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Tratado de los animales
A los animales no les ha ido bien en sus relaciones con el hombre. Éste los caza, los pesca, los pone a su servicio. Y de ñapa se los come. 
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Lunes, 27 de Julio de 2015

Supe que hay en marcha una campaña para devolver los animales de la selva, a la selva; los del agua, al agua; y los del llano, al llano. Y eso está bien. Que cada quien viva en su medio, con los suyos, pues, como lo dice la filosofía de cantina, en una ranchera que se hizo famosa en sus tiempos: “Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”.

A los animales no les ha ido bien en sus relaciones con el hombre. Éste los caza, los pesca, los pone a su servicio. Y de ñapa se los come. Conozco algunos que se comen cualquier bagre.

Los animales, como los humanos, se dividen en clases sociales. Los de arriba y los de abajo. Opresores y oprimidos. De vistosos plumaje y saraviados. 

Igualito a los humanos. Sólo que los animales saraviados lo son de por vida. Los hombres, en cambio, cambian de color en época de elecciones. Según les interese.

Pero los animales se respetan. El león es el rey de la selva y nadie osa usurparle el trono. El águila está hecha para volar por lo alto, y ninguna gallina piensa siquiera en igualarla. Ésta sabe que es de bajo vuelo y ahí se queda, volando bajo. 

El Espíritu Santo se representa por una paloma, y ningún avestruz piensa siquiera en parecerse a la Tercera persona de la Santísima Trinidad. El Cordero pascual es un cordero. Y jamás a un chivo se le ocurriría hacer las veces de cordero en el altar de los cristianos.

Tan mal les ha ido a los animales con el hombre, que han tenido que soportar no sólo la esclavitud y la muerte, sino servirle de espectáculo en sus fiestas. 

Corridas de toros, coleo en el llano, tigres en el circo, peleas de gallos,  carreras de caballos, perros saltarines, loros que hablan y monos que hacen groserías, son parte del espectáculo de la especie humana. 

Y no sólo eso. Han tenido que soportar las burlas y las comparaciones que los hombres hacen con ellos,  Así, por ejemplo, a un tipo bruto le  dicen burro, confundiendo la humildad del asno con la ignorancia. 

Cuando un persona es cobarde, que corre ante el peligro, le dicen gallina. Ya quisiera ver yo a tales guapetones poniendo un huevo y en seguida salir a cacarear.

Sapos les dicen a las personas que se meten en lo que no les interesa, y mapanás son las mujeres chismosas, que, como las culebras, se arrastran para llevar el chisme y el enredo. Tal fue el caso de la mapaná en el Paraíso. 

A las mujeres de dudosa ortografía en su comportamiento les dicen perras o zorras. A los ladrones los llaman ratas. A los que se portan mal les dicen cerdos y a los vagos los llaman patos.

Para que no caigan en los brazos de algunas mujeres, los padres les dicen a sus hijos que se alejen de las que tienen cantos de sirena, dando a entender que éstas, mitad mujer y mitad pez, atraen con sus cantos a los hombres para ahogarlos en sus aguas. Tal vez de allí salió el término “enaguas”, prenda femenina, en aguas. 

Sólo las conejitas de Playboy –lindas y atractivamente pecaminosas – sacan la cara por la  especie animal. Ellas, con colita y orejitas blancas y peludas, dan una muestra de lo útiles y serviciales que pueden llegar a ser las féminas de los conejos. Pero así y todo, las señoras se enfurecen cuando le encuentran al marido una revista Playboy en su escritorio o en el armario. Por eso, lo mejor es visitar a las conejitas en sus conejeras. 
    

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