Las noticias de los últimos días han recalcado en la muerte en Bagdad, con un dron norteamericano, del general iraní Soleimani, un legendario militar de la revolución iraní y comandante de las fuerzas especiales de la Guardia Revolucionaria que operan especialmente en el exterior y quien lideró la derrota de ISIS (Estado Islámico) en Siria e Irak.
Quisiera situar este hecho de guerra, preocupante duda, dentro de un contexto más amplio, el de la reconfiguración del orden geopolítico global, que tiene por ahora, como epicentro el Medio Oriente y Asia Central.
Después del largo período de estabilidad de la guerra fría, denominado por algunos como ‘equilibrio del terror’, en el cual existían dos grandes superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, se entró en un corto período de hegemonía norteamericana –algunos ingenuamente hablaron del inicio del siglo americano-, que comenzó lentamente a modificarse, de un lado, con los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Washington y New York por la red terrorista Al Qaeda y el inicio por USA de las dos guerras asiáticas, la de Afganistán contra los Talibanes y la de Irak contra Sadam Hussein, ambas con resultados negativos para Washington; de otro, la lenta pero sostenida recuperación militar de Rusia, bajo el liderazgo de Putin y el retorno a la clásica política expansionista rusa –ahora acaba de incorporar a sus Fuerzas Armadas el misil hipersónico de última generación Avangard-, así como el lento crecimiento económico de la histórica potencia asiática, China, después de la muerte de Mao Zedong y la orientación política pragmática promovida por Den Xiaoping, que ha venido colocándose como la primera potencia económica global –progresivamente también fortalece su capacidad militar-, así como el surgimiento de potencias regionales como India en Asia, Turquía – se considera heredera del Imperio Otomano-, la dinastía sunita de Arabia Saudita, y el Irán chiita, que si bien no es árabe, sí es musulmán, entre otras –allí debe incluirse a Israel, Pakistán, Sudáfrica y eventualmente Brasil si logra salir de la actual mala racha-.
Al tiempo, las viejas potencias del Siglo XIX y de la primera mitad del Siglo XX vienen en declive, Berlín, Roma, Londres, París, ahora bajo el manto de la Unión Europea –integración con muchas dificultades actuales- y cada vez menos consideradas por USA como sus pares y es claro que situados ahora como jugadores de segunda línea.
La confrontación ha tenido los últimos tiempos como teatro el Medio Oriente y Asia Central, por la presencia allí de reservas de petróleo y gas, los dos conflictos en que han jugado algunos de estos actores globales, Siria y ahora Libia –donde grandes protagonistas y ganadores parecen ser los rusos y los turcos-, y las tensiones de Irán con Israel que están en la base del actual enfrentamiento entre USA e Irán –desconocimiento del gobierno Trump del acuerdo logrado con las grandes potencias, incluido USA, para la desnuclearización iraní- y que puede tener riesgos de hechos violentos preocupantes para la paz global.
Pero hay igualmente signos alentadores en el panorama; hay un principio de acuerdo para terminar la guerra económica entre USA y China y en este mes se firmará el primer Tratado y se continuará discutiendo uno segundo; hay signos de interés por volver a discutir el tratado de regulación de armas nucleares entre USA y Rusia e incluso el Presidente Putin planteó la posibilidad de incluir allí su nueva arma hipersónica.
No hay duda que estamos en el lento proceso de reconfiguración de un nuevo orden geopolítico global, multipolar, con los riesgos y ventajas que eso conlleva.