A la gente le gusta gritar. Gritan los niños, gritan los viejos. Grita el amo, grita el obrero. Gritan las casadas y las solteras. Todo el mundo grita.
Fue lo que sucedió en 1810, año en que a los americanos les dio por ponerse a gritar contra los españoles, amos y señores de estas tierras.
Cuentan que en ese año del Señor, 1810, había mucho descontento en las colonias españolas por el trato que los mandamases daban a los criollos. Éstos hacían reuniones secretas, hacían planes, urdían chismes y se preparaban para estallar cuando fuera el momento. Para gritar bien duro, cuando dieran la orden.
Y el momento llegó en julio de ese año. Lo que sucedió en Santafé de Bogotá todo el mundo lo sabe: Que el florero, que la revuelta, que el discurso de José Acevedo y Gómez, que Carbonell. ..
Los historiadores no se han puesto de acuerdo en si lo que hubo el 20 de julio en Santafé fue de verdad un movimiento revolucionario e independista frente a España, o, por el contrario, se trataba de respaldar a España contra Napoleón, que la había invadido, aunque pidiendo alguna cuota burocrática en el manejo de la cosa pública.
Discusiones van y discusiones vienen, unos y otros dan argumentos, citan frases, acuden al acta de independencia que se firmó esa noche, y sigue la discutidera y seguirá, porque a la historia cada uno le da las interpretaciones que quiera.
Todo eso está bien. Lo más grave es que nada o muy poco sabemos de lo que sucedió en esta región en ese mismo mes de julio, y concretamente ese 20 de julio.
¿Hubo en Cúcuta algún movimiento revolucionario ese 20 de julio o en los días siguientes? ¿Se sumaron los cucuteños a las revueltas populares en contra del imperio español? ¿O es cierto que Cúcuta era una ciudad donde vivían muchos españoles y por eso eran partidarios del rey?
De Pamplona se sabe algo más. Que el 4 de julio doña Águeda Gallardo, un matrona importante de la ciudad, le quitó el bastón de mando al alcalde y lo agarró a bastonazos en plena calle. Eso dicen. Pero hay quienes aseguran con mucha malicia que la cuestión no era por asuntos de independencia sino cuestión de celos o algo así. Y el 20 de julio ¿qué pasó? Hubo alguna revuelta o por lo menos algún gritico?
¿Y en Ocaña? ¿Cómo se portaron los güichos en esos días de efervescencia y calor? ¿Era Ocaña partidaria del rey o del gobierno de los criollos?
De Silos se sabe que con anterioridad habían declarado en un manifiesto público su apoyo a Tupac Amarú, un cacique del lejano Perú, que se había rebelado contra los españoles. ¿Por qué Silos? ¿Quién les trajo a los sileros la noticia de la rebelión indígena en una tierra extraña a miles de kilómetros? ¿Palomas mensajeras o señales de humo?
Y en Chinácota, ¿qué pasó en esas jornadas revoltosas? Allí, donde se dice que los indios chitareros le dieron muerte a Ambrosio Alfínger, ¿cómo vivieron la trifulca veintejuliera? ¿Y en otros pueblos nuestros ¿qué sucedió?
Estos y otros temas relacionados serán motivo de charla en la tertulia de historia que esta tarde, a las 4, se llevará a cabo en la Academia de Historia. La invitación es abierta para todo el que quiera asistir, académicos y no académicos. El tema es interesante. Ojalá haya muchos aportes de la historia regional. Allá nos vemos.