerza para exigir empatía. La actriz Luly Bossa, reconocida tanto por su trayectoria artística como por su frontalidad, no se guardó nada y respondió con indignación a los comentarios ofensivos que han surgido en redes sociales contra Claudia Tarazona, esposa del político, quien hoy libra una batalla emocional mientras su esposo permanece en estado crítico.

El ataque armado, ocurrido el pasado 7 de junio durante un acto comunitario en el barrio Modelia de Bogotá, no solo dejó heridas físicas en Uribe Turbay, sino también profundas cicatrices en el clima social.

Mientras el país observa con preocupación la evolución del senador en una Unidad de Cuidados Intensivos, las redes sociales, ese espacio muchas veces impune, se han convertido en escenario de señalamientos crueles contra su pareja, criticada incluso por su aspecto físico.

Fue allí donde entró Luly Bossa.

“¿Qué carajos tienes en el corazón, una piedra?”

La actriz no dudó en utilizar sus plataformas digitales para llamar la atención sobre la ola de comentarios hirientes. Con la voz quebrada por la indignación y la tristeza, difundió un video que rápidamente se viralizó:

“Estaba viendo una cosa del estado de salud de Miguel Uribe y les quiero llamar a la reflexión porque no puede ser que el comentario de una mujer, que debe tener atún en la cabeza, es que la esposa está vieja”, dijo, visiblemente afectada.

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En su mensaje, Bossa cuestionó la falta de compasión de quienes, desde el anonimato o la frivolidad, han optado por lanzar críticas en lugar de mostrar solidaridad. Con su característico estilo directo, arremetió contra los agresores virtuales:

“¿Qué carajos te pasa, mujer? ¿Cómo puede ser que no tengas empatía, solidaridad? ¿Qué carajos tienes en el corazón, una piedra? Intercede, ora para ver si te pasa algo bueno a ti en la vida y dejas de pensar así de la gente. Qué falta de todo”.

Sus palabras resonaron con fuerza en las redes. Para muchos, representaron un grito necesario en tiempos donde la violencia simbólica se normaliza con un “me gusta” o un comentario compartido sin reflexión.

El mensaje de Luly Bossa va más allá de una defensa puntual. Es también un espejo que interpela a una sociedad que, con frecuencia, olvida la humanidad detrás de los personajes públicos. Que olvida que detrás del cargo hay una esposa, una familia, una red afectiva rota por el miedo.

Porque cuando la crítica se vuelve inhumana, el silencio de los demás se convierte en cómplice.

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