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Los vientos de agosto
Porque  los muchachos de ahora no son aficionados a las cometas.
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Martes, 3 de Agosto de 2021

Llegó agosto. Y llegó con todo. Con vientos, con recuerdos, con nostalgias. A veces los vientos son fuertes y desgajan árboles y levantan techos y golpean ventanas y causan miedo. Lo bueno de los vientos es que suavizan el calor y sirven  para elevar cometas. O nos sirvieron cuando éramos muchachos.

Porque  los muchachos de ahora no son aficionados a las cometas. Prefieren el celular. Les produce más emoción un video que elevar barriletes. Barrilete es el término con que en algunas regiones, como en Ocaña, se nombra a las cometas.

Los sardinos de hace muchos años, esperábamos con alegría la llegada de los vientos de agosto, y desde varias semanas antes empezábamos a pensar en fabricar cometas. Buscábamos las varillas livianas, ojalá de flor de cañabrava, y un papel resistente que no se rompiera con las oleadas de viento y un rollo de cabuya larga y una cola hecha de jirones de trapos que el sastre nos regalaba.  Poco a poco íbamos armando el esqueleto de lo que sería nuestra cometa, de manera que cuando comenzaba agosto, ya  estábamos preparados para nuestra entretención favorita. Sucedía en agosto porque nadie eleva cometas en abril, que es el mes de las lluvias, ni en diciembre, mes de los pesebres, y mucho menos en el mes de los muertos, noviembre.

Agosto tenía la magia de hacernos sentir importantes cuando nuestra cometa traspasaba las alturas, a veces más allá de las nubes, y por encima de los pajaritos que huían del peligro de los ventarrones.

Pero el agosto actual tiene otras significaciones. Una noche de Agosto murió un poeta cuando un árbol se le atravesó en la carretera y el escritor apenas tuvo tiempo de agarrar su manojo de sueños y buscar el camino hacia la eternidad. Eduardo Cote Lamus se fue sin despedirse cuando la vida empezaba a sonreírle. Pero dejó su recuerdo hecho palabras, palabras que se hicieron poesía, poesía que se hizo eternitud. Y fue en agosto.

Nana en el tiempo, uno de los hermosos poemas que nos dejó Cote Lamus, termina hablando precisamente del tiempo: “…entonces era hermoso el año/ porque el tiempo no existía.

Y ahora qué me dices  tristemente tu tristeza/ te regalo mi infancia como antes te regalé un diciembre/ para que vayas soñando entre tus manos/ repitiendo: no hay meses, hay trigo, hay frutas, hay lluvia/ hay río, orquídeas, alegría…/ Es una mentira el tiempo/ y te quedes dormida”.

Seguimos con agosto. Los periodistas en Colombia son de buenas: tienen dos celebraciones. Dos días se disputan ser el verdadero día del periodista. Desde hace tiempos se venía celebrando el 9 de febrero, por cuanto el primer periódico que circuló en Santafé fue fundado el 9 de febrero de 1791 por Manuel del Socorro Rodríguez. Se llamó Papel Periódico de Santafé de Bogotá.

Pero no fue suficiente. La comilona y la bebeta y las condecoraciones y los homenajes y los reconocimientos a los que se desviven por mantenernos informados, se quedaban cortos para un solo día, de manera que alguien se ideó otra fecha para continuar la fiesta: la del 4 de agosto porque fue un 4 de agosto cuando Antonio Nariño publicó los Derechos del Hombre, que sirvió de estímulo para el movimiento revolucionario que se estaba gestando en la nueva Granada. Era el año de 1794.

Así las cosas, agosto es un mes especial para los que elevan cometas, para los escritores de Norte de Santander y para los periodistas. Llenos de sueños todos.  Y de esperanzas. Y de metas.

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