Ante la innumerables afirmaciones, rectificaciones y negaciones del presidente Petro no se sabe si creerle, adivinarle o interpretarlo. No obstante, a los políticos y a los gobernantes su desempeño debe evaluarse en las ejecutorias, método relativamente fácil porque los hechos saltan a la vista. “Por sus hechos los conoceréis”, reza el viejo aforismo.
Como político, el señor Petro se desempeñó durante varias décadas como parlamentario activo y duro crítico; es decir, hace parte de la clase dirigente colombiana por largo tiempo durante el cual varios deben haber sido sus aportes a la legislación nacional y al control de los gobiernos con los que coincidió.
Ahora bien. Como candidato triunfante a la Presidencia de la República surgen dudas sobre la financiación de su campaña y el cumplimiento de las normas electorales. Cabe anotar que el candidato Petro no fue suficientemente estricto en el manejo de los dineros que le permitieron ser elegido, y se han abierto varias investigaciones judiciales como resultado de las denuncias de sus propios familiares.
Ya en la Presidencia vienen apareciendo numerosos hechos de corrupción en entidades cruciales para la protección y ayuda a los ciudadanos más necesitados. Quedó en la penumbra la averiguación sobre el movimiento de maletines repletos de dinero en las propias oficinas presidenciales, pero sus protagonistas son ahora altos funcionarios y lujosos diplomáticos amparados por el Presidente, sin descontar que un oficial de la policía asignado a esas oficinas resultó misteriosamente muerto de la noche a la mañana.
Varios protagonistas de esos dineros robados al fisco nacional afirman que su destino fue el sobornar a parlamentarios para que votaran a favor de los proyectos legislativos presentados por el gobierno, y para el representante a la cámara que investiga las denuncias radicadas contra el Presidente. Se asegura que el despilfarro de los dineros públicos es enorme, y que algunos altos dignatarios reciben incalculables salarios inimaginables para el ciudadano de a pie.
La tesis peregrina de que hay un bloqueo a los “magníficos” proyectos de ley de la administración Petro, desconoce que muchos colombianos (casi todos) no estamos de acuerdo con ellos, y que el Congreso de la República es el órgano para “estudiarlos, modificarlos, aprobarlos o negarlos”. En todos los gobiernos se han aprobado, modificado y negado proyectos de ley.
El talante mesiánico del señor Petro lo conduce a creer que todo lo que él y sus asesores imaginan (entre los que debe haber cubanos y venezolanos) es perfecto e inmodificable. Por eso le estorban las leyes, las cortes, los entes de control; por eso quiere tener directores de ellos de bolsillo; por eso está buscando “atajos” para poner en ejecución sus ideas geniales, y de paso acudir a la falacia de que con el “pueblo”, que está representado solamente por él, puede saltarse todo el ordenamiento para modificar lo que se le ocurra y, de paso, perpetuarse en el poder.
También, su discurso ambiguo y contradictorio es la estrategia para distraer a los colombianos mientras él y su camarilla se apoltronan en el poder rodeados de los más exquisitos lujos, como lo hicieron Fidel Castro, Chávez y Maduro, en nombre del pueblo humilde que dicen representar.
ramirezperez2000@yahoo.com.mx
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