Esta vez tenía la intención, por suficiente ilustración, de no escribir sobre la cosa política, hacer un alto y seguir adelante con un comentario más liviano como la reaparición del Cúcuta deportivo en el estadio General Santander y su próxima inclusión en el torneo del futbol profesional colombiano, claro en la categoría A.
Pero sustraerse de ese tema justo el día de elecciones para renovar el Congreso de la República (108 senadores y 188 representantes a la cámara) y de las consultas internas de las coaliciones para escoger su candidato presidencial, no es fácil, sobretodo porque hay una avalancha de informaciones sobre los candidatos que los vincula con aquello que de corazón y con la razón queremos que no ocurra de nuevo, sobre todo actos de corrupción.
Cuando se pregunta a quienes están participando en la contienda política y al público en general sobre cuáles son los problemas más apremiantes que tiene el país y para los cuales es urgente encontrar remedio, ya tabulados los datos, se destacan como los más importantes: justamente la corrupción, la inseguridad urbana y rural, la falta de empleo y oportunidades; para los cuales todos los candidatos ofertan fórmulas para solucionarlos.
Entre las instituciones con menor credibilidad y por tanto con una percepción desfavorable está el Congreso de la República. No le ayudan a recuperar el prestigio los candidatos que tienen enredos y cuentas pendientes con la justicia, son ejemplo de ello: Daniel García Arizabaleta (Centro democrático), Mario Castaño (liberal), Piedad Córdoba (Pacto histórico) y cómo si hiciera falta uno de esta zona del país fue detenido, el candidato a la Cámara por Norte de Santander Wilmer Guerrero (Liberal) con una cantidad grande de dinero en efectivo que no ha podido justificar su procedencia y destino.
Esto nos debe mover a hacer una averiguación minuciosa de los antecedentes y ejecutorias de los nuevos aspirantes a Senado y Cámara, así como también sobre el desempeño en periodos legislativos anteriores de quienes se han postulado para repetir en el cargo que, justifiquen la confianza para otorgarles la aprobación mediante el voto. También se sabe que entre quienes se han postulado hay personas con hojas de vida limpias y merecen la oportunidad de servir desde la posición de congresista, hay que identificarlos y darles nuestro apoyo.
Entre las formas más frecuentes que tipifican la corrupción está la compra del voto y las elecciones parlamentarias se prestan para esta práctica que no ha podido ser erradicada, no obstante los esfuerzos de veedurías que velan por la pureza del voto. Se observa más a menudo en comunidades con carencias de todo tipo, los cuales son vulnerables y quienes tienen el dinero para invertirlo en esta empresa deshonesta no dudan en hacer ofrecimientos que logran convencer a incautos.
Siempre se hacen ruegos para que los congresistas elegidos sean leales a los principios éticos que rigen su trabajo como legisladores y para que su gestión beneficie a quienes los eligieron y no a ellos mismos. Confiemos que el buen juicio sea superior a cualquier otra condición en la elección de hoy y tengamos en los próximos cuatro años un parlamento acorde con las necesidades del país.
jorgepabonl@yahoo.com
