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Rosarienses con dos siglos de vigencia histórica
La educación fue uno de los grandes legados del 'Hombre de las Leyes'.
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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Domingo, 3 de Octubre de 2021


"La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador, se necesita ciertamente de educarlo en una escuela moral, de justicia y de leyes", decía el General Francisco de Paula Santander en una carta que dirigía en 1819 a don Guillermo White. 

En esa misiva se aprecia que el general Santander compartía plenamente el pensamiento de Bolívar sobre la necesidad de la educación para formar ciudadanos, comprendiendo que sin la educación pública sería imposible afianzar la independencia y como vicepresidente encargado de las funciones presidenciales, se preocupó por la fundación de colegios, escuelas, universidades y museos; y por modernizar los estudios universitarios.

La educación entonces fue uno de los  grandes legados del Hombre de las Leyes y Organizador de la Victoria,  nacido en Villa del Rosario  el 2 de abril de 1792, quien hizo estudios de latinidad y jurisprudencia en el Colegio de San Bartolomé. 

Villa del Rosario de Cúcuta, cuna de luchadores por la libertad. /Archivo La Opinión

 

La principal preocupación de Santander fue la educación pública, pues consideraba que una nación en formación necesitaba primordialmente hombres capaces de sacarla adelante, y para fortalecerla creó los llamados colegios santanderinos, dedicados no solo a la educación media, sino a la universitaria con cátedras de teología, filosofía, medicina y derecho.

Francisco de Paula Santander, quien falleció el  6 de mayo de 1840, a los 48 años, es uno de los grandes hijos de Villa del Rosario, consagrado junto a otros hombres y mujeres de esta tierra fronteriza  a la causa de la independencia. 

El 3 de octubre de 1821 en el salón  de sesiones ubicado en la sacristía de la iglesia parroquial de Villa del Rosario de Cúcuta, el Libertador Simón Bolívar juró como presidente de la Gran Colombia, y junto a él, tomó posesión como vicepresidente Francisco de Paula Santander, siendo leído tras ese solemne acto el texto de la Constitución que le dio vida política a la República de Colombia, un día como hoy, hace 200 años.
 

El 3 de octubre de 1821 en el salón  de sesiones ubicado en la sacristía de la iglesia parroquial de Villa del Rosario de Cúcuta, el Libertador Simón Bolívar juró como presidente de la Gran Colombia./ Archivo La Opinión

 

Frutos Joaquín Gutiérrez de Caviedes

Frutos Joaquín Gutiérrez de Caviedes, hijo del alférez don Juan Ignacio Gutiérrez con  Bárbara Antonia de Bonilla, nació en la Villa del Rosario el 27 de octubre de 1770. 

El 18 de octubre de 1784 ingresó becado al colegio San Bartolomé. En el claustro consiguió destacarse y al tiempo el colegio de los padres de la Compañía de Jesús, le otorgó el título de doctor en Ciencias Políticas y doctor en Derecho Canónico.

El general Francisco de Paula Santander, dijo que Frutos Joaquín Gutiérrez fue su profesor de práctica forense y que, de él, de Emigdio Benítez y Nicolás Mauricio de Omaña, aprendió “a conocer la justicia, conveniencia y necesidad de que estos países sacudieran la dominación española". 

En 1809 Gutiérrez de Caviedes publicó sus famosas cartas de Suba, cuya idea básica estaba en comprobar las deficiencias del sistema político colonial y la necesidad de formar, tanto a los alumnos como a los superiores, escritos trascendentales que tuvieron gran influencia en la maduración de las ideas emancipadoras.

Las cartas de suba fueron “el primer grito que se lanzó en favor de nuestra libertad”, que como lo dijo el mismo Gutiérrez, era indispensable “difundir oportunamente las luces sobre un pueblo que no conocía sus derechos”.

El coronel José Concha nació en la Villa del Rosario, el 17 de marzo de 1785 y fue bautizado dos días después de su nacimiento en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario. /Archivo La Opinión

 

Mariano José Concha Sánchez 
 
El coronel José Concha nació en la Villa del Rosario, el 17 de marzo de 1785 y fue bautizado dos días después de su nacimiento en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario por parte del presbítero Ignacio José de Nava. 

Su niñez paso entre mimos y regalos, pues así lo permitida la ternura de sus padres Bartolomé de la Concha y Bárbara Sánchez y la opulencia de su casa. Sus primeros estudios los hizo en el colegio de la Compañía de Jesús en Pamplona.

Se enroló en las fuerzas republicanas desde el primer momento que se organizaron en los valles de Cúcuta, en donde el movimiento revolucionario del 4 de Julio de Pamplona tuvo las más fuertes y patrióticas repercusiones, especialmente en el seno de las familias Santander, Fortoul y Concha, vinculadas por la sangre, según datos compilados por el historiador rosariense Gerardo García. 
   
Encontrándose las tropas en Pamplona supieron el acercamiento de Bolívar a los valles de Cúcuta y se trasladaron a ponerse a sus órdenes. Este contingente de más de 100 hombres, se puso en contacto con los valientes momposinos y ocañeros que traía Bolívar, la mañana del 27 de febrero de 1813, después del encuentro armado con el coronel español Ramón Correa en el pueblo de San Cayetano.

Los hombres en armas que bajaron de Pamplona eran comandado por los capitanes Lino Ramírez, Félix Uzcátegui y el ya teniente José Concha, quienes participaron en la batalla que se libró, el 28 de febrero de 1813, sobre las colinas occidentales de San José de Cúcuta, donde las fuerzas patriotas de Bolívar batieron a los realistas.

Las altas capacidades de Concha, su valor heroico, sus aptitudes de organizador, la confianza que inspiraba a sus jefes, lo hacen ascender rápidamente en la carrera militar, señalando cada uno de sus grados por un combate, hasta quedar al frente del batallón de la Unión, en donde se congregaron los restos del ejército Libertador de Venezuela, que al mando de Bolívar triunfó, sucumbió y se cubrió de gloria.

El coronel José Concha nació en la Villa del Rosario, el 17 de marzo de 1785. /Foto cortesía

 

Nicolás Mauricio Omaña 

Entre los patriotas de altura continental que aportaron su lucha por la libertad se cuentan también Nicolás Mauricio de Omaña y Rodríguez, nacido en Villa del Rosario el 22 de septiembre de 1780, quien siguió la carrera del sacerdocio, habiendo llegado a ser el rector del Colegio San Bartolomé en Santafé de Bogotá, donde estudio su sobrino el general Francisco de Paula Santander y de quien él era su tutor, guía y profesor.

Don Nicolás Mauricio fue uno de los más entusiastas animadores del movimiento revolucionario del 20 de Julio de 1810. Tanto es así, que la firma del padre Omaña quedó estampada en el Acta de Independencia levantada en la capital de la república, por haber sido uno de los vocales constituyentes de la Junta encargada del Supremo Gobierno del Reino, designados por el pueblo que se amotinó en la plaza principal el mismo día. Estuvo al lado de José Acevedo y Gómez, Camilo Torres, de su paisano Fruto Joaquín Gutiérrez de Caviedes y tantos otros ilustres directores de la insurrección republicana.

Juan Nepomuceno Pedro Fortul

Juan Nepomuceno Pedro Fortul Sánchez, es otro de los hijos ilustres que deben ser recordados en la conmemoración bicentenaria por su valentía y entrega a la causa libertaria, quien nació el 27 de mayo de 1780 en la Villa del Rosario, hijo de Esteban José Fortoul y María Inés Sánchez Osorio y Rangel de Cuellar.

Su destacado desempeño en el campo de batalla y en todas las tareas emanadas de la guerra le valieron que el 2 de octubre de 1827, el presidente de la república, general Simón Bolívar dictara el decreto por el cual, atendiendo a los méritos y servicios del general de brigada Pedro Fortoul, fuera ascendido a general de División, con previo acuerdo y consentimiento del Senado.

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