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Maduro: el gran cucuteño
Es cierto que los cerca de 1.500 colombianos deportados en la frontera son una tristeza e injusticia para nuestro país
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Viernes, 9 de Octubre de 2015

Ya nos han repetido hasta el cansancio que Nicolás Maduro es un dictador y que su decisión de deportar colombianos es una violación a los derechos humanos, lo cual es cierto. Pero por otro lado, si las sospechas de que él es cucuteño son verdad, yo diría que Maduro es el gran cucuteño. 

Cúcuta como ciudad fronteriza nunca había llamado tanto la atención pública y del gobierno nacional como desde que se ordenó el cierre de la frontera con Venezuela. El presidente venezolano con la indiscriminada expulsión de colombianos le recordó al país que la frontera existe y que aquí tenemos problemas muy graves que ameritan inversiones a largo plazo para que no sigamos siendo contrabandistas dependientes de la inestabilidad en Venezuela. 

Es cierto que los cerca de 1.500 colombianos deportados en la frontera son una tristeza e injusticia para nuestro país, pero me parece hipócrita que el gobierno nacional ahora si se escandalice por nuestra situación, cuando en el área metropolitana de Cúcuta hay 265.000 ciudadanos viviendo en la pobreza y 46.000 en la miseria. Lo anterior, como consecuencia de una frontera económicamente abandonada por su gobierno central y local. 

Para mi sorpresa, el presidente Maduro lo entiende mejor que el presidente Santos cuando le dijo: “Usted sabe muy bien, presidente Santos, que los problemas de la frontera no se resuelven viajando rapidito a Cúcuta o Paraguachón y diciendo que va a construir viviendas, que va a llevar agua. Se resuelven con un plan, el abandono de la frontera tiene muchos años, lo trasciende a usted”. Le agradezco a Maduro por decir esto de cara al mundo.

Lastimosamente, tuvimos que esperar a que el presidente venezolano a través del escándalo que provocó hiciera el trabajo que nuestros honorables congresistas nunca han hecho, jalarle las orejas al gobierno nacional. 

Sin embargo, aunque las consecuencias de las deportaciones sean terribles,  hay grandes oportunidades con esta coyuntura para sacarle provecho. 

El cierre de la frontera estimula el consumo de los bienes producidos en el interior y obliga a los contrabandistas a cambiar de actividad económica, permitiendo entre otras cosas la generación de empleo formal. 

Por otra parte, yo nunca había visto al gobierno nacional hablando tanto de la frontera colombo-venezolana. 

Esperemos que su ayuda no sea solo un discurso de momento para calmar a la opinión pública nacional e internacional, si no que utilice su poder y el de algún ministro de origen cucuteño para que se ejecuten proyectos a favor del desarrollo económico de la ciudad. Porque proyectos buenos hay varios, como el embalse del Cínera, que ayudaría a garantizar el abastecimiento de agua potable de forma sostenible en Cúcuta. El problema es que este embalse, ante los ojos de nuestros poco visionarios políticos, no genera buenas comisiones como otros proyectos (el Acueducto Metropolitano de Cúcuta). Entonces, ojalá que Santos nos ayudara a apalancar esta falta de voluntad política en la región, ahora que puede ver la gota que rebosó la copa. 

De cualquier manera, Maduro nos está haciendo un favor a los cucuteños metiendo el dedo en la herida al mejor estilo chavista. Esperemos que esto se convierta en las inversiones que ya todos sabemos que se necesitan en nuestra región. Esto puede ser un cuarto de hora que no se repita, y sigamos en las mismas o peor. Maduro, a pesar de gobernar bajo un régimen dictatorial, si se está tomando en serio los problemas de la frontera y está invitando a Santos a hacer lo mismo. 

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