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Editorial
El tiro por la culata
La decisión de aceptar el paso de venezolanos deja en evidencia el fracaso del cierre de frontera por parte del gobierno venezolano.
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Domingo, 10 de Julio de 2016

Después de una larga ausencia, la dinámica comercial del área metropolitana de Cúcuta volvió a sus viejas épocas y se llenó de venezolanos.

Se calcula que fueron más de 20 mil los residentes del vecino país que, amparados en la decisión del gobierno de Nicolás Maduro de permitir el paso hacia Colombia un único día y solo por unas horas, llegaron en masa, emocionados, a abastecerse de productos alimenticios, de aseo y de medicamentos que poco consiguen en su país.

El control fronterizo dispuesto en los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, que conectan a San Antonio y a Ureña con el área metropolitana de Cúcuta, poco pudo hacer ante el impulso de una multitud que llegó a suelo colombiano en medio de aplausos, bullas y mensajes de agradecimiento.

Más allá de los resultados positivos para sectores como el cambiario, el de alimentos y bienes de primera necesidad y el de medicinas, que lograron vender incluso la mercancía  que almacenaban en bodega, la jornada de ayer desvirtúa los argumentos aducidos por el gobierno venezolano al momento de cerrar la frontera, pues demuestra que las razones del desabastecimiento son mucho más profundas que, como quiso hacerlo ver Maduro en su momento, solo una responsabilidad de los colombianos.

La decisión de aceptar el paso de venezolanos a Norte de Santander y Arauca deja en evidencia el fracaso del manejo del cierre de frontera por parte del gobierno venezolano, pues demuestra la incapacidad del mismo para garantizarles a sus habitantes lo necesario para vivir bien.    

El hecho de que Venezuela siga afrontando altos niveles de desabastecimiento, incluso con la frontera cerrada –según Datanálisis, en un 65% de los supermercados no se encuentra el promedio de los productos regulados –, desvirtúa el argumento de los colombianos eran responsables de ello por cuenta del contrabando y bachaqueo de productos.

El 19 de agosto, cuando Maduro decidió unilateralmente cerrar la frontera y expulsar a cientos de connacionales residentes en Venezuela, aseguró que eran los colombianos quienes buscaban establecerse allí por las condiciones favorables que ofrecía su país. Hoy, casi 11 meses después, se comprueba que la realidad es muy distinta: son los venezolanos quienes buscan, desesperadamente encontrar una vida mejor en Colombia.    

Con la jornada de ayer, queda claro que la ciudad está empezando a enfrentar una nueva dinámica, que desconoce o que ha olvidado, pues no la vive desde la década del 70 y principios de los 80; incluso, que aún no está preparada para manejar a pesar de que las alertas se vienen dando desde hace meses.

Y aunque no es el mejor momento de abastecimiento en la ciudad como consecuencia del paro camionero, quedó en evidencia que  los productos básicos que llegaron a buscar, los encontraron fácilmente.

La manera en que se dio el paso hacia Colombia, hace imposible la verificación de las personas que realmente llegaron para abastecerse y las que han llegado, decididas, a establecerse en Cúcuta y su área metropolitana.

Teniendo en cuenta la situación que afrontan los venezolanos en su país, Cúcuta y su oferta de informalidad representan, para muchos de esos visitantes, un atractivo inmenso de oportunidades de ingresos por el diferencial cambiario.

Paradójicamente, a pesar de la escasa oferta de empleo formal que tiene Cúcuta, esta capital ha terminado por convertirse en ‘la tierra prometida’ para muchos venezolanos, que hoy ven cómo su país, poco a poco, se descuaderna.

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