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Los nuevos retos de Cúcuta
Hay mucho por hacer en Cúcuta. Se trata de construir una ciudad con calidad de vida, para decirlo en el lenguaje de la modernidad.
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Sábado, 28 de Noviembre de 2015

Hay mucho por hacer en Cúcuta. Se trata de construir una ciudad con calidad de vida, para decirlo en el lenguaje de la modernidad. Esto le impone responsabilidades específicas a quienes la gobiernen. No es asunto de “soplar y hacer botellas”, sino de proceder con acierto en todo lo que se haga, dejando de lado la depravada fórmula de algunos, según la cual “no importa que robe con tal que haga obras”, que equivale a estar en la corrupción a condición de ejecutar uno que otro proyecto.

La gerencia del municipio de Cúcuta, que es la función del Alcalde, exige una conducta rigurosamente transparente. No puede ser un carrusel de favorecimientos selectivos para el enriquecimiento del círculo de quienes se creen dueños del poder. Tampoco  es el manejo codicioso de los recursos, sin planeación ni coherencia, amarrado a la politiquería abusiva.

La solución de viejos y nuevos problemas de  la ciudad, más el cumplimiento de las inexorables tareas articuladas al posconflicto obligan a obrar con eficacia. Para lo cual la corrupción se convertiría en una barrera de frustración. Se impone entonces su erradicación, como garantía de fortaleza en las gestiones o los actos de gobierno.

Si las nuevas metas que deben trazarse en Cúcuta son las de la creación de empresas productivas para una economía que mejore las condiciones de vida de toda la población con generación de empleo y bienestar social; el fomento de la educación en  los diferentes niveles y con resultados académicos de calidad; la erradicación de todas las formas de violencia y de otros procedimientos delictivos; la profusión de una cultura ciudadana que infunda el espíritu de convivencia, de tolerancia, de civilidad y solidaridad; la defensa del medio ambiente, incluida la protección de los recursos naturales,  y la consolidación de la democracia como reafirmación de igualdad, respeto a los derechos y la legalidad, se requiere entonces una administración adecuada a esos fines, que no se enrede en minucias burocráticas, le apueste a las prioridades, esté libre de compromisos perniciosos, tome en cuenta las necesidades insatisfechas de la comunidad, atienda la inconformidad de la gente y entienda, sobre todo, que los recursos públ
icos no son propiedad particular ni pueden manejarse con desfachatez.

Las prácticas propias de la politiquería y la corrupción llevan inevitablemente al fracaso, en cuanto hacen imposible el buen gobierno. Por eso volver al pasado pernicioso sería enterrar las posibilidades de construcción de un municipio con dinámicas que superen el atraso.

La Administración de Cúcuta del período 2016-2019, de la cual el alcalde titular será César Omar Rojas, le corresponderá asumir retos que exigen una gobernabilidad capaz de generar fortalezas en todos los órdenes.

No es cuestión de ocurrencias emocionales, ni de caprichos o intereses con cálculos de utilidades personales. Es la puesta en marcha de un plan que ponga al municipio en el rumbo de las metas productivas y lo saque de los atrasos, las debilidades, las carencias y en general todo aquello que propicia crisis o lo hace vulnerable a las adversidades.

Puntada

“La magnitud de los daños que ha producido el conflicto armado se confunde con otras múltiples violencias que vive nuestra sociedad. Sin embargo,  la guerra ha sido estremecedora, y tanto su larga permanencia entre nosotros como su degradación merecen una reflexión”. (Centro Nacional de Memoria Histórica).

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