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Padre solo hay uno
Dicen los publicistas que todos los días del año deben ser días de la madre.
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Jueves, 21 de Junio de 2018

Yo no sé por qué existe en el mundo una marcada discriminación contra los papás, en comparación con las mamás. Para ellas la fiesta es a todo taco y los almacenes la meten toda para animar al sufrido padre a que gaste lo que tiene y lo que no tiene en el regalo y agasajo a las madres. El asunto se complica porque hay que darle regalo –ya lo dije en cierta columna anterior- a la mamá, a la mujer, a la otra, a las dos suegras, a la tía, a la vecina…

A los papás, en cambio, nadie les hace publicidad, ningún almacén se acuerda de ellos y su fiesta, lógicamente, pasa de agache, totalmente desapercibida. La llamo “fiesta”, pero ese día es igualito a los otros 364 días del año: la cantaleta, los regaños, el mercado, el “sirva pa algo”…en fin, y el papá (ilusos que son los padres) esperando el desayuno en la cama, el regalo, la invitación.

A mi juicio, todo se origina en el cuento, que no es cuento, de que madre sólo hay una, lo cual lleva implícita la afirmación de que padres hay más de uno o que pueden ser varios los que han participado en el mismo, bonito y placentero arte de procrear. En realidad, puede suceder que no se sepa quién es el verdadero padre de algún hijo, (en ocasiones ni la mamá lo sabe), pero sea quien sea, el papá sólo será uno y no más de uno.

Otra discriminación: Dicen los publicistas que todos los días del año deben ser días de la madre. ¿Por qué? No lo sé. Pero de los padres no dicen lo mismo, ni un mes, ni siquiera una semana. ¿Por qué? Tampoco lo sé.

Y no es que tenga nada contra las mamás. Que quede bien claro. Ni más faltaba. Quería mucho a mi mamá, y adoro su recuerdo. Ellas se lo merecen todo, pero los papás también se lo merecen todo y hasta un poquito más. Pero así es esta vida injusta, inequitativa y desagradecida.

Para colmo de males, este año nos clavaron elecciones el día del padre y nuestra fiesta (“fiesta”, digo yo) la mandaron para otro domingo, lo cual se presta para que sirva de excusa: “Mijo, no le di nada porque yo no sabía que habían cambiado de día y tuve que pagar el recibo de la luz”. “Está bien, mija, no se preocupe, con que me dejen ver el Mundial tranquilo, es suficiente”. 

-¿Y es que piensa durar todo el día ahí echado en la cama, viendo esa jartera de partidos y partidos?

Hasta ahí duró la tal fiesta, la tal celebración. A pararse, estimado padre, a coger la escoba, a regar las matas, a lavar platos y a poner a hacer el almuerzo. 
   
Con la clase de regalos continúa la discriminación: Para ellas son la nevera, la estufa, la lavadora, la licuadora y el microondas. No se conforman con menos. Para ellos, en cambio, medias, pañuelos y calzoncillos. Y toca conformarse.
    
Menos mal que los padres tenemos en nuestras filas personas muy valiosas. Tenemos, por ejemplo, al Padre eterno. En cambio no existe la madre eterna. Tenemos al Santo Padre. No conozco la Madre santa. Tenemos al Padre nuestro que estás en los cielos.
   
Ellas sólo tienen a la mamá de los pollitos, a la madre de las uñas y a la madre del caracol. Y otra cosa buena: a nadie le mientan el padre. En efecto, a nadie le dicen hijueputo.

gusgomar@hotmail.com

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