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Protagonistas del ultraje
Le falla la lucidez y tal vez por lo mismo lo que dice se le convierte en un tropel de provocaciones.
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Domingo, 30 de Agosto de 2015

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es recurrente en algunos de los rasgos negativos de su personalidad. Además de sus enredos con la semántica, es proclive a utilizar el lenguaje bajo la presión de la intención ofensiva y cae en la provocación sin importarle el alcance de sus expresiones.

No es un Jefe de Estado riguroso en la precisión de sus ideas. Prefiere lo procaz y subestima el razonamiento. Le falla la lucidez y tal vez por lo mismo lo que dice se le convierte en un tropel de provocaciones.

Pero no es solamente eso.

Son ostensibles sus contradicciones ideológicas. Porque la Revolución Bolivariana Siglo XXI que dice representar desde el poder, parece ser una combinación de autoritarismo y demagogia, con sedimentos populistas en muchas de sus políticas asumidas.

No es propiamente la democracia orientada a construir un Estado que garantice la igualdad para todos. La represión contra los indefensos no puede ser el principal activo de un Gobierno que tiene una etiqueta ‘contra las oligarquías’.

No es ese el legado de Bolívar ni de quienes pensaron el socialismo contra la explotación y la opresión.

En su extremismo para sacar a colombianos que estaban residenciados en Venezuela, Maduro ha alcanzado el nivel de los mandatarios que han arrasado libertades y derechos para proteger privilegios que ofenden la dignidad humana.

Y todo eso lo justifica con ‘razones de Estado’, haciendo gala de una dialéctica espúrea.

Si se trataba de castigar a delincuentes lo procedente era llevarlos a juicio conforme al debido proceso y no convertir a muchos inocentes en víctimas.

Acompañan a Maduro en Venezuela en esa aventura sus compañeros de cúpula. Sobre todo, Diosdado Cabello, otro de los timoneles del engañoso socialismo siglo XXI.

Del lado colombiano hay otras voces que aunque asumen la defensa de los colombianos ofendidos en el vecino país, también tienen rabo de paja. Sus insultos no son una interpretación correcta de la realidad que se padece sino otra manifestación de revanchismo político, con lamentaciones propias de la viudez del poder. Aprovechan el traspiés de Maduro para clavarle sus espuelas al Gobierno Santos, como si se tratara de pasarle una cuenta de cobro con reclamos de odio. Se olvidan que cuando  tuvieron el poder menospreciaron a sus compatriotas y los llevaron a abandonar el país para buscar protección en otros. ¿Qué autoridad tienen el expresidente Álvaro Uribe y el exministro Fernando Londoño, si ellos están entre los que no protegieron a quienes eran perseguidos por los paramilitares y los otros delincuentes que se ensañaban contra sus vidas y los bienes que eran fruto de su trabajo?

Cuando Maduro y sus compañeros de gobierno no proceden con sujeción al derecho y en términos de justicia, incurren en una distorsión grave. Lo mismo les ocurre a los colombianos que emiten juicios con sentimientos de revancha y ajenos a contexto.

Puntada

Son muchas las trampas de  contratistas para robarse lo que les paga el Estado. Como en el caso de los alimentos escolares. ¿Qué dirán dirigentes de Norte Santander, hoy aspirantes a cargos de elección popular, que se lucraron en esos recursos sucios?

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