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Recomendar el Frente Nacional
Después del Bogotazo del 48, Colombia vivió una nueva etapa de violencia generalizada entre liberales y conservadores dolidos,
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Martes, 3 de Septiembre de 2024

La tesis de López Michelsen sobre el Frente Nacional puede ser fruto de su animadversión por Alberto Lleras. Para López, la alternancia en la presidencia de la república de liberales y conservadores, y la “milimetría” en la burocracia, impidieron a la izquierda democrática llegar al triunfo electoral. Explicaba el nacimiento de las FARC, del ELN y otras guerrillas precisamente esa falta de competencia abierta en las urnas. Como buen disidente, López descalificaba al candidato oficial. Una vez elegido, terminaron los turnos que acordaron Lleras Camargo y Laureano en Benidorm y Sitges.

Cuando las FARC llegaron a Benidorm en 2000, recuerdo el encendido discurso de “Raúl Reyes” defendiendo el pacto entre liberales y conservadores que se negoció allí. “Lo que necesita la paz de Colombia es un nuevo Frente Nacional. Tenemos que buscar los líderes de hoy que emulen con los que le dieron al país esa herramienta maravillosa de convivencia”.

¡Yo no lo podía creer! Junto a la poca gente que se reunió en el Balcón del Mediterráneo, escuchaba el alucinante llamado de uno de los líderes de la organización alzada en armas precisamente para luchar contra la hegemonía liberal-conservadora. Confirmé mis temores de que en política un balcón hace más bien o más daño que un batallón.

Después del Bogotazo del 48, Colombia vivió una nueva etapa de violencia generalizada entre liberales y conservadores dolidos, los unos por el asesinato de Gaitán y los otros por los desafueros masivos subsiguientes. Se acusaban mutuamente de haber iniciado la tragedia. Se mataban sin que temblaran las manos. Se enemistaron familias, barrios, veredas, pueblos enteros que se enfrentaban sangrientos en las noches sin fin de la Violencia. La dictadura militar encontró asiento en nuestra democracia.

Alberto Lleras y Laureano Gómez decidieron poner fin al holocausto y acordaron la fórmula que, imperfecta, nos ahorraría miles de muertos y salvaría dos generaciones de colombianos. Desafortunadamente, no pudimos sacar la sabiduría necesaria de esa experiencia política. Recaímos en más guerra. Solo se frenó con la Paz de 2016, incumplida por los gobiernos subsiguientes trayendo de otra vez inseguridad y violencia, pero esta vez con la participación letal de las mafias a quienes se ha tolerado sin coto desde 2022.

Recomendar el Frente Nacional para Venezuela, o sugerir nuevas elecciones allí, son exabruptos inaceptables. El Frente Nacional puso fin en Colombia al enfrentamiento político violento, pero no se aplicó, ni siquiera en el 74, para legitimar el robo descarado de unas elecciones, como acaba de suceder en Venezuela ante los ojos impotentes del mundo. Y repetir unas elecciones que ganó la oposición, es descalificar la opinión electoral solemne de los venezolanos. Solo se le puede ocurrir a alguien, dudoso, que no tenga recato en legitimar al usurpador por razones ideológicas, sin tener en cuenta que los intereses nacionales derivados de una frontera de más de dos mil kilómetros, una migración venezolana a nuestro territorio que ya debe ir en más de cinco millones de personas y una violencia binacional, estarán parcialmente en manos de un aparato dictatorial y corrupto.

Cómo serán de inconvenientes, que AMLO se quitó y Lula sentenció que “el que pierde tiene que irse”.

Tendremos elecciones en 2026. Todo debe hacerse para que el sistema electoral colombiano no tenga sombra de duda, permitiendo auditorías técnicas, civiles, partidistas, domésticas e internacionales para impedir que la demora en la comprobación pública de los datos, sustente incertidumbres que, en nuestro caso, derivarían en violencia generalizada.

Las elecciones democráticas sirven para remplazar el enfrentamiento violento que se usó por milenios para resolver controversias y caprichos. Si no cumplen ese fin, es la democracia la que no funciona.

Lo dijo don Antonio Nariño: “De nada sirven las victorias si no están coronadas por la paz”.


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