Escribo mientras que Egan Bernal asegura ser el campeón del Tour de Francia. Un triunfo enorme, colosal, muy emocionante. Dos veces antes, con el Tiburón Víctor Hugo Peña, en el 2003, y con Fernando Gaviria, el año pasado, los colombianos habíamos portado esa camiseta amarilla. Una ruta que abrió en 1975 el gran Martín Emilio Cochise Rodríguez, marca mundial de la hora en 1970 en México y campeón mundial de los 4.000 metros persecución individual, y que empezó a consolidarse cuando en 1983 el Colombia Pilas Varta, con Alfonso Flórez como abanderado, fue el primer equipo nacional en tomar la partida.
Desde entonces, los escarabajos colombianos han ido escalando posiciones en el ciclismo internacional. ¿Quién no recuerda las escaladas heroicas del Jardinerito Lucho Herrera en 1984 en Alpe d’Huez, la primera que ganaba un amateur en el Tour, o la de Saint-Étienne en 1985, ya profesional, con el rostro ensangrentado después de una durísima caída? ¿O su victoria inolvidable en la Vuelta a España de 1987, la primera nuestra en una gran vuelta? ¿O el podio en el Tour de ese caballero extraordinario que es Fabio Parra en 1988 y su subcampeonato en España un año después?
Criados en la Vuelta a Colombia y el Clásico RCN, la lista de grandes nombres del ciclismo nacional en Europa es maravillosa: Álvaro Mejía, Pacho Rodríguez, Alberto Camargo, Antonio Agudelo, el Zorro Hernández, Martín Farfán, Julio César Cárdenas, Oscar de Jesús Vargas, Oliverio Rincón, Iván Parra, Hernán Buenahora, Luis Felipe Laverde, el Cacaíto Rodríguez, Chepe González, Félix Cárdenas, Carlos Contreras, Mauricio Ardila, Mauricio Soler, Leonardo Duque, Santiago Botero, ganador de tres etapas en la Vuelta y tres más en el Tour.
Después, esta época sin par, con el triunfo de Nairo Quintana en el Giro de Italia en 2014 y la Vuelta a España en el 2016, más sus dos subcampeonatos, 2013 y 2015, y un tercer puesto en 2016 en el Tour de Francia. Rigoberto Urán, segundo en el Tour 2017 y en el Giro 2013 y 2014. El subcampeonato de Esteban Chaves 2016 en Italia y su podio ese mismo año en España. Los podios del año pasado de Miguel Ángel Supermán López en España e Italia 2018. Y las siete etapas en grandes vueltas, en apenas un par de años, de ese gigante del sprint que es Fernando Gaviria. Y, por supuesto, Mariana Pajón, esa bicicrosista única que nos ha regalado dos medallas de oro olímpicas e incontables campeonatos mundiales.
Ahora Egan, ese muchachito de 22 años que corre con la madurez y la inteligencia de los mayores sabios, el más joven de los campeones del Tour moderno. Egan es un monstruo, un superdotado, al que, si la salud y las caídas no lo traicionan, le esperan nuevos y grandes triunfos, entre ellos la posibilidad de ganar las tres grandes vueltas. Es, además, una prueba de que aún detrás de lo que parece un mal se esconde una oportunidad. Iba de líder para el Giro de Italia, pero se cayó y se fracturó una clavícula. Por eso corrió el Tour. Con Egan se abre una era, una época que tendrá nombre propio.
Toda una historia, del Zipa Forero y Ramón Hoyos a esta, una generación extraordinaria de ciclistas que se consagra con esta victoria apoteósica de Egan Bernal. Si la realidad es auspiciante, el futuro es aún más esperanzador. Tenemos formidables bicicrosistas, pisteros, escaladores, esprinters, contrarrelojistas, todos de talla mundial.
El triunfo de Egan en el Tour ratifica que en el deporte y en la cultura están las grandes figuras del país y donde todos, más allá de las diferencias, podemos encontrarnos. El deporte es salud, el deporte aleja de las drogas y el alcohol, el deporte es disciplina, esfuerzo, perseverancia, el deporte es oportunidad de superación y progreso, el deporte es proyección positiva de la imagen de Colombia. La conversión de Coldeportes en un Ministerio es un mensaje simbólico y político muy importante, que merece aplauso para Iván Duque. Pero hay que acompañarlo de un esfuerzo presupuestal adicional. Tenemos todo para ser una gran potencia deportiva.