Antier, nuestra copartidaria Martha Lucía Ramírez convocó a una Colombia unida contra la Corrupción, fijando como uno de los objetivos del gobierno cortar de raíz la malicia y la avivatez, contrarrestándola con una cultura de la integralidad y la legalidad.
Aceptó que a lo largo de la historia la corrupción ha permeado todas las esferas sociales colombianas. Esa afirmación de por sí, es un vainazo a los próceres, pues nos recordó la mordida que le dieron al empréstito ingles para obtener la independencia de España. Ahí como que comenzó la primera polarización del país. Y echándose vainas como ahora Uribe y Santos, de contera llegaron las distintas violencias. Como el día que los próceres se trenzaron jugando cartas al “tresillo” y el Libertador le ganó una mano al vicepresidente: “al fin pude alcanzar algo del empréstito de Londres” le expresó, y se acabó la partida. Bueno hay otras versiones.
Bueno, el tema es que los niveles de la corrupción ya nos alarman, es más, nos asustan. Pero no se logra nada con crear más normas y reformas, sino aplicando la ley, si acaso, a las que existen dándoles mas inmediatez en las sanciones y más agilidad a los trámites sancionatorios.
Efectivamente la corrupción con disfraz de viveza y malicia de la minoría que detenta el poder no necesita más normas para eliminarla. ¿Normas? Basta con las superiores: Articulo 270; la ley organizará formas y sistemas de participación ciudadana que permitan vigilar la gestión pública.
Y deberían bastar los controles muecos; si se les coloca dientes sancionatorios inmediatos, con la sola prueba sumaria: al control social, al control político, al control fiscal y al control disciplinario y lo más importante, si se le da más inmediatez cautelar sancionatoria al procedimiento penal. Lo demás, respetada copartidaria es paja.
El culto y la admiración al vivo, surgió en nuestra comunidad nacional, cuando el derecho penal entre nosotros se volvió liviano con el criterio equivocado de la favorabilidad generosísima, en la defensa de los derechos humanos individuales, sacrificando los colectivos en una derogación sutil de la policía judicial.
Así apareció la admiración por el defensor vivo y el delincuente vivo, o la audacia sobre la bondad.
Además, la corrupción ha tenido estimulantes absurdos, como el contenido en la ley 1425 de 2010 que eliminó el incentivo económico a las acciones populares que había dado la ley 472 de 1998.
Absurda tal eliminación, con el pretexto de reducir la congestión judicial y evitar la temeridad, como si la razón de ser de la rama judicial fuera el ocio remunerado.
Para eliminar la corrupción, hay que empezar por evitar las incoherencias y contradicciones de las políticas de los gobiernos que escogemos. De ahí por qué debemos votar y elegir bien.
Adenda: Pensar que con la Ley 472 de 1998, fue incoada la acción popular que nos devolvió a los cucuteños la “manzana” que ocupaba la empresa Bavaria en esta ciudad, que hoy tendría un valor comercial de $30.000 millones de pesos.
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