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Tiempos de biofilia o el amor por la naturaleza
La renaturalización de entornos urbanos degradados que se lleva a cabo en países como México o China para hacerle frente a la contaminación ambiental es la expresión más genuina del interés por la biofilia.
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Domingo, 1 de Septiembre de 2024

Hay una sensación generalizada de que vivimos tiempos apocalípticos. El nivel de degradación ambiental del planeta, la polución del aire y de las aguas, el riesgo de una conflagración nuclear entre naciones, el bioterrorismo, las migraciones masivas, y un largo listado de calamidades regionales y globales a las que nos vemos enfrentamos con mayor frecuencia parecieran matar el optimismo por un mundo mejor. Sin embargo, hay un poderoso concepto que dos grandes pensadores como Eric Fromm y Edward Wilson trabajaron de modo independiente. Se trata de la biofilia, es decir, la pasión natural o afinidad innata por todo lo viviente.

Algunos la han bautizado como la ‘hipótesis de biofilia’ en el que Wilson (1929-2021) desarrolla el término en su libro de 1984 originalmente titulado Biophilia. A Fromm lo conocemos por su libro el arte de amar y el miedo a la libertad y poco sabíamos de su contribución a este nuevo concepto. El interés que ha despertado en los últimos años el termino biofilia ha hecho que se desarrolle una nueva disciplina tenida en cuenta por el urbanismo verde (arquitectura biofílica), el turismo sostenible, la psicología, la medicina, la pedagogía y la conservación, entre otras.

La renaturalización de entornos urbanos degradados que se lleva a cabo en países como México o China para hacerle frente a la contaminación ambiental es la expresión más genuina del interés por la biofilia. Hospitales con enfoques biofílicos en su diseño arquitectónico como los que existen en Singapur, India o Filipinas son tendencia en el mundo de la salud por su positivo impacto en la recuperación y un alto bienestar de sus pacientes.

Un poco de biofilia en este rincón del mundo nos resultaría de mucha utilidad. Y más aún cuando se trata de un país como Colombia, de exuberante naturaleza e impresionante biodiversidad. Despertar ese sentimiento nato por el cuidado de la naturaleza nos haría reflexionar sobre nuestro papel en el mundo y con ello la responsabilidad de preservar el tesoro natural que alberga nuestro territorio. Solo con acciones decididas y fuertes liderazgos que nos devuelvan la esperanza podremos detener la acelerada degradación biológica que nos esta poniendo al filo de una situación que puede tornarse incontrolable si dejamos pasar la oportunidad de actuar.

Como decía Fromm, el amor también exige cultivo y perseverancia. Lo innato no significa que las cosas se dan por sí misma, se requiere también cultura que es una palabra que viene de cultivo. Así mismo debemos abordar la biofilia, cultivarla para crecer y ser un poco más humanos. Aprendamos de nuestras comunidades nativas, afros e indígenas, o de nuestros campesinos conservacionistas que han venido cultivando la biofilia por mucho tiempo.  


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