La recaptura de la excongresista Aída Merlano Rebolledo suscita toda clase de controversias, y por originarse en país extranjero y arroparla con visos políticos es mayor la exposición mediática, y surgen los apoyos al gobierno o el desafecto al mismo por pura política interna.
Los actuales dirigentes del Estado colombiano tienen discrepancias profundas con los que gobiernan a Venezuela, y no los reconoce. Eso es válido y está en su derecho. El mismo derecho que adujo Venezuela cuando rompió relaciones con “El Imperio” por equis o ye razón, o cuando no estuvo de acuerdo con el proceso parlamentario que llevó al relevo de Dilma Rouseff, en Brasil, y, junto con Venezuela, Bolivia y Ecuador -entonces socios políticos- retiraron sus respectivos embajadores. Exactamente igual.
Ese distanciamiento político o rompimiento diplomático entre los dos Estados, antes socios y colaboradores, ha llevado a la situación que se presenta con la excongresista Merlano, porque Colombia reconoce como presidente de la República a Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez, quien detenta un poder presidencial formal o simbólico -no obstante, como es reconocido por EE.UU. y otro medio centenar de países puede conformar las juntas directivas de Citgo, filial de PDVSA; y de Monómeros Colombo-venezolanos-, y no a Nicolás Maduro Moros, quien posee otro poder, pero acorralado políticamente y amparado en la burocracia, las armas, un presupuesto lánguido y poderosos apoyos asiáticos.
Si Colombia reconoce a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, en pleno ejercicio de sus poderes, es apenas obvio que se entienda con este servidor público, no puede ser de otra manera porque hay que ser coherentes. Pero como están planteadas las cosas me atrevo a decir que Venezuela no extraditará a la excongresista Aída Merlano, tampoco la expulsará ni deportará, y el gobierno de Nicolás Maduro sí la utilizará como un trofeo para presionar políticamente canales diplomáticos o mortificar al gobierno colombiano y al partido político de gobierno, como efectivamente lo hizo el pasado miércoles al sugerirle al presidente Iván Duque: “Rectifique señor Duque, …”, y agrega, “Dicen que (Merlano) sabe todos los secretos del uribismo y de la clase política colombiana”. Todos sabemos todo de todos, lo cierto y lo inventado.
Venezuela intentará sacar el mayor provecho político al trofeo-Merlano y seguramente en Colombia muchas personas se solazan pensando que el gobierno nacional está en aprietos, cuando lo cierto es que sabe lo que hace, hasta que se extinga la trascendencia inflada que el gobierno venezolano le otorga al caso.
¡Quién iba a pensar que una rencilla política entre hermanos al norte de Barranquilla, con una agraciada y talentosa joven de por medio, terminaría en tremendo lío internacional, comprometiendo al Estado colombiano!